Más de 200 cantantes aficionados se unirán de nuevo esta noche a la Orquesta Sinfónica de Galicia, con la que interpretarán El Mesías de Händel en el Palacio de la Ópera bajo la batuta de un buen conocedor del compositor. "He acabado estudiándolo bastante a fondo", reconoce Carlos Mena, que lo ha conducido e interpretado sobre las tablas en numerosas ocasiones. Hoy, a las 20.30 horas, volverá a hacerlo, tras el estreno de ayer, de la mano de la Obra Social La Caixa, que organiza la actuación por segundo año en la ciudad. Los artistas Ana Quintans, Francesca Ascioti, Richard Resch y Víctor Cruz serán quienes acompañen esta vez el concierto, en el que fusionarán su profesionalidad con la "fuerte energía" del "amateurismo".

- Radamisto , Il Trionfo , Rinaldo ... ¿Parte con ventaja a la hora de dirigir este concierto?

-¡Ventaja con respecto a alguien que no lo conoce desde luego! [ríe]. Lo que sí que parto es con una pasión muy fuerte para poder entender lo que Händel quiso transmitir. Con una fuerte influencia también de la idea neoclasicista de esa época, en la que la transmisión de las palabras a través de la música era fundamental. Todo eso conlleva mucho estudio, y hace que El Mesías sea una gran fuente de inspiración.

-¿Qué se descubre de El Mesías desde las batutas que no se vea como contratenor?

-Lo primero que descubres es una cantidad enorme de prismas de la misma aria. Diría que he estudiado cada una de las voces de los cantantes, y cada uno de los instrumentos que se tocan para entender desde su perspectiva cuál es el grano de arena que ponen al discurso general. Así veo con mayor nitidez cuáles son los objetivos de cada área, y eso me hace disfrutarla más.

-Para Händel, El Mesías fue una obra determinante en su carrera, ¿para usted también?

-[Silencio] Curioso? Nunca me lo había planteado. Me cuesta responder porque yo no veo mi profesión como una carrera. Cuando alguna vez me hablaron de carrera cuando era más joven, pensé: "Si es una carrera habrá que correr, y si hay que correr, mal asunto". Y es verdad que mucha gente contempla sus vidas musicales como carreras. Yo lo vivo como una vida profesional que se va enriqueciendo, más que llegar a unos objetivos concretos. Pero Händel y El Mesías sí que tiene cierta influencia en mi vida profesional. Fue una obra que tuve muchas dificultades para afrontar cuando empecé a cantarla, y creo que es la pieza de mi repertorio con la que más experiencias he vivido.

-Habla de su experiencia como contratenor, ¿cómo dio el paso de una faceta a la otra?

-Mi caso es un poco extraño, porque cuando me formé como músico en España estudié dirección. Luego me fui a estudiar canto y dejé de dirigir y, tras unos años de carrera, empezaron a proponerme la dirección de proyectos. Tuve un periodo de reflexión, me planteé si quería decir cosas que a veces no encontraba cuando cantaba, y vi que sí, que hay repertorios sobre los que tengo mis propias ideas. Y poco a poco estoy dirigiendo obras.

-En esa carrera de la dirección tiene a un referente muy cercano, su hermano Juanjo Mena.

-Sí. Mi hermano es un gran maestro, y él fue directamente a dirigir. Yo lo admiro mucho, y en ese periodo de reflexión, le consulté ciertos aspectos que para mí era importante conocer. No es que le pidiera permiso, pero sí que intenté comprender ciertas cosas para ver si realmente podía dar ese paso.

-¿Fue él quien le empujó a la música? Los hermanos mayores suelen ser espejos en los que nos miramos.

-Sí, tienes razón, sí que hay algo de ese niño y adolescente que admira a un hermano mayor. Curiosamente, él también cantaba de contratenor, pero dejó de hacerlo. Supongo que también en esa época, como dejó de cantar y se dedicó a la dirección, dije: "Bueno, entonces yo me dedico más a cantar".

-¿El contratenor no era considerado entonces una rara avis ?

-Sí lo era. Pero ha habido una gran revolución pedagógica, y poco a poco se ha ido difuminando. Ahora mismo al contratenor se le contempla con el mismo criterio que a una contralto o una mezzosoprano, y con la misma exigencia. Con lo cual, la paleta de contratenores que ofrecen grandes interpretaciones se ha ampliado mucho, y el aspecto atractivo del contratenor ya no es por lo raro, sino por lo que puede expresar como voz. Ha sido muy sano para nosotros el hecho de que se contemple a los contratenores como cualquier otra voz.

-Cuando usted comenzó como tal el rol experimentaba un gran boom . ¿Cómo le afectó?

-A mí no me gustaba nada, porque veía que el criterio a la hora de valorar a un contratenor estaba desapareciendo en niveles de seriedad. Hubo un momento en el que hecho de que un hombre cantase de manera andrógina ya atraía y no se contemplaba si afinaba, si tenía volumen, si podía expresar? A mí eso no me gustó nunca. Siempre me preocupó mucho, y siempre estuve muy atento para que en mi caso no se fomentara esa sensación.