Con entradas agotadas desde hace semanas, Sidecars recala de nuevo en A Coruña para hacer desfilar los temas de Cuestión de gravedad, el disco con el que apuntalan el éxito de su álbum Contra las cuerdas. Sumergidos en una buena racha que ellos mismos reconocen, el grupo madrileño tocará hoy a las 20.30 horas en el Colón, como parte de su Teatro Tour y del ciclo extendido del Festival Noroeste Estrella Galicia.

No importa cuántas veces vengan, siempre agotan las entradas, ¿de dónde viene este idilio que tienen con la ciudad?

La verdad es que la mayor de las sorpresas es que se llene cada sala a la que vamos en A Coruña. Solemos ser bastante prudentes, pero con vuestra ciudad nos excedemos al elegir los aforos, y siempre nos llevamos una sorpresa.

Se decantan en esta gira por los teatros. ¿La elección responde a una concepción más romántica de la música?

Nuestra concepción es romántica en cuanto a que abogamos por las canciones por encima de los estilos. Basamos el sonido en el lugar al que nos lleven las canciones. Y también en función del recinto. Como son tan barrocos, nos lleva a ponernos un poco clasicotes.

Eso choca con la definición que han dado de sus canciones. Lo llaman música canalla.

[Risas] ¡Música canalla! Es mucho decir. De hecho, en los teatros estamos bastante menos canallas. También nos han dicho que somos indie, rock alternativo, pop-rock? Lo que sea. Nosotros tocamos nuestras canciones, y que cada uno decida de qué estilo son.

Las de Cuestión de gravedad describen las distintas fases de una ruptura. ¿La música alienta más el amor o el desamor?

Bueno, estar en el mundo de la música probablemente es difícil si no encuentras a alguien que tenga muy claro que estás en él [se ríe]. Si no, vas a tender a desenamorarte toda la vida, dadas las circunstancias y los lugares que estás visitando mientras tu amor está en la otra parte del mundo. Pero también se dice siempre, y probablemente sea verdad, que cuando lo estás pasando peor te viene una fuerza de esa melancolía para sacar tus cosas de dentro y transformarlas en música.

Para la de su último álbum llegaron al estudio con las canciones más desnudas de lo habitual. ¿Por qué esa apertura?

Porque es la primera vez que se nos dio la oportunidad de tener tanto tiempo de grabación. Y, sobre todo, de hacerlo recluidos en una casa-estudio, donde toda tu energía está enfocada en grabar un disco. Creo que eso se tradujo en algo especial. Si hemos crecido con Cuestión de gravedad, probablemente sea gracias a ese tiempo que tuvimos para hacerlo del modo que queríamos.

Y de nuevo con Nigel Walker. En sus primeros discos, el productor era Leiva. ¿Había que salir de debajo de su ala?

Sí. Los primeros discos teníamos que hacerlos con menos medios, pero tuvimos la suerte de contar con Leiva. Era obvio trabajar con él, y que nos introdujese en este mundo, pero una vez que despegamos, cada uno tuvo que tirar por su lado en cuanto a producción.

Habla de despegar. Ustedes lo hicieron sobre todo con Contra las cuerdas .

Sí. Quizá porque a la gente le entra mejor el formato unplugged, quizá por las colaboraciones? No lo sé, pero funcionó, y a partir de ahí es como si esa parte acústica se nos hubiese quedado incrustada. Ahora es casi una seña de identidad.

Tardaron muchos años en llegar al punto en el que se encuentran ahora, ¿la lentitud nunca los llevó a la desesperanza?

Sí, claro. La desesperanza es una gran conocida del mundo de la música, y la que lleva muchas veces a la disolución de grupos. Nosotros hemos pasado muchas penurias, pero hemos aguantado como titanes. Hemos ido picando, y dando con las canciones adecuadas hemos conseguido llegar a donde estamos. Lo difícil ahora es llevarlo un poco más arriba, para no estancarse ni ir hacia abajo.