Nuevos descubrimientos sobre la Fábrica de Tabacos y la Fábrica de Cerillas se recogen en el último ensayo de Ana Naseiro, La fábrica de tabacos y la fábrica de cerillas. Factores de transformación de una ciudad. El libro, que la facultativa de Archivos del Estado presentaba esta semana, explora la historia de los edificios desde su creación hasta la Guerra Civil, revelando las consecuencias que su actividad tuvo en el crecimiento urbanístico de A Coruña.

- ¿Qué es lo que le atrajo de la Fábrica de Tabacos?

-Me llamó la atención un expediente sobre un conflicto que existió entre la Marina y Hacienda sobre la propiedad del Arsenal. Y es en el Arsenal donde justo se establece la Fábrica de Tabacos de A Coruña. Tenía más documentación inédita, y lo que pensé como un artículo se convirtió en un libro.

-¿A qué conflicto se refiere?

-A la batalla por los terrenos en los que se instaló la fábrica, que son muy estratégicos desde el punto de vista geográfico, militar, portuario? De hecho, allí se establece la Fábrica de Tabacos porque llegaban las materias primas justo a esos almacenes. A medida que va ampliándose, hay más conflictos con la Marina, que quería vender los terrenos a particulares para potenciar el puerto de Ferrol.

-Esa ampliación de la fábrica, ¿influyó en la ciudad?

-Sí, la evolución de la Fábrica de Tabacos influyó en el urbanismo de la ciudad hoy en día. Ayudó a configurar el actual ensanche y el puerto. De hecho, la fábrica potencia el desarrollo de este último, porque no solo llegaban materias primas para el tabaco que se hacía aquí, sino para la fabricación a nivel nacional.

-¿Cuáles fueron los cambios?

-Hay un paralelismo entre la evolución de la fábrica y el ensanche que hoy conocemos, que es la zona de La Palloza con sus puertos y su vía férrea. De hecho, la vía se extiende hasta el puerto de la Palloza para la recepción de esas materias primas. También va desapareciendo el Arsenal, van surgiendo las calles que configuran hoy la ciudad? Es interesante, pero la evolución industrial y urbanística de A Coruña apenas está investigada, a pesar de que la historia más reciente es la que es la que nos hace entender lo que somos ahora.

-Otra gran olvidada es la Fábrica de Cerillas. Usted habla en su libro de ella.

-Es una fábrica que ahora ha desaparecido, pero llegó a producir en su momento más álgido cerillas a nivel internacional. La estableció en el siglo XIX Guillermo Zaragüeta, que se instaló en la ciudad porque huía de las Guerras Carlistas, y decidió comprar un terreno en Castiñeiras de Abaixo. Ese territorio se utilizó precisamente después para especulación urbanística, por eso ha desaparecido y no hay vestigios.

-¿Por qué cesó su actividad?

-Ocurrió cuando surgió el zippo, en la Primera Guerra Mundial.

-Su investigación acaba en un conflicto posterior, la Guerra Civil. ¿Cómo marcó aquello la historia de la Fábrica de Tabacos?

-Tras la Guerra Civil aumentó la producción de tabaco porque, entre otras cosas, se convierte en una moneda de cambio en los ejércitos. De hecho, querían militarizar a personal de la fábrica, pero la compañía dijo que no se podía porque necesitaban seguir produciendo. Hay que tener en cuenta que A Coruña era un puerto de abastecimiento de ejércitos, y la zona de la Palloza era esencial porque allí atracaban los buques de guerra. También se reflejan ahí los periodos de depuración.

-¿Llegaron hasta la fábrica?

-A mí me sorprendió mucho, porque la depuración normalmente la asociamos al personal civil y militar, pero en este caso está asociado a los obreros. La Fábrica de Tabacos de A Coruña es una de las primeras zonas en ser ocupadas después del alzamiento nacional, y aquí se iniciaron los expedientes para determinar quién se quedaba porque seguía las ideas del régimen franquista y quién era expulsado porque se le acusaba de comunista, sindicalista o anarquista. Las normas que salen a nivel nacional vienen de la experiencia de la Fábrica de Tabacos de A Coruña.

-¿Encontró casos destacados en esa represión?

-A mí me pareció anecdótico el caso de una señora que pide que le abran un expediente de restablecimiento de su trabajo en la fábrica porque la habían separado del servicio. Ella escribe su carta explicando que no tiene nada que ver con movimientos políticos, y que lo único que le pasó es que se fue a Madrid a operarse de la vista. Allí justo le coincidió la guerra, y no pudo salir, porque era la zona republicana, pero aquí se le había acusado de ser partidaria de ese bando.

-Mujeres como esa eran las que integraban la plantilla de la Fábrica de Tabacos. Sus manifestaciones son un hecho conocido.

-Sí, porque las condiciones laborales que tenían eran nefastas. No estaban en lugares suficientemente ventilados e iluminados, trabajaban muchísimas horas y se les mal pagaba porque, como hoy en día, la mujer cobraba menos que el hombre. Normalmente no se manifestaban porque perdían el trabajo, pero eso no significa que no se organizaran en un determinado momento para hacer boicots a la fábrica cuando sus condiciones eran horrendas. El libro resalta que el sindicalismo ha sido originario en el ámbito de la mujer, aunque parece que siempre haya sido cosa de hombres.

-Y siendo un sitio con tanta historia, ¿qué opina de que la fábrica sea ahora sede judicial?

-Yo soy partidaria, aunque creo que se ha hecho poco estudio de la historia arquitectónica del edificio, porque he visto el informe que hizo la Xunta, y no se han investigado los planos que existían en Tabacalera. El tema de hacer una reconstrucción arquitectónica desconociendo el lugar me parece un problema, pero ha quedado bien. Además, buscarle un nuevo uso ha sido positivo para que no desaparezca un edificio que es emblemático para la ciudad.