Está en las tablas desde los 90, y ganó el Premio Goya este febrero por su papel en El Reino, pero Luis Zahera (Santiago de Compostela, 1966), conocido siempre en Galicia como Petróleo, sigue atribuyéndolo todo al azar. El artista, actualmente en el rodaje de La Unidad de Movistar+, se aleja unos días de las cámaras para invitar a la risa con su nuevo espectáculo cómico, Lo mejor de lo mejor, que presentará este viernes y sábado -días 5 y 6 de julio- en Afundación (20.00 horas) con ronda extra en agosto los días 9 y 10.

En pleno apogeo en la pantalla, usted decide repasar su historia como monologuista. ¿Es un modo de darse un respiro?

No, sencillamente es que me gusta este trabajo. Sí que es un momento dulce para mí, pero el monólogo es algo que me encanta. Me gusta mucho repasar recuerdos, y que nos riamos 50 minutos.

Pero alguna vez se ha definido como un fraude en la comedia. ¿No se siente humorista?

[Risas] Eso lo dije las primeras veces que actué con Oswaldo Digón. Ese sí es un monologuista de verdad, yo soy más bien un tipo fraudulento en cuanto a monólogos. Los hago de mis anécdotas, pero Oswaldo me impresionó porque arma un discurso surrealista que me parece brillante. Me dio por decir que era un fraude comparado con él, pero como intérprete no me siento así. Es una profesión muy divertida.

¿Qué le han dejado las tablas en los últimos años?

Cualquier cosa que diga de estos 10 últimos años en los que viví de esto... Vivir de la actuación es como conquistar el Everest. Depende mucho del azar. Yo tuve la suerte de ir en ascenso, de que la progresión fuese la adecuada. Pero las estadísticas son terribles, creo que trabaja el 7% de los profesionales. Por lo demás, como actor vuelves a ser el niño que eras.

Como intérprete dio hace tiempo el salto al panorama nacional, pero como humorista solo actúa en Galicia. ¿Por qué se ha marcado esos límites?

No me atrevo a hacerlo fuera de aquí, no sé por qué. Yo creo que en Galicia a la gente le gusta que le cuenten cosas, y el mío no es el típico monólogo de un chiste cada 12 segundos. Hay gente que es maravillosa en eso, pero yo bebo más de que a la gente le guste escuchar, y creo que cuanta más verdad tengas en lo que cuentes, mejor. Por eso pienso que los monólogos los tienes que armar tú, contar algo real.

Tan real, que el suyo incluye hasta el Goya de hace unos meses. ¿Le ha dado que hablar?

En realidad, la anécdota de aquello es la extenuación. La noche que te dan la estatuilla, es imposible que lo disfrutes. Antes de que te la den tienes 150 entrevistas, y después 275. Acabas reventado y te vas al hotel, esa fue mi experiencia. Claro que es un reconocimiento y un momento muy especial, pero yo dije: "Casi es mejor que no te lo den, y así disfrutas de la noche y te da tiempo a tomar dos lonchas de jamón, que debía estar buenísimo".

Ahora que se han calmado un poco las aguas tras el galardón, ¿cómo mide el efecto que ha tenido en su carrera?

Tengo algunas ofertas de trabajo, pero creo que da un poco igual la estatuilla, aunque colabora. Es cierto que entras en una pequeña primera división, te tratan un poquito mejor y todo es más dulce. Pero no creo que sean las consecuencias del Goya, sino de este tiempo que estamos viviendo. Nunca hubo un volumen de trabajo como el que hay ahora. Yo pensé que mi gloria y esplendor habían sido los años 90 con Mareas Vivas, y qué va. Esto es botar por fóra.

Se lo preguntaba porque en su último proyecto, La Unidad

Esos son Dani de La Torre [director] y Emma Lustres [productora], que me quieren bien. En la serie tampoco hago de malo....

¿Se ha adaptado al papel de héroe, después de tanto villano?

Sí. También es que me adapto a todo. Si me dijeran que tengo que rodar una película en un ascensor, me adaptaría. Este trabajo es así, pero en este caso es un personaje agradable, y estoy contento.

¿Siente que ha roto con el cajón en el que le habían metido?

Eso espero. Pero el problema no es que te encasillen, el problema es que no trabajes. Si tuviera que hacer de malo toda la vida, pues perfecto. Aunque en mi corazoncito me gustaría variar ese registro. Si no, acabas aburriéndote.

Entre La Unidad y La UnidadVivir Sin Permiso

No lo sé. ¿Quién me iba a decir a mí en el 96, cuando estábamos con Mareas Vivas, que veinte años después estaríamos así? El futuro viene a una velocidad, y es tan impredecible, que no me atrevo a decir nada. Ojalá todo volviera al teatro de calle, a las performances, que era donde yo me crié y de lo que viví en los 80. Artello, Roberto Vidal Bolaño... Aquellos tiempos.

Ahora gran parte del mercado audiovisual lo dominan las plataformas digitales. ¿Se está adaptando bien el mundo de la interpretación a la era Netflix, o se está dejando a gente por el camino?

[Lo piensa] Es época de oportunidades, pero es que este trabajo es tan extraño... No sabes de qué depende, de que tengas determinada voz o del azar. Pensaba que con los años iba a conocer este negocio, y creo que, a medida que pasa el tiempo, lo desconozco más. Es como cuando buceas. Al principio ves un poquito, y luego buceas libremente. Ahora, hacia dónde vas...