En su periodo de decadencia, ya en la senectud, Lope de Vega quiso levantar la pluma para demostrar al mundo que todavía era capaz de crear la mejor de las tragedias. De su hazaña daría cuenta años más tarde un editor portugués, escribiendo como subtítulo aquel "cuando Lope quiere, quiere" , que hoy resume tan bien El castigo sin venganza, nuevo montaje de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y último bajo la dirección de Helena Pimenta. Protagonizada por Joaquín Notario, y llena de intrigas palaciegas, la obra llegará hoy y mañana al Rosalía, en dos pases a las 20.30 horas.

No es Lope ningún desconocido para usted. Tiene mucho peso en su trayectoria.

Sí, he hecho varios montajes de él. Pero, ¿quién no tiene relación con Lope? Como con Calderón o con Tirso. Son autores que no te los puedes perder.

La directora, Helena Pimenta, describía esta pieza como un "viaje a las sombras de nosotros mismos". ¿El de Lope es un teatro incómodo?

Lope era el autor más celebrado de todos. Pero en el tiempo que escribe esta obra, los jóvenes estaban emergiendo, y él se sentía mal, así que decidió escribir esta obra para dar una lección de cómo se hacía una tragedia. En esta en concreto, pone mucha carne en el asador. Hay muchísimo dolor en esta obra, porque en el fondo hay una relación morbosa con lo que es el poder. El poder despierta lo peor de todos nosotros, y encima hay veces que ni nos damos cuenta.

En su carrera usted ha hecho mucha tragedia. ¿La comedia se le resiste más?

Es verdad que tengo un perfil más trágico. Pero a mí la comedia me entusiasma, porque te dice las verdades y encima no te puedes enfadar.

También ha hecho cine y televisión, aunque dice que el teatro es más solidario.

En todos sitios cuecen habas. ¿Qué tiene el teatro? Que es un trabajo más de equipo, donde todos estamos arrimando el hombro para que la función salga bien. Incluido el público.

¿Se libra el género de ese estigma del audiovisual español, de ser peor que el extranjero?

Yo creo que los españoles seguimos teniendo un complejo de inferioridad impresionante, y algún día nos lo tendremos que quitar. En realidad, nuestro cine y series son muy respetados fuera. Y nuestro teatro es muy bueno.

Usted empezó con él en Yunquera de Henares, representando El tartufo de Molière...

Sí. Pero era un chavalín...

Llama la atención que el teatro clásico llegara a un grupo de jóvenes como eran ustedes.

En mi pueblo había tradición de teatro. Mi padre lo había hecho, también mis hermanas, y tenía un amigo que era un enamorado de los clásicos. En casa yo recuerdo a mi padre, ya enfermo, recitando pasajes de La vida es sueño?

¿Por eso su vínculo con Calderón de la Barca?

Sí. Pero es porque en casa se hacía todo tipo de teatro. Yo creo que el teatro clásico es eterno. Pasarán los años y seguiremos viéndonos reflejados en sus personajes. Pienso que esa es la gran aventura de los clásicos, que siempre tocan nuestra alma de alguna manera.