Fue a finales del siglo XIX cuando los jardines de Méndez Núñez y la zona de la Dársena comenzaron a convertirse en el punto de ocio de la ciudad. Durante los fines de semana, cuando los coruñeses se liberaban de sus obligaciones laborales, los terrenos ganados al mar a partir de los años 60 se llenaban del bullicio de quienes querían disfrutar de un café, una película en el Cinema Salón Coruña, o un espectáculo circense en el Teatro Circo Emilia Pardo Bazán, que ofrecían sus distracciones en espacios ahora solo en la memoria de quienes llegaron a tiempo de disfrutarlos. Uno de ellos, sin embargo, sigue sirviendo hoy de conexión entre la actualidad y aquella época dorada de algarabía en la franja que todos conocían como el Relleno. Los vaivenes culturales de las últimas décadas y los cambios en el estilo de vida no han podido con el teatro Colón, que cumple este mes 70 años de actividad donde otros, como el Cine Riazor, tuvieron que echar el cierre.

Para celebrar el aniversario, el inmueble albergará el próximo día 14 un acto dedicado a repasar su larga trayectoria. Serán sus propios protagonistas los que la compartan con el público a través de una mesa redonda (20.30 horas), en la que hablarán de la evolución de la que fueron testigos durante este ya casi siglo de vida. "Se trata de un pequeño homenaje con carácter familiar, para acercar el teatro a la gente, y mostrar lo que ha significado para A Coruña", explica la encargada de llevar las riendas del Colón, Bettina Kohlhaas. La directora, que anuncia también visitas guiadas, ha querido festejar la efeméride de la mano de conocedores del edificio como Jesús Ángel Sánchez García, autor del libro Teatro Colón. Memoria y futuro de un espacio de ilusión. El también profesor de la Universidad de Santiago de Compostela compartirá impresiones con el que fuera responsable a principios del 2.000 de la reforma que se acometió para modernizar el inmueble, Cristóbal Crespo, que hablará sobre cómo afrontó la transformación del "espacio mítico" del teatro "en uno contemporáneo".

Menos ligado al esqueleto del inmueble, y más a lo que ha ocurrido sobre su escenario estará la intervención del productor de cine Javier Ozores, "muy vinculado al ámbito cultural de la ciudad". Descubrir sus entresijos más escondidos y sus anécdotas más personales será tarea en cambio del último miembro de la mesa, Luis Seoane Seijas, que se convertía en 1982 en el primer gerente del espacio como apoderado de la Empresa Fraga. "En el 81 me hice cargo del Rosalía de Castro, y en el 82 del Colón. Lo mejor que había en España era lo que se hacía en ese teatro durante todo el año", cuenta el exdirector, que permaneció al frente del edificio hasta su cierre por reformas en 2002.

Durante esos 20 años, Seoane vio desfilar por el inmueble a la crema y nata artística del momento, y ofreció varios de los grandes éxitos cinematográficos de Hollywood. Por el valle de las sombras, La dama de Shangai y La vida secreta de Walter Mitty fueron algunas de las primeras proyecciones del teatro, que hará un guiño a la importancia que el cine tuvo en su parrilla con un visionado el próximo viernes. "Los mejores estrenos se hacían en el Colón, al mismo tiempo que en Madrid, pero también venían compañías, como el ballet ruso y de Cuba", recuerda el antiguo gerente, que veía facilitada su tarea por el "favorable" ambiente cultural de aquellos años.

Haciendo memoria, el exdirector puede ver todavía de forma nítida las calles del centro atestadas por el público que acudía a las sesiones. "A las 2 o 3 de la mañana la Calle Real era un espectáculo. Por eso siempre decía que en A Coruña de trabajar poco, porque la gente lo que hacía era divertirse. Yo tenía que estar hasta última hora, y veía a los coruñeses que salían de los cines y de las obras que acaban tarde", cuenta el trabajador.

Entre las visitas más populares que durante ese tiempo recibió el Colón, estuvieron la de Arturo Fernández y la de Moncho Borrajo. Seoane recuerda a las taquilleras "despachando" entradas durante semanas para ver al humorista, cuyo show acabó con un sabor agridulce. "Me dio un disgusto, porque el primer día de función se quedó sin voz y hubo que cancelarlo y devolver todo el dinero", lamenta el exgerente, que tuvo que afrontar ruedos más crudos con la crisis del cine de los años 80.

La incidencia de la televisión y del vídeo hicieron mella en las salas de proyección de la ciudad, entre ellas el Colón, que abandonó hasta hace poco la filosofía de cine-teatro con la que iniciaba su andadura en 1948. El 1 de diciembre de aquel año, agrupaciones como Cántigas da Terra, Follas Novas y El Eco inauguraron con un concierto el espacio impulsado por la Empresa de Espectáculos Emilio Rey Sánchez e Hijos, que había incluido en el proyecto la creación del adosado Hotel Embajador. A partir de los 80, cuando la oferta cinematográfica empezó a desmoronarse, los teatros de la ciudad fueron cedidos a las autoridades públicas, y el hotel se convirtió en la actual sede de la Diputación.

De su gestión indirecta durante estos años, el teatro pasaba este 2018 a las manos del Concello, bajo la dirección de Bettina Kohlhaas. Aunque asegura que programar ya no es "tan fácil" como antes debido a la creciente especialización del público, la gerente del Colón está decidida a hacerle justicia a sus "70 años de historia", y "mantener el listón" con espectáculos familiares y mucha música. "Todos los artistas de renombre han pasado por aquí, y es una gran responsabilidad. Pero tenemos que seguir. El reto para mí es que el teatro no sea solo un contenedor de historias, sino que la gente se vaya a casa con algo que le haga ver la vida de otro modo", concluye.