Se desplazan por la geografía española de forma infatigable, como los viejos buhoneros en sus carromatos. Pero, a diferencia de ellos, no ofrecen mercancías, sino oportunidades. En cada ciudad en la que paran, Antonio De Rosa y Mattia Russo tantean y hallan a algún artista con ganas de explorarse, al que abren durante una sola jornada las puertas de Kor'sia. La suya es una invitación temeraria, una para descender "al infierno", y que ya cuenta con tres voluntarios fortuitos en A Coruña.

Los figurantes espontáneos pasarán el día con la compañía de danza, a lo largo de su sesión de ensayo en el Rosalía. "Les explicaremos la atmósfera de las escenas, que puede llegar a ser bastante oscura. Hablamos del concepto de lo sacro, de la muerte, y de la persona que se pregunta siempre hacia dónde se dirige". El que habla es De Rosa, uno de los directores artísticos del grupo, que ha diseñado junto a Russo el alma de The lamb. La función aterrizará mañana (20.30 horas) en el número 37 de Riego de Agua, para interrogar al público con una mezcla de terciopelo rojo, música barroca y danza contemporánea.

A pesar de su propuesta novedosa, la obra de la compañía no mira al futuro, sino al pasado. Piezas como Tocata y fuga o Christ lag in Todes Banden de Bach conforman el hilo del que tiraron los directores, que parten de la religiosidad de sus partituras para reflexionar sobre el sacrificio. Los guiños al concepto tiñen desde el título a la escenografía, en el que la pulcritud del blanco se mancha con el rojo del vestuario de Alejandro Gómez Palomo. La firma es uno de los motivos de orgullo de la obra, que muestra parte de la colección del diseñador a través de los dos actores y la media docena de bailarines que suben al escenario.

Cuenta De Rosa que la dramaturgia era necesaria para la trama de la pieza, que protagoniza "un cuerpo no danzante". "El intérprete es el hilo conductor. Al principio es ciego, pero una madame le devuelve la vista, y atraviesa determinadas situaciones por el purgatorio que hemos creado", relata. Bajo los focos, la invidencia se convierte para el coreógrafo en una analogía del ser humano actual. "Yo creo que estamos todos un poco ciegos ante todas las posibilidades que tenemos delante. Están ahí, pero tú puedes ver o no ver en la vida", apunta.

Para abrir los ojos, el líder de Kor'sia no confía más que en la danza. Asegura que el arte "puede despertarnos", pero que el espectador debe estar "dispuesto" a ello. El que se siente en las butacas del Rosalía mañana recibirá su dosis de cafeína en forma filosófica. "Hacemos preguntas universales, como quiénes queremos ser o hacia dónde queremos ir", revela el coreógrafo, en un español coloreado todavía de italiano.

Es en el país europeo en el que Kor'sia hunde sus raíces de forma más profunda. La compañía está integrada por bailarines de puntos como Copenhague, Taiwán o Corea, pero es de Italia de donde proceden sus orígenes. Tanto De Rosa como Russo nacieron allí. Los directores también comparten su pasado en la Compañía Nacional de Danza, en la que bailaron durante años hasta que sus inquietudes contemporáneas se hicieron más fuertes que su bagaje clásico.

El paso fue osado, pero "en la vida", dicen, "hay que arriesgar". "Nos interesamos por la coreografía, tuvimos que decidir y lo hicimos", recuerda De Rosa. The lamb la creó con su compañero en 2017, y este año la cifra de piezas ya alcanza las cuatro. Una nueva, Giselle, tendrá el próximo 24 de mayo su estreno, en el que harán una revisión del ballet tradicional.

Sacarlo adelante no es, ni ha sido, tarea sencilla. Dicen los bailarines que en sus inicios tuvieron que apoyarse en sus "fuerzas" porque, aseguran, "la danza no está valorada". De Rosa lamenta que "la política" no cuide "a sus artistas" y que se atienda "más a la música" que a la disciplina que cultiva. Fue su padre, a los 11 años, el que le metió el gusanillo en el cuerpo, en el que se sigue dejando el alma a pesar de las dificultades.