Jordi Sierra i Fabra habla como escribe: rápido, disparando palabras sin dejar apenas tiempo para encajarlas en la mente. Sus historias -ya más de 500- le salen igual. "Tengo práctica, escribir es lo único que he hecho", reconoce el autor, que descerrajaba este año sus últimas balas en El gran sueño. La historia, un retrato de la emigración española a Nueva York en el siglo XIX, la presentará el próximo lunes en Moito Conto, donde estará a partir de las 19.30 horas.

- Ha demostrado ser rápido a la hora de escribir, pero El gran sueño le ha llevado dos años.

-Siempre que tengo una idea para un libro que requiere documentación, no me lanzo de cabeza. Voy tranquilamente recopilando datos. Esta vez, estaba viendo una de esas películas americanas de emigrantes y vi que siempre se habla de lo mismo: que si los chinos, que si los polacos, los irlandeses? Y me dije: ¿Y españoles? Hubo. A partir de ahí empecé a documentarme.

-Hizo el mismo viaje que sus protagonistas, de Barcelona a Nueva York.

-Sí. En el último viaje, en diciembre de 2014, estuve en algunos lugares. En Battery Park quedan algunas ruinas de Castle Garden, a donde llegaban los emigrantes antes de Ellis Island, y estuve una hora sentado allí en medio, recibiendo energía. También empecé a hacer el guion. Lo más importante del libro es la vida en Nueva York que se cuenta, que está muy documentada y trabajada. Era muy dura, como es hoy en día la de cualquier emigrante, pero lo que importaba era que los hijos tuvieran una mejor.

-¿No ha quedado ese sueño un poco deslucido, con la llegada de Donald Trump al poder?

-Hombre, es que el sueño americano es el del propio americano. Para los que llegan allí es una pesadilla.

-La que narra aquí la define como su obra total, y eso que tiene más de 500 libros.

-Eso es la típica propaganda, aunque es el libro más gordo que he hecho nunca, eso sí. Es una obra en la que he estado investigando mucho más tiempo del normal, y que escribí en cinco semanas? A lo mejor cualquier escritor dice: "¿Cinco semanas para hacer este tocho?". Para mí, que he estado como mucho tres semanas para un libro policíaco, cinco es muchísimo.

-Eso es por la famosa técnica Sierra i Fabra. Ya la tiene patentada.

-Exacto. Primero investigar, hacer el guion previo? El guion es la clave, ahí va todo. Aquí yo estoy dirigiendo una sinfónica en la que tengo que tener cuidado de que los violines no salgan más que los bronces, o la percusión más que los vientos. Eso, sin un guion previo y exhaustivo, no se puede hacer.

-¿Nunca ha escrito sin guion?

-Sí, pero de cada diez libros que hago, nueve son con guion. Aunque, si hago un libro infantil, no me hace falta coger papel y boli. Escribo desde los ocho años y ahora tengo 71, te juro que tengo práctica. Pero eso es solo cuando tengo las cosas muy claras. Este verano, por ejemplo, me he hecho un libro sin guion en 6 días y es totalmente insólito. Y cuando lo acabé, pensé: "¿Yo he hecho esto? Qué fuerte".

-¿Todavía se sorprende?

-Sí. Y eso es lo maravilloso de mi vida. No doy nada por sentado. No pienso que ya he llegado al tope. ¿Cómo puedo decir ahora que, por haber ganado premios, quito la quinta marcha? ¡No! ¡Si cada día estoy mejor! Además, muchas veces, sin más, salen ideas. Como la que lanzará el día 1 de octubre Kalandraka, Lo que yo pienso (de todo), un libro en el que no hay una sola línea que doble. Yo siempre he hecho líneas muy cortas, en mis libros hay mucho vértigo...

-¿Y cómo es que lo que menos ha cultivado es la poesía, con el ritmo que tiene el género?

-Me cuesta mucho publicarla. Y no siempre te sale un poema. Yo soy un romántico, un cursi, y si no estoy enamorado, un poema me cuesta mucho hacerlo. Hace unos años, le mandé un poemario a Hiperión, y el dueño me dijo que lo iba a publicar. Al cabo de tres meses le digo: "¿Y el libro?". Y me dice: "No voy a publicarlo, porque los poetas serios de la casa, me han dicho que si te publico a ti, se van". ¿Qué te parece? ¡Los poetas son los hijos de puta más grandes que hay! Van con el cuchillo entre los dientes, ¡se matan! ¡y yo no lo sabía! Se ve que me tomaron como un advenedizo. ¿Quién era yo, un escritor para niños, para publicar en Hiperión? Pero en lugar de sentirme cabreado, me sentí feliz. Pensé: "Qué bueno, he cabreado a los poetas españoles". Ahora hago poesía y me la guardo.

-Y después ve un par de películas, así acaba siempre su rutina. ¿El mundo se ha perdido un Sierra i Fabra guionista o director?

-Por supuesto. De mis 500 libros, al menos 300 son guiones de cine. Se podían rodar. David Menkes, que fue el primero en llevar un libro mío a la pantalla, tiene ahora 11 obras en cartera, pero no conseguimos financiación. Porque estamos en España. No hay dinero, no hay industria? Debo aceptar que mi obra es un desperdicio para el cine.

-Tendrá también que resignarse a otras renuncias. ¿Qué peajes ha pagado como escritor?

-Hay que renunciar a mucho. Yo por un buen libro soy capaz de hacer cualquier cosa, de meterme en cualquier berenjenal. O incluso de poner mi vida en peligro, como cuando he estado a punto de morir en viajes. Para hacer que tu don valga la pena, tienes que pagar un peaje bastante duro, y yo he tenido que pagar muchísimos. A veces me defino como un suicida emocional.

-¿Por qué?

-Porque tú en la vida no quieres pasarlo mal, pero a veces tienes que sentir cosas para poder expresarlas luego en un libro. Así que me obligo, me suicido emocionalmente para entender algo que, si no, no habría entendido.

-Quizá por eso hoy es 71 años de pura literatura. ¿Se hará viejo cuando deje de escribir?

-Yo no creo que sea nunca viejo. Muchos colegas míos me dicen: "Jordi, no me sale escribir libros para niños, me siento muy mayor". Pero yo sigo siendo un crío de quince años. No he dejado de serlo, no sé por qué habría de cambiar.