Nacían en 1982 sin más pretensión que la de divertirse, y desaparecían cinco años después con solo un disco como legado. Nin falta que fai, en el que volcaban su fusión de rock y retranca, se convertía en la huella que los miembros de Radio Océano dejaban de su fugaz carrera en los escenarios, a los que se habían encaramado como parte de aquella primera hornada del punk coruñés. Sus viejos clásicos, y algún que otro tema inédito, los recupera el grupo en su recopilatorio Memorias do óxido, que interpretará este jueves en el Garufa Club (21.00 horas) dentro del ciclo Son Estrella Galicia.

¿Ha llegado este reencuentro más lejos de lo que pensaron?

La verdad es que sí. Si lo hubiéramos pensado bien, no lo hubiéramos hecho [ríe]. Es un lío, pero mientras nos siga apeteciendo, seguiremos ensayando.

En Memorias do óxido recuperan temas por los que ya han pasado varias décadas, ¿qué sensación tienen al retomarlos?

La sensación más curiosa ocurre con algunas que no habíamos acabado, y que de pronto aparecen como algo que pensabas que habías perdido. Hay una sensación como de exnovias con las que siempre tuviste buena relación.

Su sello en ellas fue siempre esa mezcla entre el punk y la ironía. Un equilibrio complicado.

Sí. Aunque lo difícil es encontrar un equilibrio entre lo ético, que era lo que nos gustaba por la época, y lo irónico. Ahora, por ahí fuera nos tienen catalogados como una especie de working class en contraposición al rollo frívolo de la Movida madrileña. Intentábamos ir más allá de "mi chica no me quiere" y "las flores de colores", y al mismo tiempo ser irónicos.

¿El rock coruñés tenía características propias dentro del panorama del momento?

Eso siempre lo tienes que ver desde fuera. Lo que sí es cierto es una cosa que siempre decía Julián [Hernández], que es que cuando había un concierto, los de A Coruña bajábamos siempre vestidos con chupas y de negro [risas]. Los grupos tenían una visión más oscura que los de fuera.

Ustedes fueron los abanderados del punk en la ciudad?

Fuimos el grupo de A Coruña que salía en los medios de fuera. Eso te da la referencia. También permanecimos más. Aunque no inventamos el punk, y menos en A Coruña, pero sí fuimos el grupo que lo reivindicaba.

Aun así nunca tuvieron pretensiones. ¿Sigue pensando que el éxito está sobrevalorado?

Sí, sí. El éxito es muy pesado. Tienes que trabajar mucho para mantenerlo, y siempre aparece una mano de tipos que dicen: "Yo lo hago mejor". Quita, quita... Nosotros nos estamos labrando un pasado, que es un futuro mucho más descansado.

Eso que dice choca con el modo de pensar que hay ahora con respecto a la industria.

Entonces el objetivo era tocar, y grabar un disco ya era la leche. Ahora puedes grabar en tu casa. Eso hace que tener éxito sea más difícil, porque es más fácil ese primer peldaño. En los 80 tenía menos importancia el éxito, y el espíritu era menos profesional.