Represaliado por la dictadura bajo acusaciones de republicanismo y homosexualidad, Miguel de Molina se vio abocado a un exilio que mantuvo hasta su muerte en Argentina. Este viernes, su figura regresará a España de la mano de Miguel de Molina. El musical, un espectáculo sobre el coplero creado y protagonizado por Ángel Ruiz, que programa en el Colón (20.30 horas) el festival por la libertad afectivo sexual #CoruFest.

¿La historia de un artista puede ser tan cautivadora como lo que hace en las tablas?

Puede serlo y lo es en este caso, porque es un personaje que cuenta muchas cosas que forman parte de nuestro presente. Creo que fue una figura que se adelantó a su tiempo, y que tenía mucho que decir.

La biografía de Molina ha pasado varias veces por el cine y el teatro. ¿Qué recoge su versión?

Recojo todo lo que se ha dicho de él y todo lo que se ha hecho en otras versiones. Lo que aportamos los artistas es nuestro punto de vista, y la perspectiva que he intentado dar yo tiene que ver con rendir cuentas y hacerle justicia.

¿No está suficientemente valorado el legado de Molina?

No, pero porque no es conocido. Cuando la gente conoce lo que le ocurrió, y su personalidad?

¿Cómo era?

Tenía una personalidad arrolladora, pero igual en las distancias cortas era alguien con el que no te querías ir mucho de copas [se ríe]. Pero lo que me daba pena era que la gente desconocía que era un ejemplo más de lo que hemos sufrido en este país, con esta guerra que ha divido familias y ha hecho desaparecer a grandes como Lorca.

¿Cuánto de espejo para la realidad actual le gustaría que fuera esta obra?

[Lo piensa] Es una bonita pregunta porque, durante la función, Molina da su propia versión de la actualidad. El personaje está haciendo alusión al asunto político-social que estamos viviendo hoy. Lo que a mí me gustaría es que la gente viera ese puente que hay entre lo que ocurre ahora y lo que pasó hace 70 u 80 años.

Por ejemplo, la represión por la orientación sexual. ¿Somos tan tolerantes hoy como pensamos?

Yo creo que hoy hemos adelantado muchísimo, pero sigue habiendo una homofobia tremenda y un odio tremendo a la diferencia. Es como una especie de cáncer que está en la sociedad, y que es difícil de vencer.

Y que parece que se fortalece...

Claro, solo hay que ver lo que han llevado ciertos partidos a su vocerío, más que a su programa. Eso hay que erradicarlo con festivales y saliendo a la calle. Hay gente que considera que ya se ha conseguido mucho, pero hay cosas que no tienen que ver con las leyes, sino con convencer al otro de que está equivocado.

¿El teatro puede ser un contraataque?

El arte es esencial, porque te enfrenta a un espejo y quizá te hacen cambiar el pensamiento. La cultura es la mejor medicina que hay contra lo que está ocurriendo, contra la mediocridad y el totalitarismo.

Hoy se retiran símbolos franquistas y se habla de exhumar a Franco, ¿es suficiente para lavar nuestras heridas?

Por supuesto que no es suficiente. Después hay que dotar a la memoria histórica de mecanismos para que se haga factible en todos los recodos de este país. Pero a mí me parece que es un acto simbólico, y muy necesario. Es una gran medida, y estoy totalmente a favor.