Stan Getz, Michel Petrucianni, Don Friedman y hasta Bill Evans. Todos han contado en sus formaciones con Eliot Zigmund, artista neoyorquino con más de 50 años de bagaje, que llegará esta noche al Jazz Filloa de la mano del Ciclo 1906 con su nuevo disco Time was. El trabajo, en el que reúne un abanico de piezas de distintas épocas del jazz, continúa la tímida carrera como líder del batería, que tocará en dos pases a las 22.00 y a las 23.15 horas junto al saxofonista Chris Cheek y el contrabajista Manel Fortià.

- Más de medio siglo en el mundo del jazz, y casi siempre como sideman .

-Ha sido un gran placer para mí tocar con músicos más grandes que yo, y llevar por el mundo la música. Aunque cuando era sideman ya hice mi primer disco como líder, con 35 años. Lo que ocurre es que, habiendo tocado con músicos como Bill Evans, la gente me conoce mucho más por eso.

-¿Y no le frustra?

-No, no. Siendo un batería, nuestro destino fundamental es acompañar. Eres parte de un proyecto grande, donde cada uno aporta el 30%. Cuando te llama un músico como Bill Evans para decirte que te quiere en su banda, más que frustrante, es un honor.

-Usted tocó con él hasta prácticamente su muerte. ¿Qué recuerda de aquellos años?

-[Piensa] Recuerdo que era un hombre muy dulce y muy inteligente, pero también muy introspectivo. No era fácil conocerle, también debido a la diferencia de edad que teníamos. Pero era muy listo.

-"Mi mayor esperanza sería regresar ahora y darle lo que creo que estaba buscando", ha comentado alguna vez. ¿Entonces no se sentía preparado?

-No me sentí preparado de verdad para tocar hasta que tuve 65 años y noté la experiencia. Por eso me habría gustado volver al tiempo de Evans, para darle lo que ahora podría darle. Bill ha influenciado a las generaciones que han venido después. Cuando alguien tiene tanta fuerza como para influir en todos, imagínate lo que hacía con los que tocaban con él. Su música era tan fuerte que era la expresión de lo que estaba pasando en Nueva York en aquel momento.

-¿Qué era lo que ocurría?

-Era un momento con mucho fermento musical en general. Lo cierto es que el jazz nunca fue un género popular y, a partir de los años 50, su efecto en el conjunto de la población empezó a disminuir mientras que el rock y el pop se hacían más populares. Pero creo que, en la década de los 70, había algunos intérpretes muy buenos tocando música pop, así que el nivel de la música mejoró. Había un rock experimental, un pop que se acercaba al jazz? Y muchos jazzistas se fueron a tocar a esos géneros.

-¿No se podía vivir solo del jazz?

-No. En mi época, a no ser que fuera una gran estrella, el sideman nunca hacía dinero. Lo ganabas, aunque no mucho, porque había una buena promoción musical para tocar en Nueva York. En los 50 y los 60 había una buena industria discográfica, hoteles que tenían una big band fija?

-Suena muy distinto a la tesitura de hoy.

-Hoy es mucho más difícil, porque no hay trabajo. No existe la industria discográfica, los musicales de Broadway tienen cada vez menos músicos en sus orquestas para reducir costes? Y hay más intérpretes y menos trabajo que nunca.

-En el jazz el panorama es más complejo todavía, ¿usted siempre apostó por el género?

-Al principio tocaba de todo, porque tenía que ganarme la vida. Pero mi amor siempre ha sido el jazz. Veía mucho en la tele cuando era pequeño, pero también hay que entender que hasta los años 40 o 50, había fundamentalmente jazz y música clásica. No existían otros estilos. Y los músicos que llegaban a ellos lo hacían con ese bagaje cultural. Por eso el nivel era diferente.

-¿Había más emoción?

-Sí. Pero esa emoción que tenían músicos como Miles Davis está muerta, hoy no existe. En los 50 la sociedad estaba mejorando, había una mejora económica... Y todo eso se expresaba en la música que se hacía. Hoy pasa al revés. La sociedad está yendo hacia abajo, hay crisis, los músicos no tocan mucho? Por eso los chicos de ahora son buenos intérpretes, pero están vacíos.