- Aterriza en A Coruña con su nuevo proyecto, Jazz Batá II , dedicado a su padre. ¿Cómo le rinde homenaje con el trabajo?

-El disco está dedicado íntegramente a mi padre, no solo por el tema 100 años de Bebo sino también porque él comenzó a incluir los tambores batá en su orquesta Batanga.

- Este año se cumple el centenario del nacimiento de Bebo Valdés. ¿Ve sus huellas en la situación actual del jazz, fue decisivo para el modo en el que ha evolucionado el género, al menos en la isla?

-Yo creo que él dejó su huella en la música cubana y el jazz. Todas las nuevas generaciones de músicos en Cuba han estudiado a Bebo. Es una asignatura obligatoria para los que van al fondo de las raíces, su obra es inmensa.

- Dice que su padre descubrió su talento cuando le encontró tocando en el teatro sin que nadie le hubiese enseñado. Imagino que se quedaría sorprendido, ¿no?

-Muy sorprendido, realmente él se olvidó una partitura y regresó a la casa y según contaban mi madre y mi abuela me descubrió tocando con ambas manos a los 3 añitos.

- Su debut musical precisamente fue con él, de la mano de su orquesta Sabor de Cuba. ¿Cómo vivía el tocar junto a su padre en aquellos conciertos?

-Una responsabilidad muy grande, él siempre ha sido muy exigente.

- Luego vinieron las actuacio nes internacionales, la primera hace ya 50 años en Moscú. ¿Era distinto ser músico internacional que ser jazzista en Quivicán, le parecieron las cosas muy diferentes a las de la isla entonces?

-Realmente nos fuimos a La Habana muy pronto, íbamos a Quivicán solo en las fiestas. Bebo enseguida comenzó a trabajar en Tropicana y eso hizo que entrara en un mundo que desde Quivicán no lo hubiésemos visto. Todo el mundo del jazz y los artistas del momento pasaban por ahí y eso nos ayudó a abrir nuestra perspectiva.

- Su recorrido por el mundo empezó después de sorprender con su nueva forma de entender el jazz. ¿Cómo llega a usted ese batá y esos cantos yorubas, esa inquietud por experimentar con las raíces afrocubanas del género?

-Esas raíces las tenemos en nuestro ADN, al menos los que somos afro-cubanos. Lo mío solo fue fusionarlo con otras músicas con una raíz común.

- ¿Jugó un papel en esa inquietud las influencias sonoras que ha recibido Cuba a lo largo de su historia?

-Sin duda.

- Los puristas de la música popular cubana se llevarían las manos a la cabeza cuando usted empezó a jugar con el modo de interpretarla, ¿con qué esquemas predeterminados de la música estaba rompiendo?

-Bueno, eso sucede siempre con las personas que innovan, todo se transforma y yo lo que hice fue tomar elementos del son, del jazz, de los sonidos modernos y eso es lo que se ve reflejado en Irakere.

- Durante muchos años abrió camino en ella a través de Irakere. ¿En qué punto está hoy ese puente que ustedes tendieron entre lo clásico y lo popular?

-Hay muchos jóvenes en Cuba que están haciendo muy buenas fusiones con su música de raíz. Está en un muy buen momento.

- Recordaba hace poco a la formación en uno de sus trabajos. ¿Le pudo el peso como líder en aquel 2005 de la separación?

-Mira, el hecho de llevar una banda grande hace que uno como músico no pueda explayarse y Joe Zawinul me dijo, haz un grupo más pequeño o toca solo y eso es lo que vengo haciendo desde antes de terminar con Irakere en el 2005.

- Decía en alguna entrevista que Irakere ha sido el grupo más importante de la música cubana, ¿ha encontrado ya su relevo gene racional, tiene herederos en el panorama musical?

-Hay muchos grupos muy buenos, como Habana de Primera, pero es muy difícil superar a Irakere.

- Sin embargo, el jazz sigue siendo un género de minorías. ¿Lo ve llegando algún día a las grandes masas, qué es lo que frena tanto al género?

-Es otro lenguaje y a veces mucha gente no entiende lo que pasa. No creo que se masifique. Ojalá.

- Le hablaba antes de la música clásica. Tengo entendido que está entre sus proyectos de futuro dedicarse más a ella. ¿En qué punto está ese sueño?

-Realmente yo tengo un proyecto sinfónico que lo he llevado a cabo en el Teatro Colón de Buenos Aires y en algunas ciudades de Estados Unidos, pero no toco piezas clásicas puramente, toco a Cervantes y también temas de mi repertorio ampliado a Orquesta como Nanú, Claudia, Chaka Zulú, El Manisero, entre otros.

- ¿Y su relación con Cuba? Hace tiempo que su residencia está en Estados Unidos.

-El 9 de octubre realicé un concierto en Quivicán por el centenario de Bebo y mi cumpleaños y todo el pueblo estaba en la calle, fue todo una fiesta.

- La situación en la isla no tiene muy buena prensa por parte de los artistas que triunfan en el exterior, ¿la situación política de Cuba no entorpece el desarrollo musical del país?

-La política no es mi especialidad, no me alcanza el tiempo para investigar musicalmente todo lo que necesito.

- Sin embargo, se quejaba algún cubano del avance del reguetón por la isla. ¿Está invadiendo el espacio de géneros tan clásicos de Cuba como el jazz en este caso?

-Hay público para todos los géneros.

- Usted ya ha dejado en el jazz una huella imborrable, aunque decía en una entrevista que ser considerado uno de los mejores músicos de la historia le daba miedo, ¿no se ha acostumbrado al título, después de tantos años de carrera?

-Para nada, yo sigo estudiando el piano como cuando comencé y todo lo tomo con el mismo ímpetu que si lo hiciera por primera vez.