Están en uno de sus momentos más álgidos, pero han decidido despedirse de las tablas. L.A., el grupo mallorquín liderado por Luis Alberto Segura, acomete estos días sus últimos conciertos como parte de la gira de su nuevo trabajo, King of beasts, con el que apostaban por llegar a las grandes masas. Mañana a las 21.30 horas, la banda interpretará sus temas en Palexco de la mano del ciclo Momentos Alhambra Acustiquísimos, que sacará a escena tras su directo a Tulsa.

- Nos encontrábamos hace poco con la noticia de su separación.

-No es separación como tal, sino un tiempo, porque han sido diez años sin parar. Desde que sacamos el primer disco, ha sido grabación, gira, grabación? Es muy intenso. Así que llegó un momento en el que dije: "Es hora de parar", porque si no el tiempo pasa y te das cuenta de que has estado cerrado en lo mismo toda tu vida.

-Pero llama la atención que el adiós se produzca justo ahora, cuando acababan de apostar tan alto con King of beasts .

-Pensé que mejor hacer un parón estando arriba que no abajo. Si acabas con el proyecto cuando la crítica te ha fusilado, reanudarlo es imposible. Además, estamos en un momento muy cómodo que apenas tiene riesgo, y yo para seguir creando necesito volver a sentir el abismo de invertir en algo nuevo y jugármela con algo.

-La creación de King of beasts se gestó con miras comerciales.

-Yo casi todo lo que he hecho ha sido con una gran dosis de ambición. Con King of Beasts, empecé a jugar y, casi sin darme cuenta, creé un Heavenly Hell -que fue mi disco más comercial- como cierre de una etapa. Es un disco con mucha ambición, y con muchas ganas de salir fuera y hacer cosas.

-¿Ser comercial no es controvertido para un proyecto que se mueve bajo el sello de lo indie ?

-Totalmente. Yo detesto la palabra indie y la palabra mainstream, porque hace que haya un sector de gente que no te escuche. Capa totalmente tu proyecto. También es verdad que la palabra indie nos ha dado muchas alegrías, porque hemos entrado en un circuito de festivales, y el mainstream nos ha hecho sonar en radios. Hemos estados bailando entre dos aguas, y creo que es lo que ha dejado el proyecto en un limbo.

-¿El no decidirse?

-Claro, porque no lo decidimos nosotros. Yo puedo hacer lo más comercial de la vida, pero va a ser el disco de un grupo español cantando en inglés.

-¿Realmente hay quien rechaza el proyecto por el idioma?

-Sí, claro. Y hay otro sector de gente que no te escucha porque es demasiado mainstream, y festivales que te cierran las puertas...

-Habla de sonar indie o mainstream , pero King of beast a lo que suena es a África. ¿Qué le llevó a inspirarse en este continente?

-Me gusta darle un concepto a todo el tema visual. Y si el disco lo acompaña, como en este caso, que tiene un rollo muy de sabana africana, me resulta más fácil. Se me ocurrió lo del león porque yo soy leo, e hice una bestia de 17 canciones que suenan muy grandilocuentes. Siempre lo imaginé como una película de Spielberg.

-Para grabarla se reencontró con el productor Antoni Noguera, ¿notó la evolución al reencontrarse con él en el estudio, después de ese primer Heavenly Hell ?

-Sí y él igual. El Toni Noguera y el Luis Segura de ahora no tienen nada que ver con los del 2007 en el que nos metimos a grabar Heavenly Hell. La esencia es la misma, pero a nivel técnico, de ejecución y de ideas hay un abismo.

-Contaba en alguna entrevista que Heavenly Hell lo hicieron casi como una broma.

-Porque yo venía de grabar discos en el pasillo y en el baño de casa. En plan indie no, megaindie. Y pasé a grabar en el estudio de Toni, que para mí era Abbey Road. Era como: "Llevo tres discos grabando tres veces el mismo casete para no gastar cinta, ¿y ahora estoy en un estudio como este? Lo van a escuchar mis colegas y mis padres, así que voy a hacer lo que quiera". Y nos pusimos a grabar, no de broma, pero con muchos clichés de broma interna de músico. En realidad, yo ya había tirado la toalla.

-¿Le había desgastado lo de tocar en los bares?

-Claro. Yo me pasé desde el 94 tocando en baretos, llenando el coche de trastos y acabando a las mil de la mañana. Me iba con mi guitarra e igual tocaba en un restaurante que en un bar o en la calle. Esa fue mi cantera.

-También lo fueron grupos como Los Valendas, donde tocaba la batería, ¿cuándo se dio cuenta de que su sitio estaba frente al micro?

-Fue como ahora, que el cerebro me ha pedido un cambio. Fui muy kamikaze, porque pasar de estar sentado detrás de los tambores a ponerte delante con un guitarra sin ser guitarrista? Me la jugué fuerte [risas], pero fue bien.