Verano, 1998. Los Rockers Go To Hell se preparan para saltar a la escena coruñesa sobre las tablas del pub La Terraza, donde les aguardan varios de los seguidores de sus otras formaciones. Tras ellos, una trayectoria musical en grupos de punk y garage como Mandrágora. Por delante, una pasión oculta por el rock de los 50 y los 60, y muchas ganas de sorprender al público armados con americanas de cuero y algún que otro paso a lo Elvis Presley. "Recuerdo que llevábamos todos melena en esa época. En los primeros conciertos hacíamos una sesión de peluquería de una hora y pico, porque nos ponían los tupés y la horquillas, y era una sorpresa para la gente, que no se imaginaba que íbamos a salir así", dice Álvaro Dorda, cantante y fundador de la banda musical.

Aquella primera actuación, en la que conquistaron a los coruñeses con una propuesta de versiones entonces fuera de toda tendencia, está hoy fresca en la memoria del músico, que cumple 20 años al frente de la formación. El aniversario lo celebrará Rockers Go To Hell con un concierto en el Garufa Club hoy a partir de las 21.00 horas, cuando saldrá de nuevo al escenario para recordar lo vivido desde aquellos años 90. "Lo hemos preparado con muchas ganas. Queríamos hacer algo especial, e invitamos a tocar a varios de los que estuvieron en algún momento de nuestra historia", explica el artista, que ofrecerá también parte del repertorio en solitario con la agrupación.

Temas de Carl Perkins, Johnny Burnette, Presley o Johnny Cash se sucederán en el festejo a modo de repaso de lo tocado en estas dos décadas, de las que se recuperarán tanto las versiones más emblemáticas como aquellas que el tiempo hizo olvidar en un cajón. La libre interpretación que de ellas hacen los Rockers, que han optado en su recorrido por traducciones más country, rockabilly y swing, serán el sello personal que recorra todo el concierto, que conciben como "un homenaje a los grandes rockeros de los años 50". "Es una música que le gusta a todo el mundo, y que nosotros tocamos a nuestra manera. En los conciertos de los rockers he visto desde niños hasta abuelitas bailando", asegura Dorda.

El propio vocalista se declara un seguidor del rock desde la infancia, cuando se topó con los éxitos del conocido como El Rey. "En casa había un casete de Presley, y de chaval lo escuchaba. Todas esas fieras de la época siempre me fascinaron", confiesa el cantante, que no dudó en lanzarse al género junto al entonces guitarrista de Mandrágora. La amable acogida de quienes les escucharon en sus primeras actuaciones como los Rockers les dio la confianza para sellar la continuidad del proyecto, que sobrevivió frente a otro de los que mantuvieron a lo largo de estos 20 años. Aunque continúan combinando la banda junto a formaciones paralelas como Electra, de la que presentaban álbum la semana pasada, el grupo se ha convertido para sus miembros en el eje que "siempre sigue ahí" y con el que han vivido algunos de sus mejores momentos sobre escena. "Recuerdo con especial cariño todos los años que pasamos como banda residente del Garufa, hasta 8 o 9 años atrás. También me gustó mucho tocar en las Fiestas del Rosario, pero eso es porque soy muy de la Coru", dice entre risas el artista, que ha tenido que adaptarse junto a los rockers a un panorama cambiante.

El hueco del rockabilly en la actual escena coruñesa es, apunta Dorda, similar al de la década de los 90, pero hoy puede gozarse de una mayor apertura musical. También las cosas han mudado en la comunicación de los protagonistas del género, a los que les quedaban lejos en el 98 herramientas como Facebook o Instagram. "¡Han cambiado tantas cosas! Entonces Internet era algo que estaba empezando, no había redes sociales ni nada de lo que ahora es casi indispensable para la música", reflexiona Dorda, que califica de "sorprendente" que la banda aguantara 20 años.

El tiempo hasta el punto en el que se encuentran ahora ha servido "de escuela" para el músico, que asegura haber aprendido a cantar de la mano de los más grandes. Los propios Rockers Go To Hell se sienten también maestros para aquellos que les han seguido, descubriéndoles con sus actuaciones nuevos artistas y partituras. "Sé que está mal que yo lo diga, pero creo que hemos sido una escuela para mucha gente que no conocía este tipo de música. Igual que nosotros hemos aprendido, el público también lo ha hecho del rock and roll", apunta.