Han pasado años desde que cantaban aquel No estamos locos, pero en Ketama siguen sabiendo lo que quieren. "Hacer música, compartir y seguir pasándonoslo bien", enumera José Miguel Carmona, una de las guitarras del conjunto. A ritmo de flamenco, y revisitando su disco De akí a Ketama, el grupo abrirá este jueves (22.30 horas) las Fiestas de María Pita, a las que llegarán acompañados de una gran banda. El coma que el vocalista Antonio Carmona sufría en 2017, fue el punto de origen de este reencuentro entre hermanos, que todavía no han decidido si la unión será definitiva.

¿Ha habido que ajustar mucho los engranajes para este regreso de Ketama?

Al principio la verdad es que se hizo un poco raro. El reencuentro no es fácil, porque hay que volver a adaptarse. Pero también ha sido emocionante. Cuando nos pusimos a tocar en un ensayo, nos echamos a llorar los tres porque, después de lo que le había pasado a Antonio [Carmona], surgían muchas sensaciones en escena.

Para el nombre de su gira recuperan aquello de "no estamos locos". ¿La música tiene un punto de locura?

Hay que estar un poco loco. Pero tampoco uno puede estar centrado, porque la vida te come. El No estamos locos es la bandera que hizo cambiar nuestras vidas en el 96, y este es un homenaje a ese disco, aunque en el directo hay temas de otros. Hay canciones de mi álbum en solitario, otra de Juan [Carmona] preciosa...

Es que tienen donde elegir

¿Verdad? Es que empezamos muy jóvenes, y ya llevamos una vida entera. Y, en los tiempos que corren, estamos contentos de poder vivir de la música.

¿Le ha valido también muchas fatigas?

Yo creo que es la vida la que da fatigas y alegrías. La música es la manera en la que uno las suelta. Es una válvula de escape para poder vivir un poco mejor.

Usted la entrenó en el tablao. ¿Para qué es buena escuela, además de para el cante?

Es como una universidad, algo que hay que experimentar si quieres ser un flamenco de verdad. Yo he tenido la oportunidad de encontrarme con Farruco, El Chocolate... A mucha gente que te pone en tu sitio. También he aprendido mucho en Candela, un bar de Madrid donde los jóvenes íbamos con maestros como Paco de Lucía. La noche es un hábitat del que el flamenco se alimenta mucho.

¿Las mejores lecciones las aprendió allí, o en casa?

En casa sigo aprendiendo, porque tengo un maestro que es Pepe Habichuela, mi padre. A veces toco con él hasta los dos de la madrugada, y es una lección diaria. Me habla de anécdotas que ha tenido con Camarón en El Rocío, o de giras... Hay que estar alerta para estar siempre aprendiendo en la música y en la vida.

¿Hay días sin guitarra en la casa de los Habichuela?

No los hay. Porque la música es comunicarte, dejar de pensar...

Herencia...

Hombre, en nuestro caso venimos de una saga en la que nos han enseñado todo. Mi tío Juan Habichuela, mi padre... Somos la cuarta o quinta generación de músicos, me considero un tipo con suerte.

Me contaba su padre que a los cuatro años ya quería dejar el colegio por la música

Sí [risas]. Creo que una de las pocas preguntas que no me he hecho ha sido la de: "¿Qué quieres ser de mayor?". Decidir el camino de tu vida es difícil, pero yo de pequeño ya sabía que iba para guitarrista. Y menos mal, porque soy una persona que duda mucho.

¿También a las cuerdas?

[Lo piensa] La gente de fuera de la música piensa que el flamenco es más fiesta y más fácil de lo que es. Pero los músicos somos muy duros con nosotros mismos. Es muy difícil convivir con nosotros, porque somos muy exigentes.

Usted convivió con muchos, ¿le costó imponer su personalidad entre tanto referente?

A mí siempre me enseñaron a no ser una copia de nadie. Se ha valorado mucho tener un camino propio. De hecho, mi padre y mi tío eran totalmente diferentes. Mi tío Juan tenía un acompañamiento muy flamenco, y mi padre ha sido más arriesgado. Lo que sí hay es un sonido de los Habichuela, una forma de escuchar la guitarra.

Su padre fue el que les ayudó a sacar aquel primer disco de Ketama...

Sí, el primer disco con Mario Pacheco. Mi padre le convenció para que se fijara en el grupo.

¿En qué punto está hoy ese Nuevo Flamenco que abanderaron?

Yo creo que hay movimientos de música importante. Lo que pasa es que venimos de una época en el que estaba Paco de Lucía y Camarón de la Isla. Ellos hicieron un camino tan diferente, y abrieron unas puertas tan grandes al flamenco, que la gente que viene detrás lo tiene difícil.

En sus inicios les criticaron por fusionar el género, y hoy también se escuchan críticas, ¿no se ha avanzado?

Yo pienso que sí, ahora es más liviano que entonces. En aquella época, el flamenco estaba en manos de gente más cerrada, y hoy hay más aventura en la mente y en los corazones. Yo no quiero confundir a nadie, sé lo que es el flamenco ortodoxo„ que no puro, porque el flamenco puro es el que sale del corazón„ y lo que no, y me gustan los dos. Si alguien cuenta las alegrías y las penas del flamenco junto con las alegrías y las penas del pueblo africano, y lo hace bien... Seguro que te emociona.