"Me encontré con muchos líos en el ministerio, y este fue uno más. Pero tenía una trascendencia internacional muy grande, y nos jugábamos el honor del país". Así habla César Antonio Molina del conocido como Proyecto del Cisne Negro, el pecio español que hacía saltar con su descubrimiento en 2007 todas las alarmas. En el Atlántico Norte, tras dos siglos perdida después de haber sido bombardeada, la embarcación volvía a la vida de la mano de la estadounidense Odyssey Marine Exploration, que se hacía con el tesoro de más de medio millón de monedas de oro y plata que contenía. Episodios de espionaje, intereses ocultos y un litigio judicial que se alargaría años se desencadenaron a partir de entonces para demostrar la nacionalidad de la embarcación, y lograr la devolución a España del botín subacuático más cuantioso hasta el momento.

"No teníamos tiempo ni a pensar, solo a ejecutar las decisiones. Nos encontramos con muchas zancadillas y muchos obstáculos que hubo que superar", recuerda Molina, que ejercía entonces como ministro de Cultura en el gobierno de Rodríguez Zapatero. Su papel clave en el caso, con el que tuvo que lidiar como jefe de gabinete, le hacía engordar hace poco más de dos semanas la cartera de personajes literarios de Paco Roca. Espoleado por el diplomático y guionista Guillermo Corral, el dibujante llevaba el pasado mes de noviembre al papel todos los entresijos de la operación que se gestaron en los despachos, y que tuvieron en el del coruñés el paso más crucial. "Yo tomé una decisión contra todas las opiniones, una compleja y peligrosa. Otras personas estaban pendientes de supuestos compromisos con grandes potencias extranjeras, pero recuperamos el patrimonio que había sido robado a España", dice con orgullo, en alusión a la demanda que decidió interponer contra la compañía de Florida.

De aquel recurso en 2007 en el que España se personaba como propietaria del hallazgo han querido partir precisamente Roca y Corral para recuperar lo ocurrido en El tesoro del Cisne Negro. El cómic recoge con buena dosis de realidad la burocracia y las presiones que se produjeron a puerta cerrada, eludiendo los tintes románticos del descubrimiento para poner el foco en las partes menos glamurosas. "Se trata de darle la vuelta a la historia. No hablar de la aventura, sino de la presión de la prensa y de lo más oscuro de la recuperación del tesoro", explica el dibujante, que se lanzó al proyecto tras la propuesta de Corral.

Primero como asesor diplomático, y después como director general, el escritor trabajó junto a César Antonio Molina en el litigio, y se trasladó más tarde a Estados Unidos como consejero cuando tuvo lugar el juicio y la operación de búsqueda de las monedas. Las experiencias que vivió durante el proceso, que se extendió hasta el 2012, despertaron en él la determinación de llevar la historia a la literatura, una idea con la que convenció a Roca durante un acto en la embajada de Washington. "Tenía todos los ingredientes para ser algo interesante: un tesoro, intriga política? Pero lo que más me llamó la atención fue que Guillermo lo había vivido todo en primera persona", indica el dibujante, que llegó a colarse en el Ministerio de Cultura para reflejar con fidelidad los escenarios de la peripecia.

Con Corral a cargo del guion, el artista no tuvo dificultad en representar a abogados, jueces y representantes ministeriales como el propio Molina, que asegura que se encontró con el proyecto "cuando ya estaba todo hecho". "Un día Guillermo me dijo que lo iba a hacer, y al otro me dio el libro. Me pareció bien, pero yo no me hubiera dibujado tan gordo y mayor, porque no lo era", dice con humor el expolítico, al que Corral defiende como una pieza crucial en una situación "que no era nada fácil". "Hay que pensar que se trataba de un juicio a una empresa americana en un tribunal americano. Él decidió jugársela", apunta el autor.

El proceso judicial, a pesar de las preocupaciones, acabó en victoria. El tribunal de Tampa reconoció en la polémica fragata a Nuestra Señora de las Mercedes, que había sido hundida en el siglo XIX por la marina británica. Su monedas, cofres y cañones los guarda hoy el Museo Nacional de Arqueología Subacuática, y han sentado un precedente en la legislación para la protección de un patrimonio que es memoria. Su historia traspasará además en 2020 las páginas del cómic para llegar a la pantalla, como parte de una miniserie de la productora Señor Mono, Movistar + y Beta Film.