Compositor prolífico para artistas como Salvador Sobral y virtuoso de la improvisación al piano, el portugués Júlio Resende llenará hoy el teatro Colón con su mezcla especial de fado, jazz y electrónica. Su último disco, Cinderella Cyborg, explora la relación entre hombre y máquina entendida como la fusión entre tradición y tecnología.

Su último disco, Cinderella Cyborg, se basa en la unión entre hombre y máquina. ¿Es usted el hombre y su piano la máquina?

Sí, es una forma de interpretarlo. La verdad es que el piano no necesita electricidad para funcionar, es un instrumento orgánico. La máquina en Cinderella Cyborg funciona más como aquello que sí la necesita, como la música electrónica. A mí me gusta mezclar esas cosas que no necesitan electricidad, como los humanos, con las que sí. Es cuestión de formar un equilibrio entre las fuerzas.

A priori, nadie vincularía el fado con los cyborgs . ¿Cómo lo hace usted?

El fado es un modo de hacer las cosas, no tiene que ser algo muy cerrado. En España ahora se están reinterpretando los ritmos de flamenco mezclados con música de DJ, está muy bien. Lo que hago es una cosa personal y que puede ser sentida como fado, electrónica, otras influencias. Lo importante es la música y lo que sientes. En los conciertos todo el material electrónico y acústico está al servicio de eso.

El fado es un género a veces encorsetado en viejos moldes. A su modo, ha conseguido reinventarlo.

Yo no estoy interesado en ser únicamente fadista ni músico electrónico, me interesa hacer música, intentar crear alguna cosa significativa, buena, bonita, fuerte. Lo que me interesa en cada concierto e intento hacer no sé si es fado, solo sé que es mio, personal, creo que es mucho más que fado.

La unión entre tradición y modernidad es una piedra angular en su obra.

Eso sí. La tradición es muy importante para mi, aprendo mucho de los que vinieron antes que yo, sean poetas, arquitectos, padres o madres, es algo a lo que le tengo mucho respeto.

En una ocasión, unió sus teclas a la voz de la fallecida Amália Rodrígues. ¿Es una forma de mantener viva la tradición a través de la tecnología?

Sí, es un disco especial, una unión imposible entre nosotros. Este disco es muy diferente en ese campo. Son canciones tecnológicas. Ha sido necesario retirar la voz de Amália de una de sus canciones, recuperarla y hacer algo nuevo, para eso es necesaria la tecnología.

Es un maestro de la improvisación. ¿Existe todavía cierto recelo a la hora de innovar entre los puristas del fado?

Creo que cada vez menos. Desde hace diez años hay una gran necesidad en Portugal, por parte de todos los artistas, de intentar innovar de algún modo. La gente ya escuchó la tradición, ahora quieren escuchar la tradición mezclada con el presente.

Compone para Salvador Sobral. ¿Qué supuso para los artistas del género que una canción tan poco eurovisiva ganase el certamen?

Lo más bonito de todo esto que pasó con Salvador es que han hecho lo que querían hacer sin pensar que era el festival de la canción, dijeron lo que querían decir. Se convirtió en algo a lo que las personas en el mundo se han aficionado también. Es una cosa mágica, no se controla, lo más importante para los artistas es que sean genuinos y digan lo que quieren decir.