Está ambientada en el siglo XXII, y protagonizada por una technohumana de combate, pero se acerca a la actualidad tanto o más que cualquier novela realista. "La ciencia ficción te da una herramienta poderosísima para hablar del aquí y el ahora", explica Rosa Montero sobre su nueva novela, Los tiempos del odio, en la que continúa la saga de su detective Bruna Husky. La obra, en la que enfrenta a la replicante con el terrorismo, los discursos políticos radicales y el dolor del amor, la presentará esta tarde a las 18.30 horas en la UNED, como parte de los Encuentros con escritores del Centro de Formación y Recursos de A Coruña.

- Corona esta como la mejor de todas las novelas de Bruna Husky, ¿en qué se ha superado?

-De entrada, en las dos primeras tenía la sensación de que estaba construyendo el mundo. Y en esta es como si ya fuera una realidad. Es como si todo lo que había en las otras novelas hubiera madurado y convergiera hacia una especie de gran final. Siento que acaba un ciclo, aunque no va a ser la última novela de Bruna Husky, porque me muero por saber qué va a ser de ella.

-Siempre se ha sentido muy cercana a la detective. Tener un reflejo en la ficción, ¿sirve para entenderse mejor a uno mismo?

-Sin duda. Tú no escribes para enseñar nada, escribes para entender. Si no aprendes en los libros que haces, es que algo has hecho mal. Este efectivamente es un personaje al que me siento muy próxima. En la manera en que está obsesionada con el paso del tiempo y con la muerte, y en su dualidad entre el deseo de amar y el deseo de libertad.

-Aquí habla mucho del odio, pero también de la oscuridad que puede despertar el querer al otro.

-Es curioso, porque ahí justamente no nos parecemos el personaje y yo. Ella es muy valiente físicamente pero muy cobarde emocionalmente, y yo en ese sentido soy lo contrario, muy cobarde físicamente y en lo emocional soy valiente. Esta novela es muy importante para Bruna, porque en la travesía de esta novela se hace cargo de su propia fragilidad y aprende a amar.

-¿El amor es fragilidad?

-Los sentimientos nos hacen vulnerables. Y además pueden doler. Pero es que para mí no hay opción. Puedes aceptar la vulnerabilidad de querer a alguien o no aceptarlo y entonces morir en vida porque la vida sin amor no merece la pena. Pero también hay amores tóxicos, por los que no merece la pena vivir. Hay que aprender a amar en su justa medida.

-¿Usted ya lo ha aprendido?

-Estoy en ello, pero he aprendido bastante. De joven era una apasionada loquísima y me inventaba al otro, buscaba la perfección y, en cuanto se me pasaba el pelotazo, pensaba que esa persona no valía. Es típico de la pasión, vas en fuga constantemente. Pero bienvenido sea el que conoce el amor-pasión, porque es uno de los grandes inventos del ser humano, y desgraciado aquel que solo conoce el amor-pasión, porque está condenado a repetirse. Yo he sido apasionada, pero fui aprendiendo a amar lo real.

-El amor es el gran anhelo de sus personajes, ¿por qué estamos entonces en los tiempos del odio?

-Porque son los otros tiempos, los tiempos sociales, políticos? Hay un anhelo en el mundo de fanatismo y de autoritarismo, porque hay un descrédito de la democracia como nunca en la vida. Su transparencia permite ver todas las lacras del sistema, y muchísimos jóvenes no se sienten representados y se dejan engañar por los extremismos de izquierda y de derecha que están quemando el mundo de odio. Yo comprendo que la gente vea espejismos en los cantos de sirena de los neofascistas y neostalinistas?

-¿No es un fallo de memoria?

-Nadie recuerda nada, y eso es un rasgo humano, por desgracia. A mí se me ponen los pelos de punta porque yo, que he crecido en el franquismo, sé con toda seguridad que la peor democracia es mejor que cualquier dictadura. Hay que intentar rescatar el espíritu democrático, que es el de elegir la convivencia por encima del sectarismo.

-¿Qué marcó el inicio de ese desprestigio de la democracia?

-Fue hace mucho. Hace diez años ya veía como la democracia se iba corrompiendo, ya está en las primeras novelas de Bruna. Pero una cosa que ha sido fundamental ha sido la crisis económica. En el mundo de Bruna ha ido empeorando la situación, y en el nuestro también.

-Nos sitúa siempre en el borde del precipicio, ¿nos caeremos?

-Yo soy razonablemente optimista, y espero que no. Yo diría que en conjunto, hasta ahora, ha ganado la luz sobre las tinieblas.