Dio sus primeros pasos en la Orquesta Joven de la Sinfónica de Galicia (OJSG) y ahora recoge en ella la batuta. En el año que la formación cumple 25 años, Roberto González-Monjas lidera un encuentro con la cantera que cerrará hoy con un concierto de Semana Santa en el Palacio de la Ópera (19.30horas), para el que ha escogido un programa "pedagógico" con obras de Músorgski, Chaikovski y Mozart.

¿Cuál es su relación con la remesa joven de la Sinfónica?

Hace 16 años vine a tocar por primera vez como invitado a la Orquesta Joven, y estuve cuatro o cinco veces como concertino. Eso me dio la oportunidad de tocar en la Orquesta Sinfónica, y ahora venir de nuevo€Es muy emotivo.

Dirigirla tras tocar en ella es un gran cambio de perspectiva.

Claro. También es el cambio de perspectiva de mi vida. Yo hasta ahora me he enfocado más en tocar como primer violín, pero desde hace un par de años estoy haciendo de director. La Sinfónica siempre me ha dado oportunidades, y ahora la Joven me da esta. Es como un círculo que se cierra.

¿Cómo le llegó el anhelo por la batuta?

Más que por la batuta, por la parte creativa de la música. Cuando empecé de concertino, me traía las partituras generales, no solo mi parte. Siempre me interesó el pensamiento de director de orquesta, ya desde joven. Hasta ahora me he formado, pero ahora que tengo opciones me interesa poder llevar una visión creativa a una orquesta.

¿Cuál es la suya?

Ser muy devoto a lo que dice la partitura, pero también intentar traducir eso que pone en una emoción. Lo que nosotros hacemos en el escenario no tiene por qué ser una cosa aislada de lo que el público tiene que sentir. Al revés. Se trata de comunicarles una visión muy intensa de lo que dice la pieza.

Para eso se sirve de su experiencia como instrumentista. Se cuenta que el flechazo le llegó en un cumpleaños.

Totalmente. Bueno, me enamoré en dos ocasiones. Primero en un cumpleaños en el que un amigo tocó el violín, y a mí me dejó patidifuso. La segunda fue ver a una violinista muy famosa tocar a Beethoven. Recuerdo que es ahí cuando dije: "Yo quiero un violín".

¿Hoy es el músico que le habría gustado ser entonces?

Sí y no. Ni mucho menos me hubiera imaginado estar donde estoy pero a la vez todavía quiero hacer mucho más. No soy ni el 1% de lo queme gustaría llegar a ser.

A día de hoy trabaja a nivel internacional, pero siempre tiene un pie en casa.

Claro. Lo de ser agradecido me parece muy importante. El mundo de la música es muy difícil, sectario, y te da pocas oportunidades. Pero la sociedad está llena de jóvenes con ganas, y hay que dárselas. Y cuando te las dan a ti, hay que ser agradecido. Mis primeros estudios fueron en España. Ahora que he conseguido estar a nivel internacional, me interesa invertir en la cultura de mi país.