Nacido en Amán (Jordania) y criado en Canarias, Said Muti (1988) confiesa que no existe el país en el que sienta que pueda poner una bandera. "Me he criado en dos culturas y en dos religiones, así que la sensación de no sentirse de ningún sitio es inevitable", dice el músico, que refleja en El forastero la experiencia de nadar siempre entre dos aguas. La composición es una de las cuentas de su nuevo trabajo, Habitación 828, con el que iniciará su gira española de este año en A Coruña. En Le Club, a las 21.30 horas, presentará este jueves en directo la "ira, melancolía, amor y desamor" de su último álbum, en el que se vale del cuarto de un hotel para vertebrar sus historias.

Parece que se hubiera desmarcado de usted mismo en este trabajo.

Sí. De tripas rock 'n roll era más guitarrero, más afilado€Y con este la idea era ser totalmente diferente. Cuando se lo planteé al productor Ricky Falkner, intentamos no repetir la fórmula, y por eso en este disco las canciones tienen un sonido más pausado.

Se ha decidido por un álbum conceptual. ¿Sus canciones nacen conectadas?

Sí. A pesar de que quien las escuche pueda no ver esa conexión, son historias que pueden pasar en un hotel. Me gustaba mucho la idea de enmarcarlas ahí, porque los hoteles tienen esa magia de ser sitios en los que puede suceder de todo. En ellos, hay personas que se encuentran en un momento dado. Por la vida que he elegido, además, paso mucho tiempo en habitaciones de hotel.

¿Tanto ajetreo ha vivido de gira?

Bueno, no es la típica historia del rockstar [se ríe], pero son lugares de encuentros. Precisamente algunas de las canciones de este disco las he escrito en habitaciones de hotel. Aunque la verdad es que soy muy caótico a la hora de escribir.

"Cuántas veces reescribí, esta ingrata partitura", canta en Latidos lejanos.

Sí. Uno siempre se enfrenta al miedo de que llegue un día y la creatividad se apague. Cualquier creador tiene esa sensación de que al día siguiente no habrá nada que le inspire, aunque lo tape.

En este disco parece que lo que le inspira es la melancolía. Sobre todo, en temas como Las verdades que conté.

Sí que hay mucha. Esa canción es una de esas historias fugaces en las que el amor se torna desamor, y después olvido. A mí me gusta decir que en el disco hay mucho de autobiografía, pero también mucho de verdad maquillada.

En el videoclip del single

Porque estamos viviendo tiempos muy veloces, en los que la apariencia nos está haciendo perder la perspectiva. Todos tenemos una doble vida: una aparente de cara a las redes, y otra real con tristezas y enfados. Y los artistas hemos tenido que adaptarnos a ese mundo. Yo me considero un artesano, y no quería hacer algo rápido que respondiera a un mercado que en una semana hace desaparecer una canción para que aparezca otra, sino llegar al mayor número posible de personas.

¿Cómo de posible es eso desde la insularidad? La dificultad en la difusión es una de las quejas de los músicos canarios.

El canario a veces tiene esa sensación de que está encerrado, cuando es todo lo contrario. Vivimos en un sitio de paso para mucha gente, y hemos tenido la suerte de tener la mezcla de muchas culturas. Yo llamo a mis colegas a perder el miedo a la frontera que marca el agua de las islas, y a plantearse la proyección y la cultura de una manera totalmente diferente, porque hoy podemos llegar a cualquier parte del mundo.