Con la escenografía de los corrales de comedias del Siglo de Oro y su extravagante y exitoso modo de entender el violín. Así llegará el próximo sábado 20 de octubre Ara Malikian al Coliseum, en el que aterrizará dentro de la segunda parte de su gira The Incredible World Tour of Violin. El violinista, famoso por su modo de acercar la música clásica a todo tipo de espectadores, interpretará desde las 21.00 horas los temas de su último trabajo, The incredible story of violin, en el que narra las aventuras reales y fantasiosas vividas por el instrumento.

-No son muchos los intérpretes que congreguen a un público tan diverso como el suyo. ¿Se siente una rareza en el mundo de la música?

-No llego a pensar que soy una rareza, pero sí hago las cosas a mi manera. Sé que el mundo de la música clásica no está acostumbrado a tener conciertos de masas, pero yo hago la carretera a mi modo. Aunque no me considero un revolucionario, simplemente es mi forma de entender la música.

-¿No le ha pasado factura ese modo de entender el violín?

-Todo pasa factura, pero tienes que ver qué es lo que te interesa. Es verdad que había una época, cuando era más joven, en la que hacía mucho caso a las opiniones del mundillo. Con el tiempo, sin embargo, aprendes que el que siempre va a mandar es el público. Así que si un día un promotor o un crítico te dice que no le gusta lo que estás haciendo, pero a los espectadores sí, lo que importa es lo último.

-Estudió en centros muy prestigiosos, pero no se limitó a los convencionalismos del mundo clásico. ¿Le aburría el encorsetamiento?

-No era una cuestión de que me aburriese, sino de que me di cuenta de que no era lo que yo quería. Quería hacer música sin protocolos, sin reglas? Y, por desgracia, en este mundillo de la música clásica existen muchas reglas que se ha convertido en tradición, aunque a veces no tengan sentido.

-¿Crean barreras con el espectador?

-Estoy convencido de que sí, sobre todo con el público joven, que se siente ignorante porque piensa que no va a entender la música clásica. En mis conciertos, yo intento siempre convencer al público de que la música no hay que entenderla, hay que disfrutarla y dejarse llevar.

-Usted lo hace mezclando música clásica, rock y muchos ritmos de raíz. ¿Qué encontró en lo tradicional para que le interese tanto?

-Lo que encontré fue la vida, la inspiración. Desde niño he tenido la inquietud de ver otras músicas y otras maneras de interpretarla. Hoy en día, eso una de las cosas más inspiradoras de mi profesión. Me ha abierto un horizonte inmenso donde no hay fronteras, que es de lo que va la música. La música es libertad, todo vale mientras emocione.

-Llegó a ella a través del violín que su padre le enseñó a tocar en su infancia. ¿Qué significaba entonces para usted?

-Sí, mi padre era un fanático del violín. Le encantaba y se empeñó en que lo tocase desde que fui muy niño. Para mí era el día a día, no era nada especial. Luego, poco a poco se ha ido convirtiendo en mucho más que un instrumento, porque gracias a él tengo la vida que tengo. Gracias al violín he podido salir de épocas muy difíciles, empezando por la Guerra del Líbano. Si no hubiera tocado el violín, habría sido casi imposible salir del país. También, y a diferencia de otros inmigrantes, he podido estudiar, trabajar y tener una vida digna. Le debo mucho a la música.

-Menciona a los migrantes, ¿cómo ve la crisis humanitaria de hoy, dado su pasado?

-Como cualquier persona que tenga corazón: muy triste y muy preocupado por cómo podemos solucionar este problema. Creo que hay que intentar cambiar la opinión pública que existe sobre los refugiados. No es un problema económico ni político, es un problema humanitario. Son personas que están amenazadas, que dejan su casa para mejorar su vida y que llegan aquí y empeora. Yo te aseguro que para alguien dejar su casa es muy duro. Lo haces cuando estás verdaderamente desesperado y, si llegas a un lugar donde lo tienes peor... El problema de los refugiados hoy día es de los problemas más graves que estamos viviendo. Por él está aumentando mucho el racismo, la xenofobia? Y eso es muy preocupante.

-Usted en España lleva casi dos décadas, ¿ha regresado alguna vez a Beirut, ya como músico consagrado?

-Durante muchos años no regresé, pero en los últimos 5 lo hice bastante. El año pasado hice un concierto ahí como parte de mi gira The incredible world tour of violin.

-Es el primer disco en el que todos los temas están compuestos por usted. Ha tardado en atreverse.

-Llevaba componiendo mucho tiempo, pero siempre para mis propias necesidades. Esta vez, como quería contar la historia de mi violín, decidí hacer un disco a su medida. Cuenta su historia, a veces irreal y otras real.

-¿Y cuál diría que es la mejor parada de ese camino?

-Tiene una historia muy peculiar con mi abuelo, fue un regalo de él. No es valioso económicamente, pero le salvó la vida en el genocidio armenio, en el que perdió a toda su familia. Él pudo sobrevivir porque alguien le dejó este violín para que fingiera ser parte de un grupo musical. Así pudo huir del Líbano. Tengo que estar verdaderamente orgulloso de este violín, porque es la razón de que yo esté aquí.