Cuando otros adolescentes pensaban en fiestas o amistades, Rozalén (Albacete, 1986) ya se encerraba en su cuarto para volcar en canciones los problemas del mundo en el que vivía. "Mis padres también son así, pero yo estoy más enrabietada", explica entre risas la cantautora, que refuerza su activismo en Cuando el río suena... El disco, que interpretará este sábado 4 de mayo en el Palacio de la Ópera de A Coruña (21.30 horas), aborda temas como el feminismo, la cuestión vasca y la memoria histórica. Son asuntos polémicos, pero no hacen recular a la albaceteña, que confiesa que ha tenido que dar más de una vuelta a las letras para suavizar el enfado en su mensaje.

Desfilan por su disco mucho de los tabúes de la actualidad, ¿nos ahogamos en silencios?

Totalmente. Y este disco habla de todos. Fíjate que yo lo compuse hace dos años, y no se hablaba tanto todavía de memoria histórica, de feminismo ni del tema vasco. Ha sido mucha casualidad que, cuando se lanzó el trabajo, todos estos temas salieran un poco a relucir. He sido un poco bruja [se ríe], pero han sido cosas que me han ido pasando.

O que le han ido contando, porque ha tirado mucho de lazos familiares. ¿Las mejores historias están cerca?

Sí. Hay que preguntar un montón a los abuelos y a los padres, porque ya han vivido muchas cosas. Yo me fascino cuando me pongo a hablar con mi abuela. Y me pregunto: "¿Cómo no me he dado cuenta?". Estoy buscando todo el rato historias, y las mejores las tenía en casa.

¿Se topó ahora con ellas, o es que reconoció tarde su potencial?

Yo sabía de estas historias, pero de algunas no me habían hablado mucho. Por ejemplo, la historia de amor de mis padres. Mi padre fue sacerdote 10 años,y como mi familia es muy creyente, fueron muy criticados. Por eso siempre les ha dado mucho apuro hablar de eso. Pero ahora, al sacarla, parece que todo se ha relajado. Por mi parte, yo he comprendido muchas cosas de lo que soy a partir de lo que ha sido mi familia.

¿Cómo reaccionaron cuando les dijo que iba a hacer canciones sobre ellos?

Saben cómo soy, así que sabían que por mucho que me dijeran yo lo iba a contar de todos modos [risas]. Mi padre sí que me pedía mucho respeto, que no hablase mal de la Iglesia que yo he vivido. Mi abuela lo que me decía era que intentase no criticar a los otros, sino hablar de lo que es perder a un ser querido y no saber a dónde llevarle una flor.

Eso lo relata en Justo. ¿Qué significó para usted dar finalmente con su tío-abuelo?

Ha sido el destino absoluto. Cuando empecé a escribir la canción, me encontré con la fosa común. Mi abuela también me hablaba de un joven vasco que acogió,y del que hablo en El hijo de tu abuela, y se me presenta cuando ella llevaba sin saber de él 40 años. Por narices tenía que contar eso.

A la colección de temas espinosos suma el feminismo en La puerta violeta. ¿En qué fase está hoy esa salida que pinta para las mujeres?

Yo estoy muy esperanzada. El 8M ya fue bestia el año pasado, y todo el mundo decía que estaba perdiendo fuerza, pero este fuimos el triple. Creo que la cosa está más clara, y no solo en España. Yo al principio en México este tema no lo podía sacar, pero ahora sí. Se nota que se van dando pasos, y las mujeres necesitamos el protagonismo que nunca hemos tenido.

Ahora parece que todas las esferas se han sumado a la ola. ¿La instrumentalización puede perjudicar al movimiento?

Creo que confunde muchas las cosas, como lo que hablan de feminismo liberal. El otro día canté delante de Ana Botín, y ella hablaba de un feminismo capitalista. Ahí se me cruzaron todos los cables, porque es incoherente. Pero no me parece mal que quieran sumarse, porque quizá se están dando cuenta de que lo que se pide es algo demasiado humano.

¿Cree que su música ha cambiado mentalidades?

Ojalá. Pero creo que hay mentalidades que no se pueden cambiar. Ahora está de moda decir: "Soy muy de derechas, machista,racista€".Y yo no puedo cambiar una mente así, porque estamos en mundos demasiado diferentes. Pero lo que sí me interesa es que se pongan en la piel de los que tienen a desaparecidos en las cunetas.

"Calla, eran otros tiempos", dice sobre eso en un momento del disco. ¿Se adelanta a las críticas?

Hombre, claro. Cuando dije que estaba haciendo una canción sobre eso, hasta la gente de izquierdas me decía: "No remuevas la herida". Pero tenemos que hablar de lo que duele, porque si están naciendo cosas chungas es porque no nos lo han explicado. Yo no puedo entender que un joven esté cantando con esa facilidad el Cara el sol, porque a mí lo que han hecho es ponerme libros delante.

¿De ahí le viene el activismo?

Supongo. A mí me preocupa todo desde que soy muy niña.¿Tiene que ver con la educación que me dieron mis padres? Por supuesto, pero creo que yo estoy más enrabietada. Los que estamos cerca del arte tenemos un alto nivel de neurosis. Yo soy hipersensible, disfruto mucho con lo bueno y sufro mucho viendo el telediario.

¿En qué le ayuda escribir?

Es como mi terapia. Se me calma una cosa dentro que€ Si no, enfermo. Cada uno tiene que buscar su vía de escape, y yo tengo la suerte de poder decirlo que siento en canciones.