La comprensión como cortafuegos. Como medida frente al odio, o a ese dolor que necesita más coraje que tiempo para dejar atrás la fractura y avanzar. La Golondrina, de Guillem Clua, habla de ese punto de encuentro en las heridas que "nos hace humanos", y en las que tenemos que elegir entre el rechazo y el amor. Esa es la decisión a la que se enfrentan Amelia (Carmen Maura) y Ramón (Dafnis Balduz), dos trenes que se chocan en una clase de canto, que se convertirá, este sábado y domingo en el Rosalía (20.30 h.), en un cuadrilátero para temas como el terrorismo y la homofobia.

¿Ha logrado comprender el odio con esta obra?

El odio no sé si es muy útil querer entenderlo. No es algo en lo que como persona me quiera fijar, porque vivir con él no produce nada bueno. Yo diría que con esta obra he comprendido un poco más el amor, fíjate.

Pero en La Golondrina

Sí, pero el amor siempre es trinchera (risas). Lo que pasa es que es una trinchera que siempre merece la pena vivir. Yo creo que es mejor amar, aunque se acabe, porque compensa ese rato en el que has podido querer profundamente a otra persona. En esta función se habla mucho de ese amor, y del dolor que sienten estos dos personajes.

Tratan temas complicados, como la homofobia, ¿faltan obras que den voz al colectivo LGTBI?

No sé si hay suficientes, yo me imagino que no. O, si las hay, no son tan visibles. Lo que ocurre con esta función es que el mensaje es muy claro y directo. Se acaba tratando la homofobia y la asimilación de la homosexualidad sin tapujos, y se genera un debate que es muy interesante, en el que el espectador muchas veces estará de acuerdo con cosas que dice uno y, en otras, con las que dice el otro. Pero lo bonito es entender a los personajes, aunque no estés de acuerdo con ellos. Yo siempre pienso que soy capaz de comprender cualquier cosa aunque no la comparta.

"Reconocerse en el otro", decía Guillem Clua. Que no es tendencia...

Claro. Ese es uno de los grandes problemas. Intentamos muy poco entender a los demás, somos muy tajantes. Nos está pasando en la política, por ejemplo. De repente hay la voluntad del no diálogo, pero para entender a alguien tienes que hablar con él. Es la única manera de llegar a acuerdos. Yo creo que es nuestro deber como seres humanos intentar empatizar con los demás. Incluso en cosas que te parezcan una barbaridad.

Aquí parten de una, el ataque terrorista a la discoteca gay Pulse de Orlando. ¿Le hizo volver a Las Ramblas, como catalán?

(Resopla) Claro. Desgraciadamente en Occidente, casi en cualquier lugar has tenido una experiencia cercana al terrorismo. También habría que plantearse el porqué. ¿Por qué hay gente capaz de hacer una cosa así, en qué situación están? No lo digo para desculpabilizar a los terroristas, pero sí que debemos entender cómo está el mundo para llegar a estas barbaridades.

¿Occidente debe asumir su responsabilidad?

Por supuesto, aquí nadie está libre de culpa de las cosas que han sucedido. Los gobiernos occidentales se han metido en guerras que no les competían, solamente por resoluciones económicas. Hay muchas cosas que se deberían frenar con el diálogo y no con las armas, pero claro, no nos olvidemos que las armas son un gran negocio para Occidente.

Esa violencia es un tema que le rodea últimamente. Mientras dure la guerra

Sí. Y fue el rodaje más bestial que he tenido en mi vida. Ponerte a las órdenes de un señor como Alejandro Amenábar en un peliculón como este, que es un éxito de taquilla imparable... Me tocó trabajar con un genio.

Amenábar tiene fama de ser algo huraño...

Es tímido, un hombre tímido. Pero a mí me apasionaba una cosa de él, y es que quería saber lo que tú opinabas como actor sobre la escena, sobre el texto... Siempre tenía en cuenta lo que decías. Cuando sientes que cuentan contigo de verdad en un proyecto, inevitablemente lo sientes más propio. También he sido muy afortunado con Señoras del (H)Ampa...

Su Mariano se ganó al público, aunque hiciera de matón. Lo aclamaban en las redes sociales

Sí, sí. Todo el mundo estaba como: "¡No, que no lo maten!" (risas). Es un tío entrañable. Y la serie es brillante, con unos diálogos muy divertidos. La verdad es que me pillas en un momento en el que estoy muy feliz con todo lo que estoy haciendo.

¿No lo ha estado antes?

A veces estás en proyectos que tienes que hacer porque tienes vivir. Pero estas cosas que me estás nombrando... Yo me leía los guiones en casa y pensaba: "¡Qué gran momento!".

El siguiente proyecto será otro largometraje, Malnazidos

Eso es una película brutal y con una idea loquísima, que mezcla la Guerra Civil española y los zombis a partir de unos experimentos científicos que hicieron los nazis. Ahí interpreto un personaje que es un malo muy considerable. La verdad es que me apetece, porque tiendo a que me den papeles de buena persona. Pero creo que voy abriendo horizontes.