De un personaje como Johann Sebastian Bach podría pensarse que se ha escrito todo. Pero el compositor, que igual trabajaba en precario como se codeaba con la realeza, todavía tiene en su historia un agujero sin cubrir. Su viaje en 1720 con el príncipe Leopold von Anhalt-Köthen es aún una laguna, que Quinito Mourelle se ha propuesto recrear con grandes dosis de ficción. La herida de Bach, su sexta novela, es el resultado, que el músico y colaborador de LA OPINIÓN presentará este miércoles en la librería Lume a las 19.30 h.

Un jazzista escribiendo sobre Bach. Resulta algo inaudito

Es que yo no soy un jazzista, aunque me encanta el jazz, y tampoco soy un músico de clásica. Pero la conexión entre Bach y el jazz es enorme. En el Barroco se improvisaba muchísimo, tanto para componer como a la hora de interpretar. De hecho, yo aprendí a amar a Bach a través del jazz.

En su juventud se declinaba más por la clásica, ¿este libro ha sido un retorno a aquellos años?

(Piensa) Puede ser. No ha sido intencionado, pero sí que he vuelto a la música clásica en mi vida diaria, a escucharla mucho más. He de reconocer que tengo el jazz un poco aparcado. Ahora me he puesto a bucear y estoy reescuchando discos y descubriendo en ellos cosas nuevas.

También las descubre en Bach, aunque sobre él se hayan escrito ríos de tinta. ¿Es real ese genio volátil que imaginamos?

Lo que he leído yo se ajusta más a un ser muy centrado en su trabajo. Sobre todo, en la parte final de su vida que transcurre en Leipzig, donde no para de trabajar. Anteriormente estuvo al servicio de algunos príncipes, pero fue un tipo con una vida bastante ordenada.

Usted se toma licencias, la decora. ¿A veces solo podemos encontrar la verdad en la ficción?

Muchas veces sí. Y en el caso de Bach me temo que es inevitable, porque de su personalidad no se conoce gran cosa. Eso me atraía mucho, que hubiese lagunas.

1720, ¿era la mayor de todas?

Sí. En 1720 Bach hace un viaje acompañando a un príncipe. Escuché esa anécdota por la radio, y me pregunté qué pasaría allí. Sin embargo, cuando he leído libros, no había nada. Aunque esos viajes duraran meses a veces...

Suena glamuroso

A Bach le fue en algunos casos mejor y en otros peor, pero no tuvo una vida romántica. Fue un músico mal pagado.

Eso perdura

Sí, eso está ahí. De hecho, los pocos textos manuscritos de Bach que hay son todos prácticamente reclamaciones de dinero a las autoridades. Cosas que demuestran que la vida de los músicos no era fácil y sigue sin serlo. Yo conozco a muchos que tienen un talento enorme y no tienen una retribución mínima.

Mahler, Ives, Wagner... Usted ha escuchado a muchos para escribir este libro, pero muy poco a Bach

Porque no me hacía falta. Es una interpretación tan libre que admite toda la música clásica. De hecho, a Bach empezó a recuperarlo Beethoven, porque cayó en desgracia una vez fallecido.

Dice que Bach acabó con el Barroco y el Barroco con Bach

Sí. Eso es cierto. Beethoven fue el que le dio otra vez un poco de vida, y desde entonces no ha dejado de interpretarse. Pero sería muy redundante escuchar a Bach todo el día mientras escribo la novela. Yo no soy una persona cuadriculada. Me gusta empezar las casas por el tejado e improvisar.

Lo hace tanto en la música como en la literatura. ¿No se siente un poco funambulista?

Sí y no. Para mí son lo mismo, pero a veces sí que me encuentro en terreno de nadie por lo que los otros perciben de mí. Los músicos me consideran "el tío que escribe" y los escritores "el tío que toca el piano". Pero yo necesito escribir, leer, tocar...

¿Y perdurar? "No abogo por aquellos músicos que solo aspiran a perpetuarse", pone en boca de su protagonista

Si tuviese el talento de Bach, igual me preocuparía tener un legado. Pero en mi humildad, me parecería una desfachatez perpetuarme. Lo que sí que me gustaría es poder llegar a todas las personas a las que les pudiese interesar lo que hago, Pero eso hoy en día, por las modas, es muy difícil. Y eso sí que me da rabia.