Lleva años sin ejercer la medicina, pero su conversación todavía deja entrever algo de aquel pasado. "No hay líneas rectas en la biología, y tampoco las hay en mis canciones ni en mi manera de ver el mundo", apunta Jorge Drexler sobre los temas de su último trabajo, Salvavidas de hielo. El cantante uruguayo, afincado desde hace décadas en España, presentará sus nuevas composiciones esta noche en el Palacio de la Ópera. La guitarra, con la que crea todos los sonidos del álbum, será la protagonista del espectáculo, que comenzará en el recinto a partir de las 20.30 horas.

-Un ballet, la bomba discotequera de Bailar en la cueva y ahora este Salvavidas de hielo . No puede negar la experimentación de los últimos años.

-Sí, la verdad es que me encanta probar cosas diferentes. Me gustan las cosas en su complejidad biológica. No hay líneas rectas en la biología, y tampoco lo hay en mis canciones ni en mi manera de ver el mundo. En ese sentido, es como si cada disco fuera una lente nueva que cambia la visión que tengo de mí y del entorno.

-¿Y qué objetivo ha usado para Salvavidas de hielo ?

- Salvavidas de hielo está más centrado en la guitarra. Es la locura de base de este disco. Todas las percusiones están tocadas con ella. Es lo opuesto a lo que hicimos en Bailar en la cueva, que fue muy expansivo, con muchos instrumentos diferentes.

-¿La idea era explorar las posibilidades del instrumento?

-La idea era reducir las opciones. Yo soy una persona muy curiosa pero muy dispersa también. El hecho de tener todos los instrumentos del mundo metidos en un teléfono y poder usar el que quieras a mí me paraliza. En esa situación, lo más importante es ponerse límites para no ahogarse. Así que lo que hice fue restringir los elementos, lo que me ganó durante un par de horas la enemistad de varios percusionistas [se ríe]. Hubo que abusar mucho del oído y de la imaginación.

-El resultado fueron temas como Silencio . Toda una canción dedicada a la ausencia de sonido, ¿no es contradictorio?

-El disco está lleno de contradicciones, y tienes razón, es una canción que está hecha para contradecir. Se llama Silencio y es la canción que tiene más ruido del disco. También es un homenaje a John Cage, el compositor norteamericano que tiene una pieza que eran 4' 33" de silencio, nada más. Es una forma de decir, ante la oferta y el pedido de todo, que no encuentro nada más valioso que un instante de silencio, de dejar de intentar pedirle o darle nada al otro.

-¿A quién le pediría ese silencio hoy, en el panorama político?

-Ese silencio está hecho para pedírmelo a mí. Muchas veces no escribes sobre lo que has conseguido, sino sobre lo que deseas. Soy una persona a la que le cuesta estar en silencio, parar la cabeza. Yo creo que el silencio es muy beneficioso para todos, para un político también, porque están sometidos a una permanente apariencia de control que casi nunca tienen [ ríe].

-Pensé que diría Donald Trump, dado el compromiso migratorio que se ve en su trabajo.

-Estoy de acuerdo contigo. Habría que pedirle silencio a Donald Trump, porque habla de manera innecesaria y dice barrabasadas. Pero es lo más fácil también, siempre vas a despertar una ovación.

-Entre Trump y el repliegue sobre sí mismos que están experimentando los países, ¿hacen falta temas como Movimiento para poner un poco de sensatez?

-No me gusta arrogarle a mi profesión ese poder. Me parece muy arrogante, porque de lo que está lleno el mundo de la canción es de insensatez [se ríe]. Yo escribo sobre lo que siento. Como dice la canción, yo soy padre, hijo, nieto y biznieto de inmigrantes, y es un tema que me toca muy de cerca. Cuando lo veo en el Mediterráneo o en América Central, me parece que mi rol es tender puentes y Movimiento los tiende entre el presente y el pasado de nuestra especie. Lo que trato de decir es que apenas nos pusimos sobre dos pies empezamos a migrar. Lo hemos hecho siempre. Somos todos recién llegados. Las fronteras solo están en la imaginación.

-Usted las salvó hace más de veinte años, gracias a Sabina. ¿Por qué llega ahora este agradecimiento de Pongamos que hablamos de Martínez ?

-Porque uno no escribe sobre lo que quiere, sino sobre lo que puede, y no escribe cuando quiere, sino cuando surge [risas]. Las canciones tienen un tempo propio. Tenía que haber escrito hace 23 años esa canción, pero apareció ahora. La salida del disco de Joaquín me hizo recordar: "Tengo una canción pendiente de agradecimiento que cuente la importancia que tuvo en mi vida".

-Él vio su potencial, ¿usted también lo había visto en aquellas primeras composiciones?

-No, nunca se me había ocurrido, jamás. Cuando le conocí tenía 30 años recién cumplidos. Tenía dos discos en Uruguay que había pagado trabajando como médico, y nunca se me había ocurrido que a ningún otro intérprete le interesara cantar mis canciones. Y Joaquín fue lo primero que me dijo: "Vente a España porque te van a querer grabar". Fue como visitar al oráculo. Por eso le estoy tan agradecido, porque me impulsó.

-La razón se le dieron todos los premios que acumula, y las nominaciones a los Latin Grammy que tiene ahora Salvavidas de hielo .

-¡Cinco!, ¡es una locura! Un disco artesanal, hecho con un solo instrumento? Es la aventura más arriesgada que hice desde el punto de vista sonoro. Estoy encantado de que se abra camino.