El problema comienza a los seis años, y ya no acaba nunca. De repente, tras un lustro considerándose iguales a sus homólogos masculinos, los sesgos de género ganan terreno, y la brillantez empieza a dejar de ser cosa de ellas. Así lo indicaba hace un año un estudio de las universidades de Nueva York, Princeton e Illinois, que apuntaba que las niñas comenzaban a asociar más la genialidad a los hombres que a las mujeres desde la misma infancia. A partir de entonces, el problema no hace más que empeorar.

"Las piedras están a lo largo de todo el camino", afirma la divulgadora científica Esther Sánchez, que recuerda la investigación estadounidense cuando se le pregunta por la situación femenina en la ciencia. La relación, dice, es clara. "Si pensamos que la ciencia es para listos, y convencemos a las niñas de que no lo son, haremos que la rechacen". Las que no lo hagan, continuarán chocándose con el obstáculo de los prejuicios, que toma en la ciencia el nombre de Efecto Matilda. "Es la barrera por la que los estudios de las mujeres son menos citados que los de los hombres, aunque sean mejores", explica la comunicadora, que participará hoy a las 16.30 horas en Naukas Coruña.

El ciclo de charlas, organizado por los Museos Científicos Coruñeses, tratará de servir de ventana a esa carrera femenina a la que muchas veces se le echa el visillo en el área de la ciencia y el emprendimiento. Bajo el lema de los grandes viajes de la historia, la jornada ofrecerá desde las 10.00 horas en el Teatro Rosalía las conferencias de cerca de una decena de expertos, que se enfocarán especialmente durante la tarde en la figura de la mujer. Referentes históricos como la primera aviadora Amelia Earhart, las chicas del Mercury 13 o incluso la astronauta Helen Sharman- rescatada del olvido tras 30 años cuando en el 2015 se comenzó a hablar de Tim Peake como la primera persona británica en pisar la estación espacial- serán algunas de las personalidades que se recuerden en el ciclo, que descubrirá que la mujer está "más invisibilizada de lo que nos gustaría creer".

"No hace mucho di una charla, y pregunté al público si conocía el nombre de alguna astronauta. Eran 100 personas, pero ninguna lo sabía", recuerda la comunicadora científica Sara Gil. En su conferencia Mujeres astronautas: haciendo añicos el techo de cristal (19.30 horas), la divulgadora repasará la trayectoria femenina en el espacio, desde la época actual hasta Valentina Tereshkova. La rusa alcanzó las estrellas en 1963, tan solo 2 años después del primer hombre, Yuri Gagarin. Pero fue el hambre de batir una marca, y no la igualdad de género real, lo que le permitió hacerlo. "Los rusos solo querían lograr todos los récords, también el de la primera mujer. Pero hubo que esperar hasta los 80 para la siguiente", dice Gil, que asegura que fueron muchas las que acabaron renunciando a la carrera ante los impedimentos que la NASA les puso en los Estados Unidos.

El Mercury 13, un grupo de mujeres que se postularon como astronautas durante la carrera espacial, fueron unas de las que sufrieron aquellas negativas. Estaban capacitas, y superaron las mismas pruebas médicas que los candidatos masculinos, pero no pudieron avanzar. "La excusa era que tenían que ser pilotos de jets militares. Pero las mujeres no tenían acceso a ellos por ser mujeres", explica la ponente. A día de hoy, la profesión "ha dejado de ser de machotes", pero continúan ciertas diferencias. "En la Agencia Espacial Europea hay 9 astronautas. De ellos, solo uno es una mujer", lamenta Gil, que destaca la importancia de visibilizar a los referentes femeninos de cara a las promociones futuras.

En las de la aeronáutica piensa Vanessa de Velasco cada vez que habla de Aviadoras. El movimiento, que presentará a las 18.45 horas, trabaja por "crear comunidad" en la profesión, normalizando la figura de la mujer como piloto. "Estamos entrando poco a poco, pero hace falta dar un empujón", dice Velasco, que trabaja como aviadora de Airbus desde hace año y medio. Actualmente, la presencia es pequeña- "un 4% de los pilotos en España y un 3% en el mundo"- pero, más allá de la injusticia, las consecuencias no son graves. Si lo son, en cambio, en el área médica, donde Sánchez señala los problemas derivados de la ausencia de la mujer en los estudios farmacológicos. "En mi charla voy a hablar de una ciencia que debería ser igualitaria, pero que desde siempre ha tenido un referente masculino", dice la comunicadora, que afirma que el hombre como único sujeto de investigación hace que el diagnóstico sea más lento para ellas, y que el tratamiento tenga "más posibilidades" de producirles "una reacción adversa". La solución al problema, indica, será lento. Sánchez reconoce que pasará tiempo hasta lograr la paridad, pero se muestra optimista a pesar de ello: "Queda mucho, pero yo soy muy positiva. Creo que podemos conseguir un montón de cosas maravillosas por el camino", concluye.