"Fue una necesidad". Así describe Quinito Mourelle su acercamiento a la poesía, un género con el que confiesa que siempre había coqueteado, pero al que nunca se había atrevido a dar forma de obra. Al menos, hasta Nueva mitología del insomnio. Su última publicación, escrita en apenas unos días, se convierte ahora en su primera apuesta sólida por la poética, que llena de imágenes surrealistas. El también músico y colaborador de LA OPINIÓN con su blog Marquide las compartirá este miércoles a las 20.00 horas en la Fundación Paideia, en un acto organizado por el Ateneo Republicano de Galicia.

- Hablaba el año pasado de publicar una novela, pero se presenta con un poemario.

-Estoy en la mitad de mi nueva novela, pero este libro surgió como una necesidad. Fue algo muy visceral, algo interno que empezó a brotar y, en vez de hacerlo en forma de cuento, lo hizo en prosa poética. Lo escribí en Semana Santa, y me dediqué en cuerpo y alma.

-Esa intensidad, ¿le había ocurrido antes como escritor?

-Sí. Con la primera que publiqué, Confines, yo estaba redactando otra. Y un día, volviendo en coche vi una imagen que me descolocó. Se hizo tan grande que abandoné por completo la novela que tenía empezada, y me puse de cero a tomar apuntes sobre la nueva historia.

-¿Escribe mucho por imágenes?

-A veces son imágenes, a veces son recuerdos? Pero la imagen tiene una importancia considerable en todo lo que escribo. Quizá es mi idea de rescatar al mundo de la imagen de hoy en día, que es la que nos dan los móviles y las fotos. Yo creo que antes de la imagen está la palabra. Con la imagen no se construyen palabras, pero con las palabras se construyen imágenes.

-Las de Nueva mitología del insomnio son a veces alocadas.

-Es un surrealismo controlado, porque parte del insomnio, que es un sueño con los ojos abiertos. Tiene quizá más relación con la poesía mística, algo que llega y te secuestra? Y de lo que, sin embargo, eres consciente. Además, el primer día de redacción de este libro fue de noche. A las dos o tres de la mañana, hora en la que me encantaría estar durmiendo [se ríe], pero a veces no lo consigo.

-Las cadenas, las trampas, las redes son figuras recurrentes en sus poemas, ¿se sentía atrapado mientras escribía?

-Me sigo sintiendo atrapado. Este libro es la reacción ante un divorcio con la realidad de hoy, con la que ya no me siento identificado. Es una especie de exorcismo involuntario. Algo dentro de mí sale fuera porque ha llegado a un tope en mi relación con la realidad.

-¿Es poesía surrealista para tiempos surrealistas?

-Sí. Creo que es un libro muy apto para la época en la que estamos. Ya hemos avanzado dos décadas en este siglo XXI, pero todavía lo estamos hollando como si estuviéramos caminando sobre la luna. No sabemos de qué carajo va. Además, estilísticamente, todavía no hemos sido capaces de asimilar el siglo XX. Ahí tenemos cosas que son muy viejas y que sin embargo siguen sonándole a chino a la gente, como la música contemporánea.

-De eso usted es un gran conocedor. "A veces cuando estoy tocando estoy escribiendo, y al revés", me decía la última vez que hablamos. ¿Le sonaba música en la cabeza con esta Nueva mitología del insomnio ?

-No he utilizado música para escribirla, porque la poesía surge a las dos de la mañana, o en un trayecto en coche en el que te paras en un sitio y apuntas? Pero estos días hay una música que he escuchado, y que me impactó mucho siendo un niño: la suite Los Planetas de Holst, y en concreto Marte, que es el dios de la guerra. Me viene a la cabeza cuando pienso en esto, porque tiene un ritmo muy marcial?

-Podría haber sido un disco...

-Sí, lo que pasa es que musicalmente voy por otro camino siempre. Tiendo más a la luz, a la bondad? Este libro es más incisivo.

-Pero sí hay un punto en común. Su anterior disco, Suite de las ocho , era muy intimista, y este poemario lo es aún más. Va bajando peldaños en sí mismo.

-Es una buena observación, y es algo que he notado. Está claro que ahora estoy en un momento de introspección absoluta. Pero eso no quiere decir que mañana me dirija a otros territorios. En la novela que estoy escribiendo ahora no es lo que predomina, y tengo otra en previsión que tiene un tono totalmente diferente.