La distancia vital entre un padre y un hijo es grande, pero a veces puede acortarse con algo tan simple como la danza. Ese ha sido el último objetivo de La Macana, la compañía de los bailarines Alexis Fernández y Caterina Varela, que se proponen con Pink Unicorns alcanzar el terreno común que comparten ambas generaciones. Los puentes que las unen, a pesar de los contextos tan diferentes de cada una, son los puntos por los que transita la obra. Su alocada mezcla de coreografías, música y performances llegará este sábado al Teatro Rosalía, donde se representará por primera vez en Galicia tras su estreno este septiembre en Alemania.

El espectáculo, que comenzará a las 20.30 horas, reunirá sobre el escenario al codirector de la compañía y a su hijo de 14 años. Los dos defenderán una pieza construida sobre el concepto más amplio de la danza contemporánea, en la que se fusionarán distintos tipos de baile y escenas teatrales con el canto. "Es una obra con un tono muy divertido, pero también con una gran exigencia. Alexis y Paulo acaban agotados", cuenta sobre la obra Caterina Varela.

La directora y coautora de Pink Unicorns señala esta demanda física de las coreografías como uno de los retos de la pieza, que se ha convertido ya en uno de los mayores desafíos de la compañía. Abordarla desde la inexperiencia de un artista amateur como Paulo Fernández, y lograr que la defendiera al "nivel" alcanzado durante la larga trayectoria de su padre fue otro de los obstáculos en el proceso de trabajo, en el que la intimidad de los ensayos con la familia se erigió como otro de los puntos clave. "Bailar con tu padre o con tu hijo no es lo mismo que hacerlo con otros intérpretes. Es algo muy pegado a ti, una relación privada de la que tienes que ver qué cuentas y que no", explica Varela, que contó en el proceso de desarrollo con la ayuda del coreógrafo Samir Akika.

El artista francés alimentó la "confianza" de la compañía en el proyecto, y ayudó a "sacar brillo" a las habilidades acrobáticas de Paulo Fernández. En total, los creadores estuvieron ocho semanas desarrollando la obra en coproducción con el Theater im Pumpenhaus y el Theater Bremen, un verano que, aseguran, marcó un punto de inflexión en sus vidas. "Todavía no somos muy conscientes, pero algo ha pasado en nuestra familia este verano. Estar en un estudio de danza durante tanto tiempo, haciendo cosas que no solemos hacer, nos acercó e hizo que nos conociésemos más", cuenta la directora, pareja de Alexis desde hace años.

El mayor cambio, sin embargo, lo experimentaron los Fernández. Bucear en su vínculo paternofilial supuso para ellos un recorrido "transformador", que llevó a Alexis a "abordar" por primera vez desde la danza su "faceta como padre" y, a su hijo, a "enfrentarse" consigo mismo como parte del proceso creativo. El resultado, Pink Unicorns, habla de la relación personal que mantienen, pero también de la que existe en cualquier otra familia. "Hemos hecho muchas piezas en estos diez años de La Macana, pero esta es especial. No pretendíamos que fuera una obra sensiblera, pero el público se queda con el corazón encogido, porque hablamos de una relación universal", cuenta la artista, que señala como "lo más interesante" de la pieza el haber "encontrado un lugar común" entre generaciones.

Con su representación, Varela espera trasladar ese punto compartido más allá de las tablas, y "animar" a los espectadores a que lo alcancen dentro de sus propias vidas. El esfuerzo implica superar las diferencias que surgen de los distintos momentos vitales de las partes, pero el premio, apunta, lo compensa todo. "Hay un terreno común. No estamos acostumbrados a ir hacia él, pero nos gustaría que esta pieza invitara a ese desplazamiento, porque la recompensa es enorme", concluye.