Con mucha sinceridad y dispuesta a explorar nuevos caminos. Así afronta Ana López el que será su próximo disco, un álbum con toques eléctricos en el que se atreve por fin con el castellano. La cantante, conocida artísticamente como Anni B Sweet, presentará alguno de sus nuevos temas hoy a las 20.30 horas en la Sala Moom57, donde actuará como parte de la segunda edición del festival Arty!

-¿Se ha ido para siempre la Anni B Sweet del folk?

-Yo no sé nunca si es para siempre, la vida da tantas vueltas? A veces estás metida en un momento en el que rechazas algún estilo musical, y de pronto pasa el tiempo y vuelve. De todas formas, desde el segundo disco ya no estaba haciendo tanto ese folk. Ahora estoy experimentando con sonidos.

-Como los ritmos ochenteros de Chasing Illusions ¿qué ha cambiado en su vida para que haya ocurrido este viraje musical?

-Yo creo que el estar escuchando mucha música, rodearme de gente que sabe un montón, estar cada vez más metida en la producción de los álbumes? El siguiente que va a salir -a finales de año o principios del siguiente- lo estoy produciendo yo en el sótano de mi casa. Luego llamaré a Doria y a Noni, que van a poner su toque seguro, pero estoy cada vez más metida. Eso hace que experimente mucho más y que quiera trasladar cosas distintas.

-Algunos de los nuevos temas ya los está presentando en sus conciertos, como Monstruo .

- Monstruo es el tema más raro del disco. Tampoco sé si va a entrar, pero la toqué en vivo y fue muy bien, es una canción muy íntima.

-Tiene toques de flamenco. Eso es irse al otro lado de la carretera.

-[Risas] Es que la música sureña tiene un toque flamenco, y yo no sé si la gente es consciente de que la música sureña me encanta. Por ejemplo, hay una versión que siempre hago en mis directos, la de White Rabbit que, si la pasase al piano, sería una canción flamenca en toda regla [ríe]. En inglés despista pero, en el momento en el que he hecho esa canción sureña en castellano, se ha ido a la música de raíz.

-Lo de cantar en castellano era una tarea pendiente, ¿por qué se ha lanzado ahora?

-Por perder el miedo de alguna forma. Apetecer me apetecía muchísimo, solo que me ha dejado ahí sin hacerlo el bloqueo del miedo. Sigo teniéndolo, pero soy más consciente de que me lo tengo que quitar.

-¿Le ha llevado el idioma por otros caminos musicales?

-Me ha llevado por otro camino a la hora de componer. En inglés usaba mucha metáfora y en español estoy siendo más directa. Eso me ha sorprendido, pero para bien, porque no sabía que tenía esa forma de expresarme. Musicalmente, el castellano también me ha llevado a otro lado. Pasarme a él, soltarme, no tener miedo? Me ha llevado tiempo, por eso este disco está siendo mucho más complicado que los anteriores.

-Da la sensación de que enfoca cada álbum como una liberación.

-Siempre. Yo soy una persona que tiene muchos miedos e inseguridades. Necesito liberarme de ellos, pero eso no se consigue todo de golpe en un mismo disco. Con Chasing Illusions me he ido quitando muchos conforme pasaba la gira. No sé exactamente qué miedo te quitas en cada álbum, pero sí que me siento cada más segura y con más ganas de enseñar lo que hago.

-Ese miedo, ¿es temor a lo que piensen de su trabajo?

-Es el miedo a qué voy a pensar yo de lo que he hecho una vez salga. Tengo muchas ideas, y no quiero que la música acabe haciendo conmigo lo que ella quiere, sino hacer yo la música que quiero. Si estuviese segura de algo, a mí me daría igual lo que pensasen los demás. El problema es no estarlo.

-¿Por qué no lo está?

-Porque soy muy cambiante. Que un día hagas una canción que te parezca maravillosa y que al día siguiente te parezca de las peores que has hecho?Con Monstruo me ha pasado. Me encantó en el momento y, al día siguiente, no me entendía a mí misma.

-¿Cómo acabó, con esas dudas, subida a un escenario?

-[Ríe] No lo sé. A mis amigos les gustaba mucho cómo cantaba, me decían que tenía una voz muy bonita. Yo lo pasé fatal al principio. A mí me gusta escribir, cantar y tocar, pero no lo hacía para otra gente.

-Pero su camino hacia el éxito fue una línea recta.

-Yo creo que salí en buen momento. Se había abierto mucho la música independiente y yo estaba ahí. Pero tampoco ha sido tan sencillo. Estaba estudiando, aprendí a tocar la guitarra prácticamente grabando el primer disco? Fue rápido, pero hubo mucho trabajo.

-¿Le dio vértigo?

-Ni me enteré [se ríe]. Me di cuenta en el segundo disco. De hecho, se ve reflejadísimo. Oh, monsters! fue la caída para mí porque lo vi todo desde lejos. Cuando paras, eres consciente de todo lo que has hecho y quieres tener más cuidado. Yo no aprendía de las entrevistas, me ponía nerviosa? Tuve una decepción general con todo, y ahí sí que me entró el vértigo.