Con apenas tres años, Leticia Moreno ya había encontrado la pasión a la que dedicaría su vida. "El violín es como una extensión de mi cuerpo", admite la intérprete, que pasea desde la infancia con su instrumento por escenarios de todo el planeta. Al del Palacio de la Ópera llegará esta tarde a las 20.30 horas, donde ofrecerá un concierto con la Sinfónica de Galicia y el director Andrey Boreyko. La que fuera alumna de Mstislav Rostropóvich interpretará en la urbe el Concierto para violín número 1 de Szymanowski, que sonará junto a piezas de Mahler y Zemlinsky.

- ¿Qué relación desarrolla con la música alguien que ha aprendido a andar al mismo tiempo que a tocar?

-La música es como oxígeno para mí. Hasta hace poco no concebía la vida sin ella, pero creo que la edad te hace ver las cosas con otra perspectiva. De hecho, hasta que tuve a mi hijo, para mí no existía otra cosa que el sonido del violín. Yo no me imaginaba por qué alguien querría hacer otra cosa teniendo esto, me veo muy reflejada en mi sonido.

-¿De qué manera?

-En el violín inmediatamente sale todo a través del sonido, lo primero, tu personalidad. Eso es lo que me fascinó de él. También cómo me siento musicalmente influye muchísimo en mi estado de ánimo. Una obra que esté tocando me nutre, sus emociones pasan inevitablemente por mí, y todo esto te marca mucho y te enriquece.

-Dice que el violín es un instrumento muy exacto. ¿Usted es muy perfeccionista?

-Sí, la verdad es que sí [se ríe]. Pero procuro bajar la guardia. Con el violín también, porque si no, es inviable. Recuerdo que cuando era adolescente era destructiva conmigo misma. Era tan exigente? De hecho, hay muchas vivencias que yo no había tenido y tener que meterme en esos dramas? Eso es algo desgarrador para una niña. Pero también el error es bello. Hay que saber aceptar la naturaleza propia, aunque es lógico no hacerlo en una época como esa.

-¿Ahora es diferente?

-Ahora es muy diferente porque, me gusta escuchar a la vida. Es una de las cosas que he aprendido de los 30 años que llevo aquí, a aceptar y querer mi propia naturaleza.

-Suena a que antes le pesaba más la presión.

-Muchas veces los maestros te ponen ciertas metas y ciertos estereotipos, y todos queremos vernos reflejados dentro de ellos. A mí mis profesores me influyeron de cierto modo, pero yo era muy rebelde, tenía peleas con ellos siempre por eso [risas]. Y yo creo que eso es algo que de alguna manera me ha salvado, me gusta aceptarme como soy.

-¿Cómo le han marcado sus maestros?

-Te van influyendo, también los directores? Todos te marcan y al final eso son pequeños tesoros que van contribuyendo a tu persona. Pero hay que saber tomar aquello que te enriquece y saber dejar aquello que a lo mejor no te sirve. O que no te sirve en ese momento y luego sí. Hay muchos consejos que me dio Rostropóvich que en su momento no entendía, pero que he podido usar más adelante.

-¿Como cuál?

-Recuerdo una vez, saliendo de su casa en Londres, que me dijo: "Has sido elegida para ser un soldado de la música". Y yo dije: "Qué flipado está, ¿no?" [risas]. Claro, yo le conocí con 17 años y entonces no era consciente de lo que estaba viviendo. Ojalá pudiera revivirlo ahora, es el mentor que más consejos generales de vida me ha regalado.

-El del soldado parece un concepto muy militar para un instrumentista.

-A lo que se refiere es a ponerse en los zapatos del autor, que es mi lema. Mi última misión al hacer música es meterme en la piel del compositor. A través de lecturas, datos de la época de la pieza...

-¿Lo hizo con Szymanowski?

-Yo conocía ya este concierto, lo toqué con la Orquesta Simón Bolívar hace años, y fue una experiencia muy diferente a la de ahora, porque uno cambia mucho. He disfrutado mucho con el trabajo tan intenso que hemos hecho con Andrey [Boreyko]. Ayer estuvimos comentando anécdotas de Szymanowski, intercambiamos datos sobre su vida? Incluso he leído algunos fragmentos que ha escrito. En realidad, cuando leo algo sobre un compositor para mí es como una confirmación de lo que ya he sentido a través de la partitura. Ningún lenguaje va a ir tan directo al alma como el de la música. Si no comprendes algo, es porque no estás escuchando de verdad.