Entre la mezcla de su nuevo disco como El Meister, y la composición de los próximos temas de Corizonas, Javier Vielba ha encontrado tiempo para sacar a escena Sonora, el último trabajo de Arizona Baby. "Es cuestión de organizarse bien y tener ilusión por lo que haces. Aunque parezca que no, el cambiar de registro te puede servir de descanso", comenta el líder de la banda de indie-rock, que llevará sus ritmos acústicos esta noche al Playa Club. La cita, que comenzará a las 22.30, volverá a evidenciar la apertura musical de la banda vallisoletana, que ya demostraba en Secret Fires sus nuevas incursiones sin abandonar, como en este caso, la sintonía del desierto de Arizona.

- Fantasmagoría con El Meister, Nueva Dimensión Vital con Corizonas? ¿Cómo se gesta Sonora entre tanto trabajo?

-Pues poco a poco [se ríe]. Todo el tiempo que no estás en el escenario lo dedicas a trabajar en los otros proyectos. Desde Secret Fires ya íbamos haciendo canciones de Arizona Baby y poniéndolas en común en el local. Y hemos ido por etapas, que eso también ha estado muy bien. Hemos grabado en tandas de 6 en Valladolid, Madrid y Sevilla, y de esa manera creo que hemos captado esa inmediatez que hace que sonemos rejuvenecidos.

-Sin embargo, todos dicen que suenan más consolidados...

-Nos dicen: "Este es vuestro disco más maduro", y yo digo: "No, este es nuestro disco más inmaduro", porque de verdad tiene todo ese espíritu de la adolescencia con el que empezábamos a interesarnos por la música.

-También es muy coral. What you are la firma Guille Aragón, igual que hacía Rubén Marrón en el anterior álbum. ¿El terreno lírico se está volviendo algo más comunitario en Arizona Baby?

-Quería que hubiese esa capacidad de sorpresa, y repartir un poco la responsabilidad, y que entre todos pudiésemos cargar más peso. Musicalmente siempre ha sido comunitario, y cada vez más. Creo que eso también ha contribuido a un resultado sorprendente incluso para nosotros mismos. A nivel letras, What you are es una canción que Guille trajo hecha, y yo acabé de darle forma con él. Si alguien trae una buena letra, yo estoy encantado de cantarla o de que la cante él, como en este caso, porque le aportaba nuevas dimensiones al proyecto.

-Marrón es el que falta por lanzarse al micrófono, entonces.

-Todavía no hemos conseguido que cante, es reacio a eso porque es un tipo parco en palabras, con lo cual no me extraña que no le guste mucho lo de cantar. Pero canta con la guitarra, y ahí también se ha explayado con Just say it's so.

-Habla de un tema que dura 14 minutos. ¿Una canción tan extensa no es un riesgo hoy?

-Pero los riesgos como mínimo llaman la atención, y en unos tiempos de hiperconectividad y sobreinformación en el que al final todo nos pasa inadvertido? Es una forma de decir: "Oye, que esto es arte, no es solo una sintonía para que suene de fondo mientras vas a hacer la compra en el coche". La música acompaña, pero que eso no nos impida ver su valor cultural.

-¿Nota esa carencia hoy en la música?

-Ahora mismo adolece un poco de esa atención, se busca la canción fácil, el hit de apenas 3 minutos. Es todo tan inmediato que pierde la gracia. A mí me gustaría pensar que con nuestra música podemos conseguir un cierto poder evocador que estimule el intelecto de quienes nos escuchan. Intentamos tener una ambición artística más allá de las ambiciones de fama y fortuna.

-Eso me recuerda a ese "A donde quiera que vaya, nada parece real", que cantan en su tema Make believe .

-Sí, hay mucho de eso. Hay mucho artista por ahí que se curra más su cuenta de Instagram que se propia obra. Hay muchos músicos que tiene muchísimos seguidores en redes sociales, pero luego van a una sala y hay cuatro gatos. Yo prefiero vender entradas físicas que tener unas cifras hinchadas de likes. Pueden ser indicadores de algo, pero para nada algo tan real como nos quieren hacer creer.