Desde que puso música a Inconscientes, y le nominaron a los Goya, Sergio Moure se ha consagrado a la composición audiovisual, firmando un buen puñado de los thrillers que se han producido en España durante la última década. El cuerpo, Lobos sucios, y la reciente Feedback, de Pedro C. Alonso, llevan el sello de este creador coruñés, que imparte desde hoy y hasta el viernes un Curso de Bandas Sonoras en Presto Vivace.

¿Qué debe saber un compositor en potencia antes de lanzarse a la carrera?

Yo creo que lo más importante para un compositor audiovisual es que conozca el medio al que va a aplicar la música. Y no hay otra manera que ser conocedor del cine y su lenguaje. También debe saber que es un mundo complicado, porque tienes dos o tres meses para componer, mezclar... Así que no puedes estar en casa esperando a que te pille la inspiración.

A usted la gran oportunidad en el cine le llegó relativamente tarde, a los 33 años, ¿también hay que tener paciencia?

Mucha [risas]. Pero yo entiendo ese recelo a dejarte hacer tu primera película, porque Inconscientes había costado sobre 5 millones de euros. Los productores tienen que ir con pies de plomo para coger a alguien nuevo a la hora de poner música a una cosa tan cara. Yo lo logré en Barcelona. Recuerdo que Joaquín Oristrell [director] estaba en la ciudad para dar unas clases de guion, y lo abordé de mala manera al pobre con mis músicas [risas], hasta que me invitó a que hiciese la de Inconscientes.

Y no le fue mal, porque estuvo nominado a los Goya...

Se me escapó porque fue el gran año de Mar Adentro. Pero me sorprendió mucho que me nominaran con la primera película.

¿Sigue persiguiendo el premio?

Sí, pero de llegar, ya llegará en su día. El premio más importante que puede tener un músico de cine es seguir teniendo proyectos, y de eso no me puedo quejar.

¿Con qué actitud se planta ante ellos?

Siempre me hace muchísima ilusión. Llevo ya muchas películas, pero lo bonito de este trabajo es que un encargo nunca se parece a otro. Me gusta mucho entrar en el momento del guion, empezar a componer ideas sobre él en preproducción. Creo que eso después se nota en la música. No es una capa que se pone después, cuando ya está el montaje hecho, sino algo que está desde el inicio.

Dice Emma Lustres de usted que consigue "entender las películas" a las que pone banda sonora. ¿Hasta dónde debe llegar esa comprensión?

Tiene que llegar a la parte más profunda de una película. Yo siempre pido hablar mucho con el director. Tengo que saber cuáles son sus gustos, qué cine le gusta... Porque tienes que entrar a formar parte de su mundo estético.

¿Le ha costado alcanzar ese entendimiento alguna vez?

No. Lo que sí es que cada uno tiene una forma diferente de explicarte cómo es su modo de trabajo. Los directores jóvenes te hablan de compositores actuales, como Hans Zimmer o John Williams. Pero, José Luis Cuerda, por ejemplo, me hablaba de los cuartetos de Bartók. Cada uno te pone referencias estéticas que se acercan a su manera de trabajar.

Usted siempre se pone al servicio de filmes un poco oscuros. Lobos Sucios , Secuestrados ...

Sí [risas]. Me salen más proyectos de este tipo, y la verdad es que me gusta componer para thrillers, porque tiene unos códigos muy determinados. Sin embargo, también me gusta cambiar. Me gusta la comedia, aunque le tengo respeto porque tienes que acompañar a la acción, pero sin intervenir. En el thriller, la música tiene mucho que aportar al montaje.

¿Qué le llegó antes, el amor por el cine o por la música?

En mi caso, el tema de la música fue siempre vocacional. Recuerdo que a los 8 años ya estaba preocupado por mi futuro. Le decía a mi padre: "Dios mío, ¿y si no puedo ser compositor? ¿qué haré con mi vida?". Nunca pensé en dedicarme a otra cosa, pero mis padres eran grandes aficionados al cine, y ponían películas italianas y francesas. Cuando llegó el momento de ser compositor, vi que lo que me gustaría sería unir las dos cosas.

Su padre quería que fuera farmacéutico. ¿Fue la oveja negra de la familia?

No [se ríe]. Yo ahora le entiendo mejor de lo que le entendía antes. Tienes miedo de que tu hijo no se dedique a algo que le pueda dar una seguridad. En mi familia, mi abuelo, mi padre y mi hermana son farmacéuticos. Pero yo para estudiar ciencias soy totalmente negado [risas]. Cuando vio que me podía dedicar a esto a nivel profesional, empezó a estar más tranquilo.

Sus primeros pasos fueron en los 90, y España no valoraba entonces demasiado las bandas sonoras...

Sí. Fuera de España veías producciones en las que la música tenía importancia. Aquí era una cosa que se ponía después, cuando estaba montada la película. Pero yo creo que era cuestión de tiempo. En España llegamos un poco más tarde a reconocer el valor de la banda sonora, pero ahora estamos en un momento muy bueno a nivel profesional.