Lleva más de 20 años en Nueva York, pero su camino comenzó en Galicia. Víctor Prieto, músico pionero en introducir el acordeón en el mundo del jazz, fusiona su talento este miércoles con otro referente del género, Abe Rábade. Con él se reunirá en el Jazz Filloa de la mano del Ciclo 1906, donde tocarán a las 22.00 y 23.00 horas.

Se junta con otro grande del jazz, Abe Rábade. Podemos esperar una bomba.

Una de relojería, es uno de los mejores proyectos de dúo en los que estoy colaborando. Nunca habíamos unido fuerzas, pero somos amigos y fuimos juntos a Berklee. Después nos perdimos el rastro, pero hace unos años se pasó por Manhattan y surgió este proyecto.

Usted le añade ese ingrediente inusual de tocar el acordeón en el jazz. ¿Ser un músico atípico ha sumado o restado al ahora de abrirse camino en la música?

Cuando yo empecé con el acordeón no se oía demasiado, pero nunca tuve ningún problema a la hora de hacer música moderna con él. De todos modos, ahora hay nuevas generaciones de acordeonistas de jazz, y más personas estudiando este tipo de música.

¿Ha abierto camino?

Por supuesto. En Berklee, por ejemplo,fui el primero y el único hasta la fecha en hacer estudios de jazz con acordeón.

Allí trataron de convencerle de que se pasara al piano. Tuvo que mantenerse en sus trece.

Sí. Me querían pasar al piano y después al Hammond B3. Pero yo dije que de eso nada, que yo había ido a Berklee a estudiar acordeón.

No pudieron conmigo. ¿Le benefició la independencia que le dieron al formarse?

Sí. Todos los métodos y material didáctico que he creado y que uso salieron de Berklee. De la nueva generación de acordeonistas que viene ahora, muchos han estudiado conmigo, y les he pasado toda información cortada y masticada. En mi caso, tuve que hacerlo yo solo, y fue mucho trabajo.

Habría más de uno que le acusaría de locura.

Sobre todo, los profesores se quedaba con la boca abierta. Pensaban: “¿Qué hace este con el acordeón?” [se ríe].

¿Se mira demasiado al instrumento y poco al intérprete?

Sí. Pero depende del país al que vayas. En Europa, de cada 20 canciones en la radio, 15 tienen acordeón. La gente está acostumbrada a su timbre. El problema viene cuando eso no sucede. Aquí no tenemos ese problema porque hay miles de acordeonistas, muchos más que en Estados Unidos.

¿Usted se fue a lo difícil?

Sí. Pero yo no fui a Nueva York a crear nada nuevo,ni a mentalizar a la gente, fui a hacer mi música.

A su primer disco lo llamó Persistencia. ¿Cuándo ha tenido que tirar más de tenacidad?

En Nueva York. De hecho, cuando llegué allí, Paquito D’Rivera me dijo algo que nunca se me olvidó: “Bienvenido a la jungla”. Porque Nueva York es una jungla, ahí no hay cariño ni amistad ni nada. Cada uno va a lo suyo y, como no persistas, te lleva la corriente.