A Diego Zecharies se le enciende la voz cuando habla de su oficio, la música. "Es un regalo que el hombre se hizo a sí mismo. Te sirve de refugio, pero también te da fuerzas para salir de él", asegura con rotundidad el contrabajista, director desde su fundación de la Orquesta Abanca ReSuena. Hace ya cuatro años que el artista se encuentra al frente del proyecto, con el que se pretende impulsar a través de las partituras la difusión de valores positivos asociados a la música. Esta tarde, a partir de las 19.00 horas, sus integrantes mostrarán sus progresos en el Palacio de la Ópera, donde ejecutarán un repertorio de composiciones clásicas y actuales.

Para su interpretación, la formación al completo estará sobre el escenario. En total, serán cerca de 200 los instrumentistas que participarán en el espectáculo, una cifra a la que se añadirá el medio centenar de integrantes de los coros de ReSuena. A Manos Blancas, el grupo de la orquesta infantil, se sumará de forma oficial tras el concierto la nueva coral de la orquesta, que ensaya en el colegio Alborada desde finales del año pasado. "Se presentará en este concierto. Hay muchos niños que se quedan fuera por el número de plazas, así que pensamos en nuevas formas de incluir", explica Zecharies, que conducirá un programa cuyo rasgo distintivo será, como la banda, la diversidad.

Sobre las tablas, el Capricho italiano de Chaikovski se dará la mano con piezas tan dispares como la banda sonora de Piratas del Caribe o los ritmos africanos de la tonada popular Siyahamba. El director justifica el eclecticismo con la filosofía de la orquesta de "innovar" en cada actuación, así como de reflejar con ella la heterogeneidad de la propia vida. "La idea de ReSuena es poner sobre el escenario un reflejo de la sociedad tal cual es. Que los jóvenes se reúnan para un concierto, sin que importe de dónde vengas o quiénes son tus padres", cuenta Zecharies, que asegura que el objetivo del proyecto no pasa por "convertir a los niños en músicos sinfónicos".

Sí tendrán que enfrentarse, sin embargo, a alguna que otra obra técnica. La tercera pieza del repertorio, la Sinfonía número 5 de Beethoven, será el mayor reto del programa para los alumnos, cuyas edades van de los 4 hasta los 17 años. "Es la composición más difícil para ellos. Va a ser la más académica que vamos a tocar", afirma el director. La complicación aumenta si se tiene en cuenta la inexperiencia de los participantes. Los niños que entran en ReSuena no cuentan con ninguna base musical previa, sino que escogen su instrumento y parten de cero con él. "No saben nada al entrar, pero desde el primer día tienen que estar tocando con la orquesta. Solo hacen falta ganas de aprender", dice el contrabajista, que asegura que, tras cuatro años de trabajo con sus participantes, percibe en ellos los beneficios del proyecto.

La "responsabilidad", el "compañerismo" y un buen "rendimiento" escolar son algunos de los frutos de la orquesta, que nacía en la temporada 2012-2013 en el seno de la Sinfónica. Un estudio de las problemáticas de la infancia en la ciudad servía de base entonces para diseñar la iniciativa, que echaba a andar en el 2014 con 30 alumnos en el centro cívico de Monte Alto. "Desde entonces hemos crecido mucho. Ahora estamos también en el colegio Alborada, y en el Centro de Educación Especial Nosa Señora Do Rosario", dice Zecharies, cuyo "sueño" sería la expansión del proyecto a cada barrio de la ciudad y por Galicia. Para ello, reconoce, todavía "queda camino", aunque eso no le desanime para continuar con su tarea. "Queremos contribuir a la visibilidad. Yo no sé por qué no veo a niños en sillas de ruedas tocando en la orquesta, por ejemplo. Ese será uno de mis desafíos el año que viene", apunta el director.