Cuando se pone el Alchemy: Dire Straits Live para escucharlo de principio a fin, los oídos atentos pueden captar dos momentos discordantes. Son ecos de canciones fantasmas, tres temas amputados del directo que los británicos ofrecieron en el Hammersmith Odeon de Londres en julio de 1983. Aquellas canciones se excluyeron de la grabación para acortar la duración del trabajo, que borró del mapa los títulos Industrial Disease, Portobello Belle y Twinsting By The Pool. Solo pudieron disfrutarlos los asistentes de ese icónico directo, al menos hasta la llegada de los Brothers in Band, que los rescatan en Alchemy Dire Straits Re-Live, el último montaje que traerán al Palacio de la Ópera este 13 de marzo (21.00 horas).

El espectáculo repite la receta del éxito de los coruñeses, basada en una recreación al detalle. El mimo está en la elección de los instrumentos, del mismo modelo que los empleados aquella noche para clavar los riffs de Knopfler. La devoción se replica en la iluminación de la época, la caracterización, la actitud sobre las tablas. "No es una imitación, es crear una atmósfera con un repertorio que aflore emociones", puntualiza Angelo Fumarola, el nuevo cantante.

La gira la cogió el artista en septiembre, tras el anuncio de la marcha de Óscar Rosende. Su entrada supone el inicio de un nuevo capítulo para los Brothers in Band, que encontraron en Italia al vocalista. Cuenta Miguel Queixas, el batería, que una versión suya de Knopfler en Youtube fue lo que les convenció. Con el cantante no comparten idioma ni hogar„Fumarola vive en Lecce„ pero sí el amor por un grupo que les clavó en el pecho el hambre por sus acordes.

Entre bambalinas, con todo, ya suena alguna palabra en castellano, e incluso en gallego. "Está aprendiendo, pero nuestro lenguaje común es la música. Él es una Biblia, la viva imagen de Knopfler", asegura Queixas. Le ayuda una dilatada carrera, en la que ya homenajeaba al guitarrista en su país con los Rocking Fingers. Con ellos toca desde el 95, después de pasar por estilos como el blues, el country o el folk, y de enamorarse a los 16 años del legendario On Every Street Tour del grupo londinense.

"Fue en septiembre de 1992, en el Estadio de Cava Dei Tirreni. Nunca olvidaré el momento en el que la banda entró al escenario, con Mark con el brazo levantado, y comenzó Calling Elvis", recuerda el músico, que descubrió a los Dire Straits con The Notting Hillbillies, una de las antiguas formaciones de Knopfler. El estilo del artista desde entonces ha ido fluctuando, pero para Fumarola todavía se puede encontrar su esencia. Está en el Alchemy Tour, el show más "dinámico y con el sonido más puro de toda la historia" de la agrupación, que tuvo en esa época su etapa más vigorosa.

Lo apunta también Queixas, al que le apetecía abordar esa "energía" de la banda. "Para una generación, ese concierto está considerado como uno de los grandes directos del rock. Esa fuerza es la que tratamos de recrear", indica. Lograrlo requiere técnica, pero también mucha alma. "Es muy importante escuchar y empatizar con la música. Yo siempre la viví intensamente, leyendo las letras y absorbiendo el estilo de guitarra de Mark", indica Fumarola.

El cantante asegura que la clave es "transmitir las emociones al público", que ha avalado el nivel de la banda desde el estreno del tour el pasado marzo en Barcelona. "Hace unos días vino una británica de 70 años que estuvo en el concierto original, y quedó encantada", cuenta emocionado el batería. Halagos como el suyo saben a victoria para la formación, especialmente tras los siete meses de trabajo que les ha valido la gira, construida en pleno recorrido de The very best of Dire Straits, un espectáculo con el que repasan los mejores éxitos del grupo. "Una maratón", o abordar las épocas menos conocidas de la banda como la del 78, es lo que está ahora en el punto de mira de los coruñeses, que se reafirman en su promesa de conservar el preciado legado de los británicos.