Mario Zamora es el teclista de un grupo de músicos y amigos con una larga trayectoria en diferentes grupos, que decidieron juntarse y formar Melange. Una banda con necesidad de tocar y crear, que abarca diferentes estilos, aunque el hilo conductor es el rock psicodélico sesentero. El pasado noviembre sacaron su segundo álbum y desde entonces no paran. Esta tarde estarán en el ciclo musical Atardeceres Playa Club a partir de las 20.00 horas.

- ¿Cuándo se forma el grupo musical Melange y cómo surge?

-Melange surgió hace unos tres años y fue una idea de Miguel Rosón, nuestro cantante y guitarrista. Primero nos reunió a Daniel Fernández (bajo, sitar y voz), Adrián Ceballos (batería), y yo, en los teclados. No había pretensión de formar un grupo, sino sacar adelante algunos temas que tenía él. Como nos gustó mucho y casamos muy bien todos, fue avanzando la historia y empezamos a aportar temas. Nos plantamos en menos de un año para grabar un primer disco. Después, incluimos a Sergio Ceballos (guitarras, bouzouki y coros), que ya había tocado con Daniel y conmigo en un grupo que teníamos antes, Lüger. Fue bastante fácil crear la banda porque éramos personas que ya habíamos tocado juntos y los que no, nos teníamos muchas ganas.

- Con respecto al nombre de la banda, ¿a qué se debe Melange?

-El nombre del grupo viene por la novela de Dune, que habla de la especia con la que se trafica. Todo el mundo está detrás de ella y se libran guerras por conseguir ese melange. A la vez, melange significa mezcla y nos parecía que venía bastante bien con la mezcla que el grupo intenta transmitir y con la manera de ver las cosas ajenas a la realidad. Es una especie de guiño a la ciencia ficción, como hace Dune.

- Vuestro grupo abarca diferentes géneros, ¿cómo definirías el estilo musical de Melange?

-La eterna pregunta de los géneros... Estamos muy abiertos a todo, pero no sabría definir un estilo concreto. Hacemos reminiscencias de música folk de todo el mundo, más masterizada, y al final acaba pareciéndose a un rollo de rock psicodélico de los 60 o 70 con puntos de jazz, músicas étnicas, algo de flamenco o algún guiño a la música brasileña o africana. Cogemos lo más variado y rico que tiene la cultura celtíbera en cuanto al folclore, incluimos temas del medievo, Renacimiento e incluso cantigas que beben de la música sefardí. Además, utilizamos instrumentos orientales como los bouzoukis o sitares para salirnos de los patrones del rock y dejar ver que hay algo más allá de la música anglosajona.

- ¿Qué queréis expresar con vuestras canciones y transmitir a la gente que las escucha?

-Pretendemos que la gente le preste atención a nuestra música, que disfrute el disco en casa y también vea que en el directo hay un plus de energía, gana un punto más de potencia, distensión y relajación. Queremos que la gente sienta la psicodelia del rock y que se involucre en la historia musical que intentamos abarcar.

- Sacasteis vuestro último disco en noviembre, Viento Bravo , ¿qué novedades incluisteis?

-La principal novedad fue grabar todo el disco en analógico, no como el primero, Vía Maris. También hemos incluido más instrumentos y se nota la variación musical respecto al primero. Pero yo creo que Viento Bravo es una segunda parte, porque también es el resultado de un trabajo de un año y medio de composición y elaboración con Carlos Díaz, nuestro productor.

- Para concluir, ¿qué os animó a participar en el ciclo musical Atardeceres Playa Club?

-Nos lo propusieron y nos pareció fantástico. Este verano no pretendíamos tocar demasiado y nos decantamos por dar un concierto ahí porque es un buen sitio, con un buen enclave, y nos llamaba mucho la atención tocar al aire libre sin teloneros y sin prisas. Intentaremos hacer un repertorio muy variado y además, con una puesta de sol esperemos que sea más bonito y que la gente disfrute y sienta la música.