Vetusta Morla renuncia a todos los podría haber sido en Canciones dentro de canciones, el álbum de estudio que publicará el 27 de marzo, y del que ofrecerá un adelanto este viernes y sábado en el Coliseum (22.00 h). El disco es una reformulación de su anterior trabajo, Mismo sitio, distinto lugar, en el que desnudan sus temas para vestirlos con nuevos ritmos.

Canciones dentro de canciones... ¿Y grupos dentro de grupos?

De alguna manera, sí. Esto ha sido una investigación en busca de las canciones que están habitando las que ya conocíamos. Nos dimos cuenta de que los temas podían ser como esas muñecas rusas que vas abriendo y nunca se acaban. Hay muchos grupos dentro de Vetusta Morla, y vamos a ser uno muy diferente a lo que la gente está acostumbrada a ver.

¿En qué se distinguirán?

Cambia sobre todo el lenguaje. El de la gira de Mismo sitio, distinto lugar ha sido absolutamente extrovertido, muy basado en la potencia. Pero lo que estrenamos en A Coruña se deja querer por lo teatral, el caudal de sonido es más pequeño...

¿Se han librado por fin de esa influencia de los 90?

Los movimientos desde el punto de vista sonoro no los hacemos de forma muy consciente. Pero una de las cosas que hemos hecho con las canciones ha sido reducirlas a su esencia, y volver a construirlas. El sonido que estábamos usando atraía la atención del público casi agarrándolo por las solapas. En este caso, es lo contrario.

Lamentan en su disco el fin de aquella vieja escuela, ¿qué opinan de la nueva?

La nueva es tan apasionante como la vieja. Más que ser un lamento por la pérdida de cierta música, la canción [ La vieja escuela] está motivada por la muerte de una serie de artistas que fueron influyentes y que, en el lapso de uno o dos años, murieron. Prince, David Bowie, Tom Petty... Te sientes huérfano, porque han sido tus padres sentimentales. Pero sus discos siguen girando, y nosotros nos sentimos parte de esa historia que continúa. No somos de esta gente que piensa que cualquier tiempo pasado fue mejor, o que ahora la música es menos valorable...

Pero sí dice que hoy hay un desprecio social hacia ella.

Sí. De eso sí estoy convencido. Hay una cosa en la que hemos ido a peor, que es en la consideración que la sociedad tiene de la música. Ha pasado a ser en muchos casos un adorno, una cosa que se da por hecha. Internet nos ha hecho quitarle el valor.

La suya ha adquirido cierta ironía mordaz, como en Palmeras en La Mancha. Es una canción cómica, pero con ese poso de drama social...

Sí, es algo relativamente nuevo. Pero yo creo que es positivo que hayamos encontrado una manera de expresarnos a través de un "color" que antes no teníamos. Descubrimos que era una herramienta muy buena para reflejar determinadas cosas que observábamos.

¿Hemos alcanzado un punto sin retorno en cuanto al desencanto?

Yo soy un optimista empedernido, no creo que haya ningún punto sin retorno. Aunque sí que vivimos en una época muy frustrante, y que la parte más humana nos está fallando un poco...

Ante eso cantan en el álbum que "todo el mundo necesita una receta que alivie su dolor". ¿Cuál es la suya?

La propia música. Yo creo que es esa receta que te calma el dolor, que te ayuda a digerir las cosas y a responder preguntas importantes. Es un modo de atisbar un camino, la aventura de nuestras vidas.

Estos meses los ha llevado por Estados Unidos y Europa. ¿Ha sido como volver a sus inicios?

Absolutamente. De hecho, es una de las cosas más positivas que tiene el irnos fuera a tocar, recordarnos todo lo que ha habido que trabajar, que no eres el rey del mambo. El ir a lugares donde no tienes una implantación tan sólida como en España es muy necesario para no dormirte en los laureles.

¿Cómo manejan el jet lag emocional, frente al físico de tanto viaje?

(Risas) Pues mejor que el físico. El mayor problema del jet lag emocional tiene que ver con no estar todo el tiempo que te gustaría con tu gente, y con estar a veces desconectado de la vida real, porque ese carrusel en el que te subes es una especie de paréntesis. Yo, siempre que vuelvo, tardo unos diez días aproximadamente en volver a resituar la cabeza.

¿Uno no puede salir ileso de la música?

Yo creo que no, pero también para bien. Porque bendita herida. Es una aventura alucinante, pero sí que es cierto que, cuando llevas tanto tiempo... Sí que notas que la cabeza te hace (silba). Se suelta la amarra del bote, y se empieza a alejar del puerto.