Canta que las palabras son una espada y asegura que, en este disco, el arma se usa bien. Deborah Ayo, nueva cantante de Freedonia, siente como propio el mensaje del grupo en el que ha ingresado, después de que Maika Sitté dejara la banda. Apelando al poder de la actitud individual, la formación está presentando Conciencia, su último álbum. Con él llegarán este sábado al Playa Club (23.00 h.), de la mano de Son Estrella Galicia.

Describe su encuentro con Freedonia como amor a primera vista

(Risas) La verdad es que al principio estaba un poco asustada. Quedé con ellos, vi a tantos hombres serios y pensé: "¿Qué hago aquí con tanta gente sin conocer a nadie?". Pero fue muy guay. Creo que es la primera vez que he empezado en un proyecto y me he sentido tan acogida. Es como si me estuviesen esperando.

¿Se ha adaptado al lugar dejado por Maika Sitté, o tuvo que labrarse un nuevo hueco?

Somos personas diferentes, pero creo que no he llegado a la banda para suplir a nadie. Soy un añadido más a lo que ha sido Freedonia durante todos estos años. Cada uno anda su camino, y yo ofrezco lo que tengo.

Usted viene del soul

Yo me adapto bien, porque llevo cantando toda mi vida tantas cosas... Hay géneros que no me gustan, pero son muy pocos. Cuando canto, lo hago más por lo que siento que por el estilo de la música.

Conciencia le hará sentir mucho, con ese clamor por el poder del compromiso. ¿Puede cambiar el mundo una sociedad cada vez más individualista?Conciencia

Sí que es verdad que cada vez somos más individualistas, pero también creo que la gente es consciente de que no es lo que necesitamos en este planeta. La canción Conciencia es precisamente para que nos paremos a pensar en el porqué de las cosas y el efecto que pueden llegar a tener. En Voices for hope también se habla de la emigración, de esa travesía que la gente hace para buscarse un sitio. Sí que es verdad que estamos en una sociedad muy individualista, pero yo creo que la gente ha empezado a abrir los ojos.

Ha abierto los ojos, pero no los muros. Se habla de menas, de fronteras...

Ya, pero yo tengo la esperanza de que eso cambiará. No podemos ser tan necios. En el mundo hay barreras porque unos pocos lo han decidido, pero, si buscas un poco en tu interior, te das cuenta de que todos somos de todos lados y nada es nuestro.

Usted tiene raíces nigerianas. ¿Le hace cantar eso desde otro lugar?

Jolín, sí. Voices for hope me toca porque mi madre es de Benín, un país que está al lado de Nigeria, de donde es mi padre. Ellos se vinieron a España sin nada, se labraron su futuro para darnos uno mejor a nosotros. Esa canción me hace pensar en mis antepasados y en lo que han tenido que hacer para que yo esté aquí.

¿Le ha sorprendido el despertar actual de la xenofobia?

El tema de la xenofobia, siendo una mujer negra nacida en Madrid, es una cosa que no me sorprende. Y no me sorprende porque es algo que yo he sentido toda la vida, lo que pasa es que ha estado encubierto. Ahora, como unos políticos han empezado a decir cosas, ha salido a la luz lo que realmente llevaba tiempo forjándose. Pero, ¿que vayan a tener mucho poder? Lo dudo. Yo creo que el amor siempre triunfa tarde o temprano.

Freedonia es un país imaginario de los Hermanos Marx, ¿no siente que por el que luchan también lo es?

A lo mejor. Pero para mí, el mundo no es todo lo que pueda abarcar, sino mi pequeño círculo. Dejará de ser tan utópico, porque plantamos semillas donde quiera que vamos, y al final a ese público le toca. Con esas pequeñas semillas, al final la gente empezará a hacer algo, y ese cambio que queremos no será solo nuestro, será también suyo.

Ustedes son también una suerte de utopía dentro de la música. Viven al margen de la industria desde el principio

Claro, por eso te digo que la utopía no llega a serlo. Si no es por la gente que ha colaborado... Ni Freedonia existiría, ni yo tendría la oportunidad de estar con ellos.

Antes de ingresar en la banda, ¿no soñaba con ser una de esas artistas avaladas por una gran multinacional?

(Risas) Mira, cuando tenía diez años, decía que quería ser una artista a la que llevasen por todos lados. Pero cada vez me interesa menos. Me he dado cuenta de que lo que me hace feliz es cantar, y las cosas que digo. La música para mí es algo divino, algo de Dios.

Estuvo con Melendi en La Voz, dobló películas como La VozVaiana

No sé... ¿Más amor por la música? Yo creo que sí, y sobre todo conocer a tantas personas que están por lo mismo. Antes, era solo yo, en mi casa. Pero luego empiezas a salir y ves que hay más personas que tienen la misma pasión que tú.

Hoy es la tercera cantante de Freedonia, ¿será la última?

¡Qué pregunta más comprometedora! (ríe). No sé qué va a pasar en el futuro. A lo mejor todas las que han estado pensaban que estarían ahí toda la vida. Con esto no estoy diciendo que me voy, yo quiero estar aquí el tiempo que haga falta, porque hay un tiempo para todo. Uno para estar y uno para irse. Y, ahora mismo, es el tiempo de estar.