Un acciende laboral que le obligaba al reposo reconcilió a Rober H. L. Cagiao con la literatura. Y quizá demasiado, porque ya lleva cuatro novelas. Desde el pasado mes de junio, el coruñés se ha entregado al thriller con la escritura de su saga, protagoniza por la comisaria Paola Gómez. El guardián de las flores, la primera parte del relato, llegará a principios de noviembre a todas las librerías, para narrar una serie de asesinatos a medio camino entre A Coruña y As Fragas do Eume.

Le llega el debut un poco tarde, a los 40 años.

¡Pero la madurez es genial! (risas) Yo ya escribía desde pequeño, pero luego me dediqué a la música en un grupo que se llama Trashnos. Ahí dejé aparcada la literatura. Te metes en la vorágine de trabajar, y la vida te engulle.

Decía Nieves Abarca que la música y la novela negra están muy unidas. Usted sería un buen ejemplo...

Sí, es un mundo muy parecido, tampoco da dinero (ríe). Yo componía las letras de las canciones, y no es tan distinto a crear historias.

¿ El Guardián de las flores es más heavy, como el que hacía en los Trashnos, o más rock?

Desde luego quien lo lee no dice que soy heavy (ríe). Sería rock, pero tiene muchos detalles por el medio que son mucho más románticos. Es totalmente distinto a lo que suelo escuchar, pero algo tuyo siempre vas dejando.

En esta obra, se ven mucho sus raíces, por ejemplo. Los thrillers suelen estar ambientados en grandes ciudades, pero usted ha escogido A Coruña.

Se trata de que la gente conozca los misterios de aquí, que también los tenemos, y bastantes. Galicia tiene muchísimo que contar. El centro de operaciones de la novela está en la Jefatura de Policía de A Coruña, aunque casi toda la acción se desarrolla en As Fragas do Eume. Hay un triángulo mágico muy misterioso, el del Castillo de Andrade, el Monasterio de Caaveiro y la Iglesia de Breamo, y los asesinatos que ocurren están basados en sus leyendas.

Naciendo en Bañobre, una parroquia pequeña. ¿El contacto con las leyendas era inevitable?

Claro, estamos muy rodeados. Y muchas veces los mismos vecinos decimos: "Qué poco lo explotamos". Vas a la Iglesia de Breamo y te fijas en que la estrella no tiene trece puntas, sino once, y te preguntas por qué. Luego te das cuenta de que tiene una razón, que cuento en una venganza de tinte eclesiástico.

El del thriller es uno de los géneros más afectados por los clichés, ¿cómo los ha sorteado?

No lo sé. El thriller es muy comercial, y yo intento no darle ese toque, aunque es difícil... Pero si alguien disfruta con él el 10% de lo que yo lo hice escribiéndolo, ya sería maravilloso.

¿Con qué escritores se medía mientras lo hacía?

Con todos y con ninguno. A mí me encanta Gabriel García Márquez, porque uno de los primeros libros que leí fue Cien años de soledad. Pero también me gustan autores menos aclamados, como Juan Marsé, que tiene un corte social...

¿Cree en la función social de la novela negra?

Sí, y es lo que trato de escribir. En esta novela hay una crítica a nuestra forma de vida y a muchas cosas que nos pasan por la cabeza. Intento decir que una persona puede hacer algo recriminable, pero que eso no quiere decir que sea mala. Para mí, el bien y el mal no están tan separados como podemos creer.