En un momento de "crispación" como el actual, Manuel Carrasco (Isla Cristina, 1981) ha escogido bandera: la del amor. Es la que enarbola en La cruz del mapa, su último trabajo discográfico, que presentará en concierto el sábado 27 de julio en el Coliseum de A Coruña a las 22.00 horas. Entre los nuevos temas, que se han hecho con el Disco de Platino, el músico esconde también algún golpe en la mesa. Los eruditos y el postureo que uno encuentra bajo los focos reciben un gancho en este álbum, del que -buen conocedor del peso de las palabras- habla con pasión y con cautela.

En el mapa personal, ¿dónde ha puesto sus cruces Manuel Carrasco?

En la música, sobre todo. La música ha sido una de mis cruces del mapa más importantes. La familia, la gente que quiero... Las cosas que me importan, al fin y al cabo. Y la gira, por supuesto. La hemos cogido con muchas ganas, después de dos años sin hacerla.

Vete, Si estás aquí, VeteSi estás aquíMe dijeron de pequeño

Yo creo que corren tiempos para eso [risas]. Pero de buen rollo. Si hay una cosa que describa mi música es la positividad. Creo que siempre se le puede ver el lado bueno a las cosas, y yo soy de los que ahondan en él.

¿Y cuando falla el positivismo?

Intento sacar un aprendizaje de ello. Pero al final escribo a la vida, y la vida tiene su locura. De esa verdad habla el disco.

Muchos artistas componen, pero usted parece que tiene más de poeta que de músico

Me gusta la belleza de lo lírico. Que lo que diga sea sencillo, pero a la vez que tenga su parte de emotividad. Quizás eso es lo que ha hecho que, durante todos estos años, mi camino se haya ido cruzando con el de la gente.

Dice que escribir sobre el amor es complicado. Ahora que es padre, ¿se ha hecho más fácil?

Ser padre te amplía la sensibilidad. Hay otra dimensión que aparece ahí cuando eso ocurre, y en lo creativo también. Yo vivo mucho más emocionado ahora que antes. Empiezas a entender muchísimas más cosas.

Hoy, que se habla tanto de banderas, usted coge y hace una del amor...

Es porque hay épocas en la historia en las que le damos mucha importancia a las banderas, o incluso a la política. Ahora todo parece eso, y nos olvidamos de las personas, de la empatía el uno con el otro. Quizá por eso lo cuento, porque estamos crispados y se nos escapa la vida. Yo no sé si mis canciones cambiarán a alguna persona, pero espero que, por lo menos, hagan pensar.

En su anterior disco, Bailar el viento

Sí, me ha pasado con Los primeros días, y también con Qué bonito es querer. Las canciones a veces las ves más bonitas luego y en su momento no tanto. Y mira tú por dónde, Ya no fue uno de los grandes éxitos de mi carrera, y era una canción que tenía por ahí. A mí se me da fatal acertar [se ríe]. Cuando hago un tema intento enseñarlo y digo: "Oye, ¿qué os parece?", para ver qué pasa [risas].

Habla de éxito. ¿Usted ha ido a paso seguro en eso?

Sí [lo piensa]. He intentado siempre estar muy cerca de la verdad que sentía en cada momento, independientemente de si el éxito llegaba o no. Quizás el respetarme a mí mismo ha hecho que fuera más lento, pero también más seguro, como dices. Hubiera elegido de todas el éxito que tengo ahora. Siento un respeto por parte del público muy bonito, y puedo ir por la calle, no es una cosa supermediática. Ese era mi sueño, y se ha ido consiguiendo.

Pero en La cruz del mapa

[Risas] Uno se desahoga también. Son las dos caras de la moneda, porque en esta profesión hay mucho de todo. En una época en la que veo que el foco y las luces son lo más importante, yo digo que para mí no. E intento darle valor a las cosas verdaderas.

En un punto reivindica hasta su acento. ¿Hasta esos extremos llegan las opiniones ajenas?

En esta profesión me he encontrado a mucha gente... Tú eres gallega, lo entenderás. Yo llevo un montón de años viviendo en Madrid, y he escuchado y sentido de todo. Creo que hay gente que se equivoca, cada uno tiene que ser lo que es. Yo me he criado en Andalucía, tengo mis costumbres y tenemos que respetarnos. Y está bien que esas cosas se pongan encima de la mesa.

Otra cuestión que pone es el miedo. ¿Sigue con temores?

El miedo es una constante en mi vida, y uno mis grandes aliados. Yo puedo decir que he sido bastante valiente, porque he peleado bastante con mis fantasmas y he acabado ganando muchas batallas. La palabra miedo está en casi todas mis canciones, es algo a lo que me gusta mirar bien a los ojos.

Ha dicho que de joven escribía sobre sus sueños, y que ahora lo hace sobre lo que le toca vivir. ¿No le quedan ambiciones?

Me quedan todas [ríe]. Si yo hubiera pensado que iba a lograr todo lo que he logrado, me hubiera parado antes. Pero lo intento ver de una manera natural. Si cada vez puedo llegar a más gente, mejor, pero no voy a estar pensando: "Oye, si ya llené un estadio, la próxima vez tengo que llenar otro". A veces tengo que encontrar un equilibrio, pero al final es coger una guitarra y hacer lo que te gusta. No hay más que eso.