Tras un parón de más de dos años, Los Chikos del Maíz han vuelto. Lo han hecho con un inicio de gira que ha superado las expectativas y con Comanchería, su nuevo disco, que presentan hoy en Pirámide a las 20.00 horas.

¿Han vuelto para quedarse Los Chikos del Maíz?

De momento la idea es quedarse. Queríamos tomarnos un pequeño descanso, porque fueron muchos años seguidos sin parar de girar. Dentro de Los Chikos del Maíz, toda la responsabilidad es de Nega y mía, y llegábamos un poco justitos de fuerzas. Teníamos también el proyecto de Riot Propaganda, que nos apetecía retomar, éramos más gente y nos sirvió como descanso. Ahora hemos sacado bastantes fechas de salas, no tenemos previsto volver a retirarnos. Queremos disfrutar de lo bien que ha comenzado la gira.

En Comanchería se canta sobre temas nuevos, como la lucha contra las casas de apuestas o la España vaciada. ¿Han evolucionado las preocupaciones?

Sí, claro. Al final las letras que escribimos son un reflejo de la sociedad, de lo que ocurre en cada momento. Aunque hay problemas que siguen existiendo durante el tiempo, y podemos cantar letras antiguas que siguen vigentes, cada vez van saliendo nuevos problemas sociales que es lógico que se vean reflejados en las letras. El cambio climático, las casas de apuestas... creo que lo que cambia es que existe algo más de desencanto, hartazgo, en el conjunto de disco. Son muchos años ya peleando. Es un reflejo de que la gente empieza a estar cansada de que nada cambie.

¿Cambia la cosa al cantar desde la decepción en vez que desde la rabia?

Sí, pero también cambiamos nosotros. En la primera maqueta tenía 20 años, ahora 35. Las fuerzas, la energía, la manera de vivirlo, todo cambia. Con el paso del tiempo te apetece cantar de otro modo o a otras cosas, tenemos ritmos o letras que con 20 años no se nos hubieran ocurrido. Te cambia la visión, vamos aprendiendo. Por ejemplo, el movimiento feminista nos ha ido enseñando ciertas cosas. No tenemos menos rabia, la enfocamos de otro modo.

Ha habido una revisión en cuanto a ritmos y letras. ¿Se hubieran atrevido hace 20 años a mezclar ritmos latinos?

El tema es que no solo era que nosotros tuviésemos o no prejuicios, porque en general siempre hemos escuchado mucha música. Lo que había antes era bastante tabú dentro del rap. Antes parecía que cada estilo de música era una pequeña tribu urbana y no podías salirte de ella, el rapero escuchaba rap, el rockero rock. Antes un grupo de rock igual no metería raperos en sus temas, ahora se empieza a ver como algo más habitual. Hace unos cuantos años, con el tema Curar las heridas con el estribillo salsero y cantado, nos hubiéramos quedado de piedra, pero es mejor así, es positivo para el rap.

Su "Cayetana, ese cuello pide guillotina" trajo polémica hace unos meses. ¿Se lo piensan ahora dos veces antes de cantar según qué cosas?

Creo que nos han impuesto, desde la ley mordaza y las represalias que ha habido hacia otros artistas, el que tengamos una censura previa en el subconsciente. Te cuestionas más cuando vas a poner alguna frase. Buscas desde el ingenio poner alguna indirecta, y no dejárselo tan en bandeja al enemigo para que te llegue una denuncia. Sí que existe un miedo interno, que a veces no te das cuenta pero que se está generando. Creo que, desde la parte creativa, queda más elegante darle una vuelta a las cosas que decirlas directamente.

Dicen que no quieren cantar a la necesidad. ¿No creen que es necesario que grupos como el suyo se posicionen para abrir la puerta a la reflexión?

Consideramos que sí que es posible que ayude, pero creemos que la música no debe cargar con la responsabilidad de cambiar las cosas. Debe acompañar a los movimientos de cambio, puede ser una herramienta útil porque conecta mucho con la gente joven, pero, principalmente, buscamos entretener, es lo que pretendes cuando cantas. Si además de entretener conseguimos que alguien acabe afiliado a un sindicato, bienvenido sea. Sería arrogante por nuestra parte el querer abanderar nada.

En No pasarán hablan del auge de la extrema derecha, del que responsabilizan, en parte, a los medios de comunicación. Usted es periodista. ¿Cómo cree que deben actuar los medios?

Lo principal es no normalizarlo y no venderlo como una opinión más, ni como una opinión respetable. Como eso de llevarlo a El Hormiguero, o darle un toque de opción válida. Creo que si se vende un mensaje que está claramente contra los derechos humanos o de determinados colectivos, no puedes tratarlo como un partido más. Lo primero que tienen que hacer los medios es llamar a las cosas por su nombre, como lo que es, un partido fascista y dejar de convertir cualquier cosa que dicen en portada. La extrema derecha está manejando la agenda completamente, no digo que haya que obviarlo, pero no hay que dejarles un espacio para que vendan su discurso.

El espacio de la cultura urbana se intenta utilizar para vender según qué cosas. Ustedes se han distanciado de discursos como la apología de las drogas.

Es un tema de cambio personal, pero ahora que lo dices, es verdad que es un discurso que ha evolucionado. Hay alguna referencia en Pasión de Talibanes de la que no me siento orgulloso, y que hemos ido corrigiendo, también por un tema de responsabilidad. Normalizar temas como el consumo de drogas es un mensaje que no habría que vender como algo positivo desde sectores de la izquierda. Igual que estamos en contra de las casas de apuestas. Es muy peligroso el mensaje que venden muchos traperos, porque es terrorífico escuchar cómo muchos chavales de 14 años se alimentan de este tipo de discurso.