Desde Frida Khalo hasta Bowie, o el Orgullo y Prejuicio de Jane Austen. Todos han pasado por el prisma de María Hesse, que presta desde hace tiempo sus pinceles al feminismo y la ruptura de tabúes. El de la sexualidad femenina es al que se enfrenta en El placer, su último libro. La obra, escrita e ilustrada por ella misma, protagoniza la nueva sesión de Somos o que lemos, que tendrá lugar este lunes a las 20.00 en la Seoane.

Ha dejado de narrar las historias de otros para narrar la suya. Y una muy íntima, además.

La verdad es que sí. Pero tenía muchas ganas. Había pensado en hacer una obra que no fuera esta exactamente, sino una erótica, aunque tampoco tenía la intención de que fuera tan íntima. Pero yo creo que lo importante del momento que estamos viviendo ahora es esa forma de hablar de nosotras. Hay una necesidad de hablar desde nuestras vivencias, y poco a poco nos vamos quitando la culpa.

Dice Elizabeth Gilbert en su último libro que llega un momento en el que la mujer se cansa de sentirse culpable. ¿Cuál fue ese instante para usted?

Fue algo progresivo. Hubo un momento en el que dije: "Hasta aquí". Pero me doy cuenta de que todavía tengo que desprenderme de eso de pedir perdón o de tener que justificar mi trabajo. Es una mochila que cargamos desde pequeñas, y no se vacía de golpe.

Habrá quien sienta remordimientos al leer su libro, ¿lo ha pensado?

Probablemente, habrá quien lo coja a escondidas. Yo recuerdo que, cuando era pequeña, dibujé a una mujer desnuda y le puse un vestido encima porque me sentía culpable (risas). Hasta ahí llegaba. Era una cosa de lo más prohibida, el dibujo de una mujer desnuda...

¿Aún se enfrenta la sexualidad femenina a esos estigmas?

El principal problema que tenemos hoy es desprendernos de ser mujeres objeto para ser sujeto. Y eso cuesta muchísimo todavía. También se empieza a hablar de satisfacción femenina, y para muchos hombres eso es el mal, como si les fuéramos a sustituir. Nuestro placer siempre ha estado muy en segundo plano...

Estamos rodeados de referencias a él, pero parece que cuesta hablarlo.

Porque la educación que hemos recibido ha sido esa. Y simplemente el no hablarlo lo carga de connotaciones negativas. Lo que no se nombra causa vergüenza.

En su casa el sexo también era tabú, pero esta obra se la dedica a su familia...

(Risas) Es la paradoja, ¿no? Mi familia era una familia tradicional de los 80. No era más conservadora que otra, pero no se hablaba de sexo. Poco a poco, con la edad, he hablado más de él con mi madre. Al principio no entendía el tipo de sexualidad que cuento en el libro, pero ahora dice que ojalá en su época se lo hubieran explicado así.

El placer llega después de obras dedicadas a Khalo y a Bowie. ¿Es la ilustradora de la transgresión?El placer

(Ríe) Escogí a Frida porque me encantaba. Pero entonces no tenía la conciencia feminista de ahora. Este libro sí tiene una intención más reivindicativa, porque he decidido tener un compromiso social y político con el feminismo.

¿No la han acusado de subirse al carro

En Twitter sí que hubo uno que me dijo: "Otra lerda que se sube al carro". Pero era alguien que entiendo que sintió miedo de perder sus privilegios. Dicen que el feminismo es una moda, pero es una moda muy incómoda. Publicar este libro me ha traído cosas bonitas, pero también he recibido insultos de forma muy agresiva, y ahora miro el mundo desde una óptica que muchas veces me enfada.

¿Qué le irrita?

Muchas veces mi propia conducta, porque veo que cometo los mismos errores machistas que otra gente. Lo tenemos muy arraigado y me tengo que estar corrigiendo. También veo que ahora hay muchos libros ilustrados por mujeres, y parece que les estamos quitando terreno a los hombres, pero que eso no es real. Seguimos teniéndolo más complicado.

¿La ilustración sigue siendo un mundo masculino?

Cualquier profesión sigue estando dominada por los hombres. Los cómics suelen estar ilustrados por ellos, igual que los periódicos. Además, seguimos cargando con la etiqueta de lo femenino, porque mi libro se cataloga para las mujeres. En el momento en el que hablamos de nuestro universo, eso ya no es universal.

¿Por eso tardó en apostar por el dibujo? ¿El panorama le desalentaba?

No. Fue porque no pude hacer Bellas Artes. Y en mi época empezaron a salir los ciclos de grado superior, pero aquello se suponía que era para gente floja. Ahora parece que nadie se acuerda, pero a mí me decían que buscara un trabajo que fuera estable.

Y, sin embargo, usted no sabía que era artista, pero que los demás sí.

Yo no sabía que era ilustradora, pero hacía cuentos de pequeña, y fue mi profesora la que avisó a mi madre. Pero lo de artista todavía no lo digo, fíjate. La palabra todavía me cuesta.

Dice que sin el dibujo sería una persona totalmente distinta. ¿Se ha imaginado a esa otra María Hesse?

Me resulta difícil, porque es algo que nunca dejé de hacer desde pequeña de forma natural. Me ha ayudado a superar ciertos momentos, a soltar cosas. El dibujo me ha salvado de los momentos difíciles de mi vida.