Han pasado más de treinta años desde su última actuación, pero el legado de Queen continúa intacto. Prueba de ello son los cientos de espectadores que se agolpan cada año para disfrutar de una de sus mejores bandas tributo, Dios Salve a la Reina, que celebra este 2018 sus dos décadas sobre el escenario. Este domingo, a las 20.30 h., la formación llegará a la ciudad con los éxitos de Freddie Mercury bajo el brazo. El Wembley '86, último concierto en vivo del cantante, será el espectáculo reproducido por los argentinos, que tocarán en el Palacio de la Ópera liderados por Pablo Padín.

-¿Es distinta la emoción al enfrentarse a este Wembley '86?

-La verdad es que cada show es una emoción distinta que enfrentar. El público quiere lo mejor de nosotros cada vez que subimos al escenario, y ese es nuestro compromiso.

-Pero emular a un grupo como Queen debe de ser un reto importante.

-Yo creo que la prueba de fuego en nuestros inicios fue tocar en Inglaterra. Eso supuso un desafío de aceptación muy grande, porque todos conocen la música de Queen al pie de la letra y todos esperan el mejor Freddie Mercury que tienen en su memoria arriba del escenario.

-¿Hasta qué punto juega un papel determinante una banda tributo como la suya a la hora de mantener viva la música de Freddie Mercury?

-En algún momento de todos estos años, las bandas tributo eran la única manera de acercarse a Queen. Quizás en ese momento no éramos conscientes pero, visto en perspectiva, fue un privilegio mantener un poco del legado vivo. Hoy es un momento muy rico para la historia de Queen, con sus miembros aún en gira y una película por salir a la luz. Como fans, nos pone contentos todo lo que veamos de ellos dando vueltas.

-Ustedes llevan dándolas ya veinte años, ¿imaginaban un recorrido tan largo?

-¡De ninguna manera! Nunca pensamos en la banda como otra cosa que un grupo de amigos disfrutando de tocar música, lo demás vino solo. Es verdad que, después de más de 1000 conciertos, a veces uno pierde la dimensión. Por eso es importante para nosotros cuando vemos al público llorando, o diciendo que fue el mejor concierto de sus vidas. No nos terminamos de creer que signifiquemos tanto, pero si es así, ¡es una bendición!

-Para el público de España ya son habituales.

-El público español es uno de los más efusivos del mundo, y es una de las giras que afrontamos con mayor placer. Amamos España como nuestro segundo hogar, aunque Queen gusta en todo el mundo.

-La revista Rolling Stone les definió en su momento como la "la banda número 1 tributo a Queen del mundo". Un título así, ¿no genera presión?

-Somos bastante sanamente irresponsables en no pensar en nosotros mismos como algo impresionante. Somos el mismo grupo de amigos que sigue tocando Queen. Obviamente, muchas cosas han crecido, pero la esencia es la misma.

-En ese crecimiento se han topado con varias de las personas que llegaron a trabajar con la banda, como Brian May. ¿Les ayudaron a interiorizar a los artistas para llevarlos a escena?

-Conocimos a Brian hace un montón de años y nos dio su bendición. Claro que no éramos el grupo masivo de hoy en día. ¡Nos intriga que diría hoy! El resto de los cercanos a Queen -productores, managers, asistentes personales- nos enriquecen contándonos cómo eran internamente, y eso hace que crezca la leyenda y nuestro fanatismo.

-Les viene de lejos, ¿recuerdan la primera vez que escucharon a la banda?

-En los 80 Queen fue muy fuerte en Argentina, ahí todos empezamos a escucharlo en nuestra adolescencia. La música que pasó en los 70 y 80 nunca se volvió a repetir en calidad. Es un alivio que las generaciones nuevas estén volcándose para volver a escuchar la era dorada de la música.