Mucha improvisación, anécdotas personales de la infancia y algo de nostalgia. Eso es lo que ofrece Sergio Fernández en ¿Solo lo veo yo?, su último espectáculo de comedia. El humorista, conocido bajo los focos como El Monaguillo y popular por su participación en programas como El Hormiguero, llevará los mejores monólogos de sus dos décadas de carrera a las tablas del Palexco, donde estará mañana a partir de las 20.30 horas.

- Con todo lo que ha girado este año por España, el espectáculo estará más que rodado.

-Estoy muy contento, porque ha funcionado muy bien en todas las ciudades. Creo que es lo más gratificante que he hecho en mi carrera hasta ahora. También porque es un espectáculo diferente a lo que hago habitualmente.

-¿Se desmarca?

-Sí. Nada más empezar bajo con el público, empiezo a interactuar con él. Así que lo nuevo que tiene es que la mitad del espectáculo lo improviso. Es un show muy blanquito, para toda la familia, porque he conseguido un público muy amplio. Podríamos decir que es el resumen de veinte años de mi carrera haciendo monólogos. Hablo sobre todo de mi infancia, pero cada noche es diferente, porque el público lo es y no sabes qué va a pasar.

-Lo sorprende al bajar del escenario, ¿los espectadores también le sorprenden a usted?

-Me sorprenden bastante, pero siempre positivamente. Por ejemplo, en una función había una señora que tenía muchas ganas de abrazarme. Fui hacia ella, y entonces empezó a decir cosas que no entendíamos. Resulta que me estaba preguntando si tenía unos minutos para ir a su casa a ponerse la dentadura. Le dije que prefería que no, y cada vez que ocurría algo, yo le daba un micrófono y era un festival. Era una señora con mucha gracia.

-¿Y El Monaguillo de niño?, ¿también la tenía?

-Yo era bastante travieso. Cuando iba al cine, cuando iba a las atracciones de feria? Allí te estabas jugando la vida, porque hace 40 años no estaban homologadas. Tú te subías al cacharrito y decías: "Madre mía, ¡no tiene mierda esto!". En el espectáculo hablo de eso, de mi primera mascota o de la primera vez que ligué? Aunque yo nunca he ligado mucho, porque me falla el cuerpo y la cara.

-El carisma no, porque lleva 20 años subido a un escenario. ¿Con qué se queda de este tiempo?

-Me quedo con haber conseguido las tablas suficientes para poder hacer lo que hago ahora. Interactuar con el público, tener seguridad? Y también con el aprendizaje. Yo empecé desde abajo, en bares con 20 personas donde había borrachos en la barra que no te dejaban hablar. Todo eso es una escuela para una profesión que yo he tenido la suerte de vivir. La verdad, he conseguido llegar a un sitio bastante alto, en el que me siento privilegiado de poder estar. En televisión estoy en el mejor programa de entretenimiento, El Hormiguero, en teatro he trabajado con los mejores, y solo me queda seguir trabajando.].

-¿Cómo recibió el éxito?

-Con el éxito entré en una espiral de no poder descansar, porque estaba en el teatro, hacía radio, El Hormiguero? Te vas metiendo en fregados, pero ¿a quién le dices que no, cuando te estás llamando tus ídolos? Josema Yuste y Pablo Motos quieren trabajar conmigo, ¿cómo les voy a decir no? ¿Cómo le dices que no a gente que va a revalorizar tu carrera? En este oficio de hacer reír, yo creo que lo más importante es no ser holgazán. No es un oficio para vagos. La comedia es el trabajo más serio que he tenido.

-Hoy es un trabajo de riesgo.

-Porque hoy todo el mundo está con una escopeta cargada, y el humorista es un blanco fácil. Es verdad que hay humores más y menos transgresores. Yo en eso no me meto, pero creo que la gente que hace un humor transgresor en España es suficientemente inteligente. Trata la actualidad y te puede molestar, pero de eso siempre ha habido. Los Monty Python hace 40 años hicieron La vida de Brian y la prohibieron en medio mundo. Y ahí está, es una obra maestra del humor. La salud de la comedia es buena, no podemos decir que hay problemas en el humor de España por dos casos que están mal leídos. Lo que no hay que hacer es ofender a ningún colectivo, pero necesitamos que haya gente que levante un poco la manta.