Durante la noche de ayer el público coruñés pudo disfrutar de una de las obras más emblemáticas del siglo XX, Luces de Bohemia. La compañía Teatro Clásico de Sevilla fue la encargada de representar el texto de Ramón María del Valle-Inclán, y hoy a las 20.30 horas se subirán al escenario del teatro Rosalía de Castro por segunda y última vez para volver a dar vida al poeta ciego Max Estrella.

El director del elenco, Alfonso Zurro, comenta que, si bien la adaptación que ha hecho la compañía respeta el texto autor, también presenta una serie de cambios y matices que hacen que esta representación sea "más universal" y se aborde desde "un punto de vista actual"."El público se encontrará con el texto de Valle, pero hemos abierto la obra a la contemporaneidad para que el espectador se de cuenta de que, aunque han pasado cien años desde que se publicó este texto, hemos avanzado muy poco", explica el director.

Y es que la obra de Valle-Inclán, que mira de frente a la España de los años veinte, ocupa un lugar privilegiado en el imaginario colectivo, y parece que por mucho que pasen los años el texto del gallego no envejece. Tal y como comenta Zurro, esto se debe principalmente a "su modernidad rotunda, a su lenguaje y al esperpento"."A nivel dramatúrgico, Luces de bohemia es excepcional. Habla de España con dolor y amor, de lo bueno y lo malo comprimido en una sola noche. Representa la época en la que está escrita,y a la vez transmite la sensación de que esa época no ha terminado", declara.

La escenografía y la iluminación también fomentan, por otra parte, esa sensación de atemporalidad que acerca todavía más el texto a la actualidad. "La obra se sucede por varios lugares de Madrid, y hemos tratado de salir del realismo para que todo quede fuera de una época concreta. Cultivamos la dimensión expresionista de la propia obra siguiendo una línea pictórica a través del vestuario, del maquillaje y de la iluminación", añade el dramaturgo.

Llevar a los escenarios una obra de Valle-Inclán es todo un honor para el director, pero también un gran desafío, ya que según sus propias palabras, "es como tener enfrente a un toro muy grande que puede atravesarte por todas partes". De hecho, Zurro destaca que uno de los retos más grandes para el elenco ha sido meterse en la piel de los personajes esperpénticos, que además de ser especialmente "complicados", son muy numerosos, pues hay un total de 25 para nueve actores.

Superadas todas las dificultades, la adaptación del la compañía promete un gran espectáculo esta noche. "Hemos intentado que al espectador le llegue, que disfrute, que se emocione y que piense, para que cuando salga del teatro se sienta bien. Con esta obra sentimos que hemos encajado todas las piezas, y estamos muy satisfechos", concluye Zurro.