Lejos de los grandes sellos como Alfaguara o Penguin Random House, se abre un camino alternativo cada vez más en boga. La autoedición, el 'hazlo tú mismo' de la literatura, y las pequeñas editoriales independientes, surgen hoy en día como opción válida para muchos creadores, que buscan nuevas rutas ante la congestión de los circuitos de los grandes grupos empresariales. "La gente ahora produce un montón de cosas. Estamos en un momento muy creativo, pero los filtros de las grandes editoriales hacen que muchas de las propuestas queden ya fuera", dice la editora Aida Iglesias, miembro del grupo Pol·len Edicions.

La editorial, que presenta este jueves (19.30 horas) en Berbiriana las propuestas de su sello, lleva apostando siete años por el pequeño formato en la publicación de sus historias. Libros de pensamiento crítico, que abarcan desde el fotoperiodismo, al feminismo, el ecologismo y las ciencias sociales, salen por sus puertas cada mes al margen de los gigantes de la industria, y abren la puerta a los autores "sin referencias" que las corporaciones suelen desechar. "A veces no podemos valorarlo todo, porque cada semana nos llegan un montón de propuestas, pero en los pequeños sellos siempre hay más espacio para dar a conocer a los escritores", asegura Iglesias, que marca distancias con la vorágine de la industria editorial resaltando los principios que mueven su cooperativa.

La "ecoedición" de los manuscritos, una práctica pensada para "minimizar el impacto medioambiental que tiene la producción de un libro", dirige los procesos de la editorial desde su cuna. La experimentación con este procedimiento fue precisamente el que daba en su momento pie al grupo, que se constituía como sello editorial tras el cierre de la imprenta a la que estaba vinculada. "Vimos que nos gustaba publicar libros, algo para lo que tenemos en cuenta una serie de pasos. Por ejemplo, que el papel venga de bosques controlados para evitar la deforestación, y que las tintas sean de origen vegetal o sin metales pesados", apunta la editora, que ha sacado a la luz títulos como Descubriendo el cuerpo, sembrando palabras y Construir en colectivo.

Las obras son fruto del trabajo conjunto de Pol·len Edicions con colectivos y movimientos sociales, otra de las líneas de trabajo de la editorial. La colaboración de la cooperativa también alcanza a otros sellos hermanos a través de Espai Contrabandos, el proyecto que gestionan para la promoción de la edición independiente. "Tiene como objetivo hacerlas más visibles frente a las grandes editoriales", señala Iglesias, que menciona entre el medio centenar de sus miembros a la asociación cultural Tinta Motora.

La entidad sin ánimo de lucro ofrece "un acompañamiento en la edición" a los autores que hayan decidido prescindir de los sellos para publicar su trabajo. El camino lo escogen cada vez más escritores, como la coruñesa María Figueiral, que decidió autoeditar harta del silencio de las grandes corporaciones. "Yo me cansé de hacer fotocopias de mi libro para enviarlo a concursos y editoriales. Lo mandé en 2017, pero no encontré el camino para obtener respuesta", recuerda la autora de Carta de ajuste.

Un año después de aquello, en marzo, su obra estaba en la calle. La periodista reconoce que la autopublicación fue "un camino duro y solitario", pero también un modo de "reinventarse" y no darse por vencido. "El problema es que es difícil que te hagan caso y dar con quien le dedique tiempo a tu libro. No sabes si encaja o no. Yo decidí no rendirme", dice la autora, que ve hoy otra ventana abierta para los escritores noveles en el mundo online.

A través de él, la obra en la que narra su experiencia ante el cierre del negocio de su familia inicia ahora un nuevo camino, con web y redes sociales para sus cartas. Internet se convierte así en el arma con el que pretende llegar a nuevos lectores, que encontrarán en su navegación muchas otras historias de aquellos que, como ella, esperan su momento para contar.