En la actualidad, atribuir a una intérprete la condición de artista parece no significar gran cosa. Ello se debe al abuso de la palabra que se aplica sin rigor alguno a gran cantidad de personas que ejercen los más diversos desempeños. Pero, en este caso, quisiera reivindicar el sentido auténtico de esta palabra que califica al cultor de alguna de las bellas artes que realiza su trabajo con especial sensibilidad, singular refinamiento, notable capacidad para la comunicación y para transmitir emoción? La joven artista coruñesa lleva en los genes esa especial condición artística porque una gran parte de los miembros de su familia han cultivado la música bien como profesionales o como simples aficionados. Su propio padre, guitarrista, la acompañó en el Cantabile, de Paganini, que fue interpretado con gran elegancia. Paloma mostró su temperamento artístico en un concierto signado tanto por la ejecución apasionada (en Saint-Saëns, sobre todo) como por la delicada utilización de volúmenes etéreos obtenidos mediante una sutilísima regulación dinámica. Únase a ello la capacidad de comunicación, la belleza de algunos límpidos sonidos sobreagudos y la plena, redonda sonoridad de la cuarta cuerda (en Franck, especialmente). Quisiera destacar también su saber estar sobre el escenario y la sobriedad de sus movimientos, exentos de toda afectación o extravagancia, cualidad muy conveniente para la lectura de Bach, que resultó excelente por la impecable articulación que favorece la inteligibilidad del discurso bachiano. El ferrolano, Ricardo Blanco, es un magnífico pianista acompañante: supo mantener siempre el debido balance sonoro con la intérprete y mostrar en los pasajes a solo cualidades más que notables.