Cuando cae la noche, Pepa Sestayo se cuelga la cámara al cuello. La caída del Sol le llama a recorrer las calles, hambrienta de la inspiración que a veces solo destella en los últimos estertores del día. Es entonces cuando pasea por la Marina, observa el Ayuntamiento, recorre la Ciudad Vieja. Hace poco la cautivó el Orzán, un punto "no muy bonito" en las horas de luz, pero con "un ambiente bohemio" que conquista cuando la ciudad sale de cuncas.

La artista captura esa vida en imágenes, y la traslada luego a sus cuadros. El del centro de la fiesta coruñesa ha atrapado más de una mirada, convirtiéndose en uno de los favoritos de su muestra en Xerión. La galería exhibe allí hasta el 7 de marzo un resumen de su último año, en una exposición de transición en la que el costumbrismo se mezcla con el arte urbano que ahora investiga. Entre sus obras „más de una treintena„, despunta también el realismo, que tiene su eco en otra de las salas.

Autoficción, de Roberto Díaz, es desde el 13 de febrero la vecina de los colores de Sestayo. El coruñés anuncia su regreso a la tierra desde Cataluña con una selección de 25 piezas, en la que persevera en esa línea pictórica que ya define como un "sello" propio. En su caso las musas se escuchan más que se ven, son más notas que flashes. "La música y el arte tienen una relación muy estrecha para mí. Las canciones me evocan imágenes y yo las voy creando", explica.

La fusión de sus pinceles hace guiños a veces desde el título, más allá del resultado de la paleta. Waiting on a sunny day, una mujer en pose contemplativa, hace resonar desde el nombre los acordes del tema de Bruce Springsteen que impulsó su creación. Para Díaz el cuadro "es el resumen de mi pintura", dentro de una muestra que entiende como "la más completa" de su carrera. "Es la exposición con la que más a gusto me siento. Quienes se acerquen van a poder ver a Roberto Díaz, porque todo lo que hago está ahí", comenta.

La mujer fumando o con la mirada perdida es el eje que vertebra su exposición. El coruñés solo rompe el esquema con Saturday morning, en la que incorpora la figura masculina con una cafetería como fondo. Se trata de una de las escenas que forman su autoficción, esa por la que bautiza la muestra. "Todos tenemos una realidad, pero a veces no nos gusta y nos creamos una ficción. Este es un retrato de la mía", admite, agradecido por la "oportunidad" de volver a presentarse en A Coruña.

El pintor reconoce que le ha costado "cogerle el pulso" a la ciudad de nuevo, después de más de una década fuera. Regresó hace dos años, tras un tiempo prolífico en el que fue director del Museu Josep Cañas de Tarragona, y en el que estuvo al frente de la Factoría Plástica, una empresa de decoración con la que trabajó para figuras como Dani Martín, Cristiano Ronaldo o Alba Carrillo. Cuando llegó nadie le "abría la puerta", "no podía exponer en ningún lugar". "Dicen que nadie es forastero en A Coruña, pero yo me sentí desplazado", asegura Díaz, ahora "encontrando" su "hueco" en un panorama en el que destaca a Mico Rabuñal, Edu Albo y Jano Muñoz.

Falcón, el artista de Cambados, es para Sestayo la verdadera estrella en Galicia. Sus pinturas fueron las que la empujaron en sus inicios al cubismo, cuando tuvo que buscar "un estilo propio" tras su paso por la Escuela Taller de Isabel Torres. Entonces no había muchos pintores en el género, y a su obra le crecieron alas. Recuerda especialmente cuando iba a enmarcar los cuadros y los vendía casi al instante, sin poder salir del local de vuelta con la pieza.

En sus nuevas exploraciones, la pintora también encuentra una recepción cálida. Muchos recuerdan sin embargo aquellas primeras creaciones, a las que llegó empujada por una pasión infantil que la hacía dibujar hasta en las clases de otras materias. Díaz coincide en datar sus pulsiones en la niñez, como un deseo "innato". "Es una cosa que tienes. De pequeño yo no sabía lo que quería ser, pero sabía que tenía que ser algo relacionado con el arte", zanja.