Emblema feminista dentro de la escena latinoamericana y nacional, Javiera Mena llega esta semana a Afundación para sumarse al ciclo de Acreativa, un proyecto cultural que pone el foco este año en la presencia de la mujer en la música. De la mano de los temas de su nuevo disco, Espejo, la artista chilena se suma a la iniciativa con un directo en la ciudad, que tendrá lugar a partir de las 22.00 horas.

- Hace unos años con Otra era , y ahora con Espejo . Su música últimamente siempre sugiere cambios, transformaciones.

-Sí, soy una persona a la que le encantan. Por eso creo que la gente vio una gran diferencia entre Otra era y Espejo. Las letras también hablan sobre cambios, miedos, dolor? Es un viaje bien interno, por eso se llama así. Es como poner un espejo y verte a ti mismo.

-¿Cómo la refleja este trabajo?

-Yo trato de abstraerme un poco de mí para dar un mensaje más universal, pero uno no se abstrae a pesar de que quiera. No dejan de ser las experiencias que uno vive pasadas por el filtro de tu mente, así que los temas tienen mucho de mí, de mi vida y de mis propios dolores.

-Con todo el ruido que hay hoy en día, un disco sobre conocerse a uno mismo parece una rareza.

-A nivel mainstream se está cultivando un mensaje muy para fuera e hipersexualizado. Yo voy hacia otro lugar, uno de cuidado de uno mismo, de autoconocimiento? Este disco un granito de arena a una sociedad que está hiperestimulada todo el tiempo.

-Es su quinto álbum desde 2006, ¿le lleva tiempo componer?

-Yo creo que para cualquier artista el proceso creativo es muy inseguro, porque no deja de ser generar algo de la nada y saber que el público está esperando. A cada disco que saco siento que hay más miradas y más referentes de comparación de mi propia obra, y el momento de componer no deja de ser un lugar incómodo. Está la fantasía de que el artista está con una copa de vino mirando la luna y escribiendo hermosamente, pero no es así. Tiene mucho de neurosis, pero hay que aceptarlo y tratar de seguir.

-Con Espejo deja atrás al que fuera su productor habitual, Cristián Heyne, ¿es un adiós definitivo?

-Como dice el dicho, nunca digas nunca, pero creo que era un buen momento para agarrar las riendas al 100%. Decidí focalizar de otra manera el proyecto, y me gustó un montón.

-¿Tenía ganas de asumir un mayor papel como productora?

-Sí. De hecho, me encantaría a estas alturas empezar a producir a otra gente. Creo que ya tengo bastantes conocimientos. En este disco exploré más eso.

-A muchos les recuerda a ese primer Esquemas juveniles .

-Yo también pensé que podía ser un poco como Esquemas juveniles, porque si lo comparas con Otra era, es más tranquilo. Tiene más baladas, mis tempos... Pero también es diferente, el primer disco era otro universo.

-Decía en una entrevista que hay quien la escucha en secreto. ¿Cómo es eso de ser un placer culpable?

-[Risas] Es que en Chile, sobre todo, se me ha relacionado mucho con la cultura gay. En ese sentido, tengo un amigo que decía que sus amigos escuchaban mi música en secreto, porque para la gente mi música es muy gay o muy de mujeres. A ellos en el fondo les gustaba, pero les daba vergüenza no ser tan viriles [se ríe].

-Habla de ser un emblema gay. También lo es feminista. ¿Cómo ve la situación de la mujer hoy en la industria musical?

-Yo creo que toda la música mainstream se ha ido hipersexualizando. Hay una cosa psicológica ahí que tiene que ver con el marketing, y siento que en mi caso soy una artista que va por otro lado. A nivel estético y de mensaje, mis vídeos buscan otra cosa.

-¿Hay diferencias en la escena entre Latinoamérica y España?

-El debate está igual. Hay mucha controversia en cuanto a darnos cuenta de que en los lugares de poder hay muy pocas mujeres, y de que las que están son muy pocas y son juzgadas con ese: "¿Qué habrá hecho?". Estamos en un momento de discusión, pero nadie puede hacer ya la vista gorda. Hay toda una cultura de muchos años atrás que está cambiando.