Ávida lectora de novela negra, directora durante décadas de una gran multinacional, y finalmente escritora de tramas policiales. Ese ha sido el camino que Ana Lena Rivera ha seguido para llegar a Gracia San Sebastián, la investigadora de fraudes a la Seguridad Social que protagoniza Lo que callan los muertos, Premio Torrente Ballester 2017. La obra, en la que la detective se adentra en el cobro indebido de la pensión de un exmilitar franquista, lo presentará la autora este jueves en la Biblioteca Provincial de la Diputación, donde estará a partir de las 19.00 horas.

- Uno no puede evitar ver ciertas similitudes entre Gracia San Sebastián y usted.

-Lo que tomé como base son mis peores miedos. Al final, Gracia es un poco mi heroína. Después de pasar varios años trabajando en Nueva York en el distrito financiero, se le muere su hijo de 3 años y se muda a España para intentar recomponer su vida. Es verdad que le he puesto alguna manía mía, pero las similitudes terminan ahí.

-Sin embargo, como ella, usted también dio carpetazo a una exitosa trayectoria profesional para internarse por otros caminos. ¿En qué cambia la vida de directiva a la de escritora?

-¡No se parece en nada! [ríe]. La verdad es que llevaba mucho tiempo dándole vueltas a Gracia, pero no siempre que quieres algo te surge la oportunidad de hacerlo. Eran todo jornadas muy largas, hasta que me quedo embarazada y me dicen que hasta el final tengo que hacer reposo domiciliario. Al día siguiente ya le estaba dando a la tecla para construir la novela.

-Uno de sus elementos clave es la familia y sus secretos. ¿Los crímenes tienen consecuencias a nivel intergeneracional?

-Por supuesto. De hecho, en este libro todo lo que está ocurriendo proviene de decisiones que se tomaron hace 30 o 50 años. Decisiones que en muchos casos son muy crudas, tomadas por gente corriente. Yo no quería tener como personajes a asesinos psicópatas. En esta novela tienes a gente corriente que, aunque tomen esas decisiones tremendas, lo que intenta es protegerse a sí mismos o a su familia, no buscar el daño de otros.

-Pero se produce, y lo resuelve un cuadro de personajes eminentemente femenino. ¿Tiene peso hoy la mujer en la novela negra?

-La mujer en la novela negra está apareciendo ahora. Cuando era adolescente y me empecé a chiflar por las historias de intriga, todos los detectives eran siempre hombres y además muy raros. Estaban amargados, no tenían vínculos familiares, bebían whisky a las 10 de la mañana y dormían en el despacho. Luego empezaron a aparecer mujeres en la novela negra, pero seguían este patrón iniciado por los hombres. Yo dije: "Quiero que sea una mujer, y que sea normal".

-Investigadores como su Gracia San Sebastián, o la Bruna Husky de Rosa Montero, ¿forman parte de una nueva ola?

-Yo creo que sí, cada vez más personajes vienen a romper esto. Está Valentina Redondo o incluso Virginia Chamorro, que son gente mucho más normal. Al final, la novela de intriga no deja de ser un reflejo de la sociedad, y en este caso es el de la evolución de la sociedad española desde la posguerra hasta ahora. Y si ha cambiado para todos, el cambio de las mujeres es tremendo. Por eso este elenco femenino.

-En la novela se aprecia el choque de valores entre ambas épocas. ¿Cuántas piedras ponen hoy los conservadurismos de entonces en nuestro camino?

-En el de la mujer todavía quedan muchas, se necesitan generaciones para cambiar de opinión. Nacer en los 40 era nacer para ser una menor de edad toda la vida. Necesitabas permiso para todo. Ahora la posición de las mujeres es totalmente distinta, pero todas estas cosas que nos cuentan desde niños quedan ahí. Tendremos un mundo más justo según se eduque más en la igualdad.

-Mencionaba antes la cotidianidad de sus personajes, uno de los aspectos que resaltó el jurado del Torrente Ballester. ¿Fue el premio el detonante para continuar con la saga?

-Ya lo tenía claro [risas]. Cuando llegó el premio yo ya estaba con la segunda novela. De hecho, el premio fue algo totalmente inesperado. Mi proyecto era seguir con Gracia, pero superó todas mis expectativas.